Jamás un político ha degradado tanto el nombre de España, jamás un presidente de gobierno ha impuesto sus intereses personales dejando al margen al parlamento, jamás se ha hecho tanto daño a la democracia española que tanto ha costado conseguir. Entre otros, gracias al esfuerzo también, muy importante, del partido al que pertenece al presidente. Jamás han sufrido los españoles la humillación de ver a su jefe de gobierno absolutamente genuflexo ante un prófugo de la justicia, ante un político cuyo objetivo es independizarse de España y abolir la Constitución.
Ha sido una rendición, en toda regla, una capitulación, ante quienes atentan contra la estabilidad de España, contra sus instituciones, contra sus leyes y su Justicia. Pedro Sánchez, que ya había dado pruebas de amoralidad, ha ido aún más lejos al ceder ante unos chantajistas que han delinquido contra el Estado. Se ha sometido por un puñado de votos, siete, que le permiten seguir al frente del gobierno. Jamás en la historia de la democracia española se ha visto una ignominia semejante.
Es aterrador pensar dónde ha puesto Sánchez a los españoles ante un Puigdemont que ha conseguido todo aquello que pretendía. Amnistía, referéndum, financiación privilegiada para Cataluña, un mediador internacional que supervise lo pactado entre Sánchez y Puigdemont, colocando a Cataluña al mismo nivel que España, como si fuera un país independiente, y consiguiendo también que la justicia española no pueda actuar ante decisiones políticas aunque sean contrarias a la Constitución.
Pedro Sánchