María del Pilar Berzosa

María del Pilar Berzosa


Lecturas en el más bello idioma

20/04/2024

El encuentro con un buen libro enriquece, impulsa un espacio de intercambio de universos, desde obras que marcan la diferencia en el mundo de la palabra plástica y liberadora que abre caminos. Esas palabras que son imágenes productoras de estímulos, que construyen un sinfín de realidades y también una amistad con el lector anhelante.
El libro alimenta la memoria de un acervo que resuena con rasgos duraderos y contribuye al desarrollo del pensamiento como valor sustantivo. El último finde en Buenos Aires con lluvia de comienzo a fin dejó servido el título de una columna en un suplemento que conversa cada semana con lectores gustosos y ávidos de la prosa cuidada que gratifica y pondera la amplitud de miradas con esas formas de ver y entender las tres o cuatro ideas fuerza de un mensaje, el clímax de una historia y páginas informadas e intensas que conmueven. Así, 'En busca del tiempo perdido para leer' comienza citando a Schopenhauer que hace dos siglos expresó que sería bueno comprar libros si también pudiera comprarse el tiempo para leerlos.
El autor del texto dominical advierte que es posible que uno se defina más por lo que no leyó que por lo que sí, y confiesa deberse el Quijote completo, varios cuentos de Borges y casi todo Cortázar (por cierto le diría que al menos no se pierda su cuento 'Cambio de luces', ideal para volverlo acción dramática en un texto de radioteatro). Pero lejos de desanimarse,renueva su ilusión diciéndose 'Ya habrá tiempo'.
A horas de celebrar el Día Internacional del Libro, agradezco infinitamente a Emilia Pardo Bazán por su recopilación de artículos en 'La cuestión palpitante'. También al romancero hispánico de Menéndez Pidal, y por sobre todo a 'Los españoles en la Historia', y a Berenguer Carisomo en «'España en Argentina- ensayo sobre una contribución a la cultura nacional-'. Observo la pila de pendientes que me siguen esperando, y a la vez gozo por ya  haber degustado unas cuantas hojas de vida autobiográficas, y los grandes viajes audiovisuales hechos libros, que no dejan de ser una experiencia didáctica que invita a discernir matices.
Ahora mismo vuelvo una y otra vez a la función comunicativa de las fotografías de César Sanz Marcos, que hacen vibrar el alma del paisaje en la maravilla que titula «río Duero, río Duero», prologado (los prólogos sin duda son un capítulo aparte) por el gran Julio Llamazares, quien me firmó un ejemplar de  'El río del olvido' en el paraninfo de la Complutense de la calle San Bernardo, una tarde inolvidable.
Atesoro tiempos de calidad reconfortante por pasajes relevantes y amables lugares digitales , descubriendo voces consagradas y noveles que emancipan. Auténticas brújulas en un rompecabezas de miles de piezas que cobran vida ante un legado creativo de recursos sonoros.Más allá de las búsquedas personales y los tonos vitalistas de cada género de esos libros que transforman, hoy elijo más aquellos que me invitan inevitablemente y de manera irresistible a sonreír, a reír y hasta a echar una carcajada estrepitosa.
Con la custodia intransferible de nuestras vidas lectoras, estoy segurísima que muchos títulos nos aguardan aún, así como algún puente para volver a cruzar y disfrutar de la relectura que honra una nueva oportunidad para reencontrarnos, por ejemplo, engarzados en un paseo de Domingo por las últimas callejas del pueblo con los espejos de azabache de los ojos de Platero, cuyo trotecillo alegre y suelto en el prado nos supo regalar «su amo», Juan Ramón Jiménez.
Abril en la capital argentina  también acoge la Feria Internacional del Libro, reunión de autores y lectores que el próximo año celebrará su medio siglo. En un mes que honra nuestro idioma con lecturas cervantinas, recupero las de 'El Quijote', durante la Semana del Libro en el Círculo de Bellas Artes de Madrid vivencias que trascienden mis letras de hoy por aquí.