"Internet está modificando [los medios] y más con la IA"

Sonia Almoguera
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El prestigioso periodista soriano, que ha cubierto grandes acontecimientos a lo largo de su trayectoria profesional, fue el encargado de abrir un proyecto interdisciplinar del Colegio Escolapios para dar a conocer la labor de los reporteros de guerra

"Internet está modificando [los medios] y más con la IA" - Foto: E.G.M Eugenio Gutiérrez Martínez

Carmelo Machín, prestigioso periodista soriano, ya jubilado, fue el encargado de abrir la semana pasada el proyecto interdisciplinar del Colegio Escolapios dedicado a los reporteros de guerra. Ante sus alumnos de ESO compartió su experiencia en grandes conflictos armados como el Golfo Pérsico (la que más prestigio profesional le reportó), Ruanda (su cobertura más difícil a nivel personal), entre otros, así como su labor en grandes corresponsalías como Moscú y Washington.  

¿Qué tal la experiencia con los estudiantes del Colegio Escolapios?

Fue muy interesante. Están cambiando los parámetros por los que se ha movido el mundo de una manera muy drástica y no sé si ellos son conscientes de estos tiempos históricos que están viviendo. 

Los jóvenes parece que no tienen a los medios de comunicación entre sus referentes informativos...

Creo que estamos viviendo una transformación muy importante. Internet lo está cambiando todo y creo que todavía lo va a cambiar más con la conjunción entre internet y la Inteligencia Artificial (IA).  

Ahora prima la información espectáculo. No vale sólo con informar...

Efectivamente. Lo que se llama el 'infoentertaiment'. Está muy bien, porque la información necesita clientes, pero hay cuestiones de las que hay que informar que son complicadas y no suelen ser divertidas. 

Hablaba antes de lo que han cambiando los medios. ¿Cómo eran antes?

Era todo menos tecnificado, evidentemente. En la primera Guerra del Golfo se necesitaban seis personas para manejar los equipos, algunos millones de pesetas de aquel entonces para comprar un instrumental que casi nadie tenía y que eran centenas de kilos y maletones. Ahora todo eso lo puedes hacer con un simple móvil. También ahora cualquier periódico o emisora es accesible desde prácticamente cualquier lugar del mundo. Antes sólo lo eran los de tu ciudad. En estos momentos sí que es cierto lo que decía McLuhan del happening simultáneo en la aldea global.

Y ahora parece que cualquiera puede ser periodista...

Los periodistas contábamos lo que otros tenían que contar. En estos momentos, cualquiera puede contarlo [directamente]. 

Hablaba antes de la inteligencia artificial y no sé si dentro de poco la propia inteligencia escribirá las noticias y hará los reportajes…

No. Con todos los inconvenientes y ventajas que pueda tener, yo creo que será un avance más. La intervención de las personas es insustituible. Probablemente, con la inteligencia artificial se pondrán hacer periódicos o programas de televisión, pero tendrá que haber alguien que sepa dónde quiera ir y que dirija todo ese proceso.

Ha sido testigo de grandes hechos históricos. ¿Cómo recuerda aquellos años?

A veces digo que he sido testigo de demasiados [ríe]. Han sido demasiados y algunos mejor no haberlos vivido. Por ejemplo, el covid, la llegada de Trump por segunda vez a la Casa Blanca, las guerras que me ha tocado vivir, las dos del Golfo, el genocidio de Ruanda, Chechenia… Pero no me quejo porque profesionalmente ha sido interesante y me ha dado un cierto nombre en la profesión..

¿Cuál fue cobertura más difícil?

La más dura personalmente fue muy fácil periodísticamente: las masacres de Ruanda. Era muy fácil hacer información porque ponías la cámara en el suelo y ella sólo hacía una buena crónica, pero fue muy duro, dramático. A la vuelta hubo un tiempo que lo pasé mal. Y, por el contrario, el peor trabajo periodístico que yo he hecho fue la primera Guerra de Irak, pero me dio mucha fama. En aquellos momentos todo el mundo quería saber, pero no pudimos estar en ningún sitio y nos contaron unas trolas bastante importantes. Teníamos audiencias de ocho o 10 millones de televidentes en los telediarios, pero a mí es una de las coberturas que menos me ha gustado. 

