No es el Sacromonte, no es Jerez, pero Soria también vibra por soleás, tientos, fandagos, bulerías o seguiriyas. La Soria «árida y fría» que cantó Machado se alinea con el sagrado triángulo del 'duende', entre Extremadura, Andalucía y Murcia, extendiendo hacia sí los tablaos madrileños y erigiéndose como última parada mesetaria de un género musical, Patrimonio de la Humanidad. La capital soriana no es, a priori, «un territorio tradicional flamenco», reconoce la concejala de Cultura en el Ayuntamiento de Soria, Gloria Gonzalo, pero este arte universal sí ha encontrado en ella «un espacio propio y un público muy fiel que ha ido a más» en los últimos años.
Mucha 'culpa' de ello la tiene la Asociación Cultural Taurina Celtiberia que las pasadas Navidades celebró su velada flamenca número 27. «Hemos llegado a crear afición», reivindica Adolfo Sainz, miembro de Celtiberia. Aunque todo comenzó, en realidad, como algo puramente 'egoísta'. «Nos gustaba mucho el flamenco», relata, y dado que no era habitual que se celebraran conciertos de este tipo en Soria, decidieron organizarlos ellos «trayendo a la gente que nos gustaba». Desde aquel primer concierto en 1994 ultimado «con mucho cariño» en el salón de juego del Casino, con El Pescao y la bailaora María Carrasco como anfitriones, han pasado grandes figuras, célebres y muy conocidas como Rancapino, que actuó en las Veladas Flamencas de Celtiberia en dos ocasiones, Chano Lobato o los grandes guitarristas Antonio Higuero, Fernando Moreno o Joselito Gálvez, pero también otros cantaores e intérpretes no tan conocidos aunque garantes del flamenco más puro, «el que más nos gusta, el de Jerez o Cádiz», recalca Sainz. Poco a poco lograron crear 'hambre' de flamenco en Soria cuando «no estaba como ahora de moda» y se veía como algo incluso algo rancio y muy alejado de la modernidad. Dos décadas después de comenzar su andadura, las Veladas Flamencas de Celtíbera son un éxito. «Tenemos nuestro público y estamos contentos», señala.
Lo que empezó siendo conciertos de formato muy íntimo en el Casino Círculo Amistad Numancia, como aquel de Rancapino en un salón Gerardo Diego «aún con los sillones rojos por todos lados», rememora Sainz, han pasado a ser actuaciones más multitudinarias que se celebran ya en el Centro Cultural Palacio de la Audiencia. En la última Velada las pasadas Navidades, protagonizada por Lele Soto y Antonio Malena, se dieron cita más de 350 personas.
Aunque tienen aún la espinita clavada de no haber podido contar finalmente con Enrique Morente, que iba a ser la gran estrella de la Velada Flamenca del Ciclo navideño de 1995-1996. «Al final, no pudo venir», señala Sainz, aunque quedó para el recuerdo aquel «precioso» cartel promocional del evento «que nos hizo Alfonso Pérez Plaza».
De todos estos años flamencos, Celtiberia atesora grandes momentos como haber contado con Fernando Terremoto en su sexta edición y con su hija María Terremoto en la 22º, en la Navidad de 2024; lo extraordinarias que fueron las actuaciones de Chano Lobato, «para el que se llegó a pedir el Nobel de Literatura por lo divertidísimo que era», recuerda Sainz; o el año en el que «hubo bastante cachondeo porque trajimos a Rafael Jiménez, 'El Falo, acompañado del guitarrista apodado 'El Paquete'».
Es verdad. Empezó siendo un 'anzuelo' para conseguir atraer nuevos públicos y se ha convertido poco a poco en una presencia «casi obligatoria» en el Festival Otoño Musical Soriano (FOMS). Y ya se sabe, insiste su director, José Manuel Aceña, «el flamenco es como la tónica: cuanto más la pruebas, más te gusta», declara con sentido del humor. Desde que en el año 2003 José Menese inauguró los conciertos flamencos del Otoño Musical, han pasado por él «los más grandes», los más conocidos, los más mediáticos. Desde Paco de Lucía en 2007, pasando por José Merced, Miguel Poveda, Diego 'El Cigala', Estrella Morente o grandes bailaoras como Sara Baras o María Pagés. Ya desde aquella primera experiencia flamenca con José Menese, «que nos encajaba muy bien porque venía con orquesta de cámara, vimos que tenía su atracción». Cumplió su función de acercar el Otoño Musical a otros públicos aunque, asegura con humor Aceña, «ahora éstos nos exigen que les tengamos en cuenta y que les demos más flamenco». Por supuesto, avanza el director del FOMS, este año verán cumplidas sus expectativas. «Habrá flamenco muy interesante y en la línea de figuras muy conocidas», indica.
Lo que está claro, determina la concejala de Cultura en el Ayuntamiento de la capital, es que todos los palos del flamenco tienen cabida en un público soriano cada vez más entregado a la experiencia de conocer y disfrutar de este arte. De ahí que sea importante «fortalecer la presencia del flamenco» en Soria. Es ahí donde surge Transfusión Flamenca.
Frente al «flamenco más puro» que proponen las Veladas navideñas de Celtiberia o los grandes conciertos del Otoño Musical, «Transfusión Flamenca es otra cosa», argumenta Gloria Gonzalo, la demostración de que «el flamenco es mucho más que música y baile, que es una manifestación artística que tiene carácter universal». De ahí que se exploren en él no sólo la interacción entre diferentes artistas, sino, además, su «mestizaje» y su enfoque «inclusivo». El próximo 6 de abril dará comienzo su segunda edición de este festival organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Soria. Tras una exitosa primera experiencia, este año se amplía y gana terreno en la calle, con un concierto inaugural de Maui que tendrá lugar en la plaza de Mariano Granados. Pero habrá otros escenarios. El lunes 7 proseguirá con la actuación de Pedro 'El Granaíno' y Juan Carmona en el Espacio Cultural Santa Clara y se cerrará el martes 8 de abril, en el Centro Cultural Palacio de la Audiencia, con el espectáculo De Morente a Amaya en el que Kiki Morente y Karime Amaya estarán acompañados de grandes músicos como David 'El Galli', Eleazar Cerreduela, Luis Habichuela o José Manuel Motos, así como el bailaor José Manuel 'El Oruco'. Gonzalo señala que el objetivo es, «como dicen los flamencos, que haya juerga» con mucha gente «muy buena» que compartirá con el público soriano «proyectos muy personales». La venta de entradas, asegura Gonzalo, va a muy buen ritmo algo que parece demostrar que Soria se ha dejado imbuir de la pasión por esas «músicas magas de mi tierra» de las que hablaba Machado.