Las aves tropicales cantan la mañana mientras en la terraza contemplo la floresta que me rodea aquí, en Kenia, antes de ir a impartir una conferencia... Ayer pude contemplar cómo los monos se acercaban a la autovía, pasaron leonas a menos de dos metros del coche que me llevaba, sin ventanas, todo al abierto... Y aquí la herida de la colonización está todavía abierta, aunque mucho se lea a Karen Blixen y acudamos por millares a visitar su finca colonial, sus muebles y sus recuerdos de África. Fuera de la lengua inglesa apenas dejó la corona británica algo más que el ferrocarril, explotándolos, y para hacerlo murieron decenas de personas, al menos casi treinta hindúes devorados por los leones... No es lo mismo la América Hispánica, donde se construía para siempre catedrales y universidades, como en las islas del rey Felipe, en nuestro Oriente, pues también lo mismo se hacía en Filipinas, eran parte de España. Aquí, en cambio, azotaban a los criados kikuyus, en tierras arrasadas por la esclavitud primero por árabes y luego por europeos para poblar América con miles de almas desgarradas.
El actual ministro de cultura anunció una revisión de los museos estatales. Miedo da pensarlo. Dice que quieren revisar las colecciones estatales para «superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas», Urtasun parece que desea comenzar con el festín censurador por el Museo de Antropología y el de América. ¿Devolverán piezas? España firmó compromisos internacionales, pero ¿vaciarán nuestros museos?
El mismo ministro quiere destinar fondos a proteger el asturiano y el aragonés, bable y fabla... Mientras, aquí, con decenas de lenguas entre diversas tribus o regiones, todos se alegran de tener el inglés como vehículo común de comunicación, además del swahili... Occidente se está suicidando mientras el resto del mundo pretende imitarlo. Nairobi, una ciudad intransitable para un blanco, moviéndose con chóferes autorizados para no sufrir asaltos, de puerta a puerta, muestra un gran desarrollo económico junto a una inmensa, terrible miseria.
Es hermoso contemplar cómo la primera reserva natural de África, donde los rinocerontes pastan junto al camino que uno toma con su conductor y guía, sobreviven gracias a las ideas elaboradas durante siglos por Occidente, para conservar la naturaleza, idea que aquí no se tenía, aunque también nació por el abuso de los cazadores blancos que disparaban sin freno a todo tipo de animales, llevándose como trofeo sus colmillos, cuernos o pieles, y a veces ni siquiera eso.
La pobreza impone un sentido común ajeno a quienes viven y las prioridades entonces son claras. Comunistas, desde la abundancia, como sucede con nuestro gobierno, protestan desde poltronas y reclaman. Aquí se han salvado los animales gracias al turismo y millones de visitantes, mientras en España la economía se hunde en las clases medias: fieras internacionales nos devoran.