La escuela de vuelos acrobáticos que operaba en Garray se ha marchado definitivamente. Una decisión motivada por las quejas de algunos vecinos de localidades próximas a las instalaciones. Con ello, el número de operaciones ha caído drásticamente en apenas una semana, pasando de 20 entre despegues y aterrizajes a sólo 5 al día.
La semana pasada se produjeron los últimos vuelos, con pilotos "de Francia y Polonia", tal y como señala el director de operaciones del Aeródromo de Garray. Según Sebastian Popa, han sido una treintena de pilotos de hasta diez países los que venían a entrenar a las instalaciones, con el impacto económico que suponía para todo el entorno. "Hay una competición entre los aeródromos para atraer cuantas más actividades, entonces para nosotros era un logro", añade.
Deja Garray y se marcha a Teruel debido a las protestas vecinales por los ruidos de estos aviones. Juan Cabañero, consejero delegado de Airpull Aviation, empresa gestora del aeródromo, afirma que "tuvimos muchas quejas, mantuvimos una reunión con el sugdelegado del Gobierno que vive en Garray y lideraba una asociación o los vecinos se habían juntado en torno a esta persona".
Desde la Diputación de Soria son tajantes: "están por debajo de los parámetros exigidos por la Ley del Ruido", asegura José Antonio de Miguel, diputado delegado del ATI, tras los informes encargados por la institución provincial.
Y mantienen su apuesta por el aeródromo, aunque la ampliación de la pista sigue acumulando retraso porque falta el visto bueno a la evaluación ambiental del proyecto por parte de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. "Hemos perdido oportunidades -lamenta De Miguel-, si la tramitación se alarga sería difícil comenzar las obras en este año 2022".
Todo cuando se cumple un año del aterrizaje de los Hércules, aviones militares que reciben labores de mantenimiento periódicamente porque todavía no está claro que vayan a ser transformados en el aeródromo garreño