Han trascendido el tiempo y los cambios sociales. 90 años después del estreno de la primera composición festiva de Francisco García Muñoz (1908-1996), don Paco, y Jesús Hernández de la Iglesia (1906-1995), don Jesús, las sanjuaneras siguen pasando de padres a hijos, de abuelos a nietos, un «fuerte arraigo» que, como asegura Paquita García Redondo, hija de don Paco, hace muy difícil entender y concebir las fiestas de San Juan sin estas populares obras. «Los festejos cambian, todo evoluciona, pero hay cosas que perviven y creo que cada sanjuanera habla de cosas específicas de las fiestas que tienen todavía vigencia», explica.
Desde 1934, con Viva el jurao, hasta Que son cinco días, estrenada en el año 1989, compositor y letrista alumbraron más de 30 canciones que se convirtieron año a año no sólo en la banda sonora de acompañamiento de los sanjuanes, sino también en una herramienta didáctica sobre la singularidad de las fiestas de cara a las generaciones más jóvenes e incluso en la memoria de las tradiciones festivas gracias a que describen las motivaciones «de cada día» a ritmo de pasodoble (A La Compra, Las Bailas, Los Agés), de vals (Salta, Isidoro; Domingo de Calderas) y otros estilos (Jota de San Juan).
«Fíjate» apunta Paquita García Redondo, «cuando yo nací ya existían las sanjuaneras». Formaban parte de la vida festiva de una ciudad que esperaba anhelante cada nueva obra de don Paco y don Jesús, agrega. Llegado el mes de mayo, Hernández de la Iglesia se dejaba caer por la casa de García Muñoz con unas cuartillas en la que había escrito algunas coplillas con diferentes versos. «Mi padre estudiaba lo que la letra pedía», el ritmo, el tempo…y poco a poco «se iba cambiando la letra a la vez que se modificaba la música», explica Paquita. Se reunían los domingos, se encerraban en una habitación para trabajar. «Opinaban los dos», añade. Paquita recuerda con mucha emoción aquellas sesiones de trabajo en las que ella y sus hermanas tenían la suerte de contemplar ese proceso creativo de los dos amigos. Ella tenía «siete u ocho años» y su padre le enseñaba cómo iba avanzando el trabajo de cada canción y hasta le pedía consejo. «Imagínate, yo sólo tenía buen oído y sabía la poca música que nos había enseñado. Parece mentira que se fiara de mí», rememora. Cada estreno era todo un acontecimiento.
composiciones «bellísimas»
las favoritas
A su condición de soriana y sanjuanera, Paquita añade también la faceta de hija y admiradora de unas canciones que, reitera, supieron captar la esencia de su tiempo y, a la vez, seguir amenizando y guiando el devenir de las fiestas con melodías y letras muy pegadizas. A lo largo de esos 55 años en los que García Muñoz y Hernández de la Iglesia construyeron la banda sonora sanjuanera también experimentaron una evolución. Las últimas tres En Valonsadero, Sin clases ni edades y Que son cinco días, son quizá «las más maduras en el sentido armónico», opina García Redondo. «Mi padre ha escrito melodías muy bonitas, la melodía es bellísima siempre, y estas últimas son las mejores instrumentalmente», añade. Pero, entre sus favoritas se encuentran, por el contrario, muchas de las primeras: Las Bailas, Viernes de Toros, A La Saca… «A La Compra me emociona. Siempre se me saltan las lágrimas, es una canción que me llega muy adentro», apunta.
Muchas de las sanjuaneras que compusieron don Paco y don Jesús han acabado sumándose al repertorio habitual de muchas charangas festivas y agrupaciones musicales algo que también ha hecho que las obras de don Paco y don Jesús viajen y sean escuchadas en muy distintos puntos de la geografía nacional. En ocasiones, incluso, dando pie a apropiamientos indebidos que vulneran la Ley de Propiedad Intelectual. Son, cosas que duelen «y que sientan muy mal» asegura, como, por ejemplo, escuchar en YouTube «Fiestas de San Juan apoderándose de la melodía con otro nombre». Las sanjuaneras, alega, son también patrimonio inmaterial de las fiestas.