Alfredo Vallejo

Alfredo Vallejo


La paz surge siempre de la justicia

18/11/2023

Pretender lo contrario siempre ha sido un espejismo; siempre es un subterfugio del poder de turno para hacer su voluntad sospechosa. Sin justicia no florece la paz.
Hoy, seguramente siempre, el mundo de los seres humanos se ha debatido en la cuerda floja que conecta la paz y la justicia; no en balde la paz y la justicia son la necesidad primera para la vida de la especie humana. Sin ellas lo humano se malogra siempre, aun cuando un espejismo contrario pudiera hacernos pensar que el binomio justicia – paz es una simple afirmación de coyuntura interesada.
La constancia de la guerra en la historia de los hombres nos advierte que no nos hagamos ilusiones a este respecto. El hombre es violento e injusto por naturaleza; sólo más tarde descubre la justicia. Así comienza la Cultura y el Derecho; así comienza el camino hacia la Libertad. Pero antes, en los fondos más profundos hay un oscuro atroz y (al parecer) necesario.
El hombre lo primero tiene que sobrevivir; después, sólo después, permitir también que los demás sobrevivan. Seguramente sin esta semilla de agresividad, la especie humana no habría sobrevivido.
Pero observen un detalle determinante y contradictorio en apariencia, al fin para sobrevivir es necesario que todos puedan sobrevivir. Necesario y determinante. Es un axioma de la realidad real de lo humano. Posiblemente de todo ecosistema.
Todas las culturas han conocido y transmitido esta verdad; pero el poder de turno siempre ha manejado el cotarro para intentar hacer su voluntad. No en balde el ser humano es esencialmente virtual. «En la mollera se construye el mundo».
«Y, en el corazón».
Otra ley del hado de los hombres, demostrado tozudamente por la historia, es que toda injusticia engendra injusticia y así la paz siempre ha sido en las sociedades humanas «flor de un día».
¡Cuánto sabía de todo esto Napoleón, uno de os hombres más inteligentes sin lugar a dudas! (pero sabía demasiado?): «Las bayonetas sirven para cualquier cosa, menos para sentarse sobre ellas».

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