Con el solsticio de verano veo yo también la luz al final del túnel. Y seguro es la luz de ese sol sanjuanero que alegra Soria por junio.
Después de meses en lucha contra mi cáncer y sus metástasis, de mi paso por dos hospitales con sus distintos tratamientos y dos operaciones llamémosle 'serias', aquí estoy con los lectores de El Día de Soria tal y como prometí al comienzo de este periplo de sanación.
Ha sido también un periodo de aprendizaje. Tomas conciencia del cariño que te tiene mucha gente, y lo más importante: para qué sirve este cariño. No sirve para atesorarlo, es para usarlo, es el empujón en el sillín de la bicicleta en esos tramos de la cuesta que se hacen duros. Es la adquisición del compromiso de que hay que quedarse para devolver ese cariño y más.
Aprendes que el cáncer no es tan asesino como lo pintan si estás en manos de profesionales. Aprendes muchas cosas buenas como que la mejor medicina la tenemos nosotros mismos en la cabeza.
A veces sufren más nuestras familias y allegados que nosotros mismos. Y es que hay deudas que son imposibles pagar. El día que me diagnosticaron la enfermedad también encontré un ángel en mi cama, un ángel que ha dejado las plumas por acompañarme y las alas para enseñarme el mundo de las emociones.
Quiero que está columna cuente que hoy en día el cáncer se cura. Sus tratamientos son muy efectivos y los profesionales son estupendos. La prevención es fundamental para su diagnóstico precoz y que no se llegue más que al susto. Y si te toca pasarlo cuenta con las asociaciones contra el cáncer y su encomiable labor. Y cuenta conmigo si me necesitas.
Y para todos, vivir el día a día disfrutando de vuestra vida, familia. Trabaja para vivir y no al contrario, haz feliz a tu entorno, es el único egoísmo bueno que conozco, porque haciendo feliz a la gente tú te sentirás feliz. Solo te pido que hagas todo esto sin hacer el mal a nadie, por ningún concepto.
En fin, haz un camino alegre tú paso de la pasión a la pensión.