Ser reportero de guerra es duro pero, ¿también adictivo?

No me considero un reportero de guerra. Yo soy un periodista al que le ha tocado ir a algunas guerras. Es un periodismo de altura, un periodismo que da prestigio y que marca, eso sí. 

También fue corresponsal en Moscú y en Washington y quería preguntale cómo ve ahora este cambio de orden mundial en prácticamente 15 días, con Putin y Trump tan amigos y con Zelensky abroncado en el Despacho Oval…

Donald Trump le ha dado un cambio a la política exterior de los Estados Unidos. Es muy sorpresivo y las consecuencias no tengo claras cuáles serán. Trump me parece un perfecto imbécil. Es un desastre como persona y más como presidente de los Estados Unidos. No olvidemos que este señor es un delincuente y que en condiciones normales, si el sistema judicial estadounidense hubiese hecho el trabajo, estaría condenado y, seguramente, no hubiera podido presentarse a las elecciones. Lo preocupante es que la sociedad de ese país haya elegido a este sujeto y que su vicepresidente sea una persona de unas ideas, yo creo, que más peligrosas y es mucho más joven.

Y parece que, como fuera de los focos, pero muy presente, está China...

Con este acercamiento que está habiendo entre Rusia y los Estados Unidos, hablando en términos un poco vulgares, China tiene que tener un ataque de cuernos. Lo que está claro es que es una potencia, primero demográfica, industrial, comercial y militar, no sé si a la altura de los Estados Unidos, pero muy superior a la de Rusia, por supuesto. Lo hemos visto no hace mucho con la inteligencia artificial china, Deepseek, que, de repente, ha hecho temblar todos los instrumentos de inteligencia artificial de los Estados Unidos porque ha conseguido tan buenos resultados o mejores con unos precios muchos más baratos. Eso por parte China, pero hay otras potencias, no nos olvidemos. Está India, de la que se está hablando bastante poco. Tiene 1.300 millones de habitantes, ojo. Es también potencia nuclear. Está teniendo también unos desarrollos tecnológicos muy importantes… Yo creo que no es un mundo triangular ni mucho menos, es mucho más global.

Se han cumplido cinco años de la pandemia de covid–19, ¿cómo vivió aquel momento que no tenía parangón con nada hasta entonces?

Lo viví muy mal [ríe]. Me contagié en los primeros meses, a mediados-finales de marzo estaba ingresado, a punto de morir. Estuve 50 días ingresado, perdí veintitantos kilos. De alguna manera, la sociedad mundial ha pasado un fenómeno, una peste, que nos ha cambiado por completo la forma de ver la vida. La sociedad no es la misma ni mucho menos, al margen de las consecuencias que tuvo, muertes, desconfianza…

¿Nos hemos olvidado?

Te puedo asegurar que yo no [ríe]. Los traumas se quedan en un segundo nivel, pero están ahí. 

Se define como un soriano de vacaciones. ¿Cómo sigue siendo tu vinculación con la provincia?

Nací en Ólvega. Mi padre era guardia civil y lo destinaron allí. De ahí nos trasladaron a Vinuesa, donde falleció. Me volví con cuatro años y pico a Yanguas, el pueblo de mi madre. Allí me crié y es ahí donde tenemos una pequeña casa. Lo considero mi pueblo. Voy allí prácticamente todos los años, sobre todo en verano. En Yanguas cargo pilas, veo a la gente que conozco, aunque cada vez son menos. Me gusta mucho. Es mi tierra. A pesar de que dejé de fumar y el periodismo [ríe], y me sientan bien las dos cosas [ríe], sigo leyendo periódicos y a través de internet veo desde la prensa internacional hasta la local de Soria… Por lo menos titulares.