Estamos ya en Adviento, un periodo religioso y litúrgico que a muchos ya no les dice nada o muy poco. Su celebración e influencia han quedado reducidas al ámbito cristiano y sepultadas por las inminentes navidades y todo lo que estas fiestas significan, especialmente en lo tocante a lo material: regalos, cenas, turrones…. ¿Quién se acuerda estos días de que Adviento significa, durante cuatro semanas, preparación para el próximo nacimiento del Niño Jesús? Que levante el dedo el que lo tenga asumido. Sin embargo, hay otro aspecto del Adviento que viene muy al pelo en estos momentos y en estas circunstancias. Es tiempo –nos dicen desde la Iglesia– de pensamiento y reflexión. Nada más y nada menos. El pensamiento y la reflexión no son (o no deberían serlo) privativos de nadie, ni siquiera de quien reclama o lo ha incluido en sus consejos o mandatos. Estos principios tendrían que ser universales, indiscutibles, asumidos por todos como necesarios para dar pasos hacia una sociedad más humana, más solidaria. ¿Qué tal ponernos a reflexionar, aunque sea unos minutos al día, sobre lo que hacemos, lo que podemos hacer, lo que nos ayudará a mejorar a nosotros, al prójimo y a nuestro entorno? ¿Qué tal pensar, aunque sea brevemente, en si nuestra postura es la correcta, si estamos o felices con nuestro comportamiento, con la sociedad que estamos creando, con las guerras salvajes, con el terrorismo en el sacrosanto nombre de la Patria o de tal o cual Dios? Seguramente, llegaríamos a conclusiones muy interesantes y, sobre todo, positivas. Todos lamentamos que vivimos demasiado deprisa, que nos movemos entre crispación, agresividad, estrés, pero no hacemos nada (o casi) por evitarlo. Como tampoco solemos mover ni un dedo por acabar, o paliar, las injusticias, las desigualdades, las diferencias que llevan a unos a acumular poder y riqueza y a otros conducen a la miseria, el hambre y la muerte. Siempre es necesario pensar en estos asuntos, pero Adviento es un tiempo especial, aunque uno no sea creyente. No lo desperdiciemos. Reflexionar algo mejorará mucho nuestras vidas.