Carmelo Machín, la belleza de la nostalgia

S.Ledesma
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El paisaje natural de Tierras Altas aporta «tranquilidad» al periodista soriano

Carmelo machín, la belleza de la nostalgia

Washington, Moscú, Jerusalén, Kuwait, Iraq, Ruanda, Los Balcanes... Después de haber vivido y viajado por medio mundo como corresponsal y enviado especial, el periodista Carmelo Machín Terés conserva en Yanguas su espacio de tranquilidad y de cobijo de la memoria. «Los hermanos mantenemos la casa de mi madre; es una casita pequeña, pero es la mía», admite con la armonía que aporta saber de la existencia de un lugar al que regresar. Le gusta hacerlo «en primavera, ahora en verano y, especialmente, en otoño», cuando la muda del color del paisaje va acompañada por otros aromas, algo «espectacular». 

Los destinos de su padre, guardia civil, marcaron su infancia. Nació en Ólvega y después vivió en Vinuesa hasta que su progenitor falleció cuando él tenía cuatro años y medio. Dada esta circunstancia, su familia se trasladó a Yanguas, donde residía su abuela materna. La localidad de Tierras Altas acogió sus años de «ir a la escuela» y, después, tras salir a estudiar fuera, sus días de «vacaciones». Y así sigue siendo ahora, cuando la «tranquilidad» se mezcla con «el encuentro con la infancia, con los recuerdos». 

Dejando de lado que Yanguas «es un pueblo precioso», del que destaca la torre de San Miguel, la Puerta del Río y el castillo, sus estancias están marcadas por sus incursiones en las naturaleza por el hayedo de Diustes, al que va «a menudo», y por el monte Cambrones, donde le gusta «recolectar setas». «Hay montones de sitios, también en los alrededores, para perderse», subraya. Precisamente 'perderse' también es un modo de regresar a la niñez, cuando «ibas por los caminos y cogías nidos, descansabas o te perdías». Una época que, entiende, también tenía su crudeza, sobre todo en invierno, con los temidos «sabañones». «No soy de los que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo mejor era tu tiempo y que eras más joven. Eran duros, grises y tristes, una época que ahora miro desde la distancia bajo la belleza de la nostalgia y con cariño», matiza. Eso no significa que no se reúna para rememorar «días felices» con «meriendas». Solamente es vivir el aquí y el ahora.