A principios de semana, dos pollos de buitre leonado se recuperaban en el voladero grande del Centro de Recepción de Fauna (CRF) de Valonsadero. En esta época hay menos trasiego de animales en las instalaciones, donde se acoge mayor volumen de ejemplares meses después de la explosión demográfica de la primavera, cuando pollos o cachorros indefensos se encuentran en ese momento crítico de aprender a valerse por sí mismos (volar, salir de una madriguera para explorar el exterior...). A veces están perdidos y agentes medioambientales o particulares los recogen -o avisan- para darles la oportunidad de vivir y regresar a su hábitat una vez recuperados. Rescatar, atender y soltar. Parece sencillo, pero «lleva mucho trabajo que hacemos encantados porque es nuestro objetivo: ayudar a mantener, y si se puede aumentar, la fauna de la provincia de Soria», destaca Loli García, técnico de la Sección de Espacios Naturales, Flora y Fauna del Servicio Territorial de Medio Ambiente.
En esta tarea están implicadas diferentes personas, principalmente porque no es la única que se desarrolla en el CRF, aunque a primera vista es la más visible solamente por las cifras:el espacio recibe anualmente «más de un millar» de ejemplares de todo tipo de fauna silvestre, «lo que más aves rapaces». El año pasado fueron 1.064 los animales recepcionados, de los que 168 llegaron con vida. El resto fueron recogidos como cadáver, con la electrocución, el disparo, el atropello o una colisión como principales causas de muerte. De esos más de mil ejemplares, 537 se derivaron al Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) de Burgos donde se les presta atención veterinaria o se les hace una necropsia o análisis para conocer las causas de su muerte. Por ejemplo, el año pasado se tomaron siete muestras para analizar por posibles intoxicaciones y vertidos en el campo.
mejoras. El CRF de Valonsadero cuenta con tres agentes medioambientales: Fernando González, que se encarga de todo el vivero; José Luis Velasco y Víctor Arribas. Junto a este último y Loli García El Día de Soria recorre las instalaciones, donde próximamente se acometerán mejoras, y se acerca al trabajo de estos profesionales de la naturaleza. Recientemente, la Consejería de Medio Ambiente ha otorgado a estos espacios unas partidas para su modernización. En el caso del de Soria la cuantía asciende a 70.000 euros, que servirán para renovar las instalaciones, acondicionar el vivero, acometer tomas de agua -también para los voladeros-, colocar señalización para el itinerario de los árboles, además de poner a punto la charca exterior.
Pero una de las actuaciones más novedosas es la futura instalación del módulo de recepción que, como explica la técnico de la Sección de Espacios Naturales, se colocará a la entrada del centro y constará de tres receptáculos para que los particulares que se encuentren algún animal salvaje puedan depositarlo desde el exterior. Una vez en esas jaulas, los agentes medioambientales podrán recogerlos y darles «una primera atención» en la que valorarán si los derivan al CRAS de Burgos (si presentan alguna herida, rotura, signo de enfermedad o vulnerabilidad o se necesita necropsia) o pueden ofrecerles asistencia no veterinaria en el centro de Valonsadero (hidratación y alimentación) hasta que estén en condiciones de ser devueltos a su hábitat. Porque el espacio no cuenta con servicio veterinario a pesar de que, explica García al ser cuestionada sobre su necesidad, sería de interés «para poder eutanasiar a animales heridos sin posibilidad de recuperación, porque así se les evita el viaje hasta Burgos, y para algunas especies singulares protegidas, como el milano real o el alimoche, para poderles dar una atención más rápida».
invasoras. En las instalaciones de Valonsadero, como su nombre indica, recepcionan especies silvestres no domésticas, además de invasoras, como reptiles o tortugas, así como hurones o comadrejas. Cuando hay un aviso de un nido de avispa asiática se atiende, pero no se quita el nido. Lo que se hace es «apoyar para identificar y poner en marcha mecanismos para su retirada». Además, desarrollan una labor de control de la población de visón americano, otra de las grandes especies invasoras, al que capturan y se eutanasia «de forma indolora de acuerdo a la Ley de Bienestar Animal». Lo hacen, razona la técnico de la Sección de Espacios Naturales, porque es «muy perjudicial para los sistemas acuáticos, se come las puestas de muchas aves y reptiles, y ocupa el hábitat del visón europeo, en peligro de extinción en situación crítica, y del desmán, que tendrá en breve la misma protección; está en trámite».
Porque las especies invasoras conforman un peligro para la biodiversidad local y cada animal debe estar en su entorno natural, García insiste en la necesidad de que los ciudadanos «no liberen en el medio natural especies exóticas» que muchas veces tienen en casa aunque no se pueda. Lo mejor es llevarlas al CRF de Valonsadero, que las derivará al CRAS de Burgos para que puedan continuar viviendo en algún centro zoológico adaptado a sus necesidades y con cuidados adecuados.
otras actividades. Además de los animales vulnerables, en las instalaciones de Valonsadero también recogen «aves con equipos de GPS pertenecientes a proyectos de investigación sobre rutas migratorias o para conocer las costumbres» de estos ejemplares después de que les avisen los propios investigadores. Asimismo, contribuyen al desarrollo de censos de diversos animales con medios propios, principalmente «invertebrados, aves acuáticas, perdiz pardilla, esteparias, aves forestales amenazadas (milano real), aves rupícolas y mamíferos (visón europeo y lobo)», y desde hace tres años están haciendo «un seguimiento de cría de quebrantahuesos». Sobre esto último esperan «que pronto podamos dar la noticia de que ha criado el primer quebrantahuesos» en Soria.
Liberar siempre es una satisfacción porque se reintroduce a un animal en su entorno. Cuando es un particular el que ha dado el aviso o lo ha llevado al centro, una vez recuperado se le permite bien soltarlo o estar presente en el acto. Hace un tiempo liberaron a una hembra de buitre leonado con la que «nos habíamos encariñado, hasta le pusimos nombre: Truco». Aparentemente no tenía signos de enfermedad, pero resultó estar intoxicada, y «se salvó, se anilló (algo que se hace habitualmente para conocer su procedencia) y ahora es libre». Pronto harán lo mismo los dos pollos de buitre que esperan su recuperación en el voladero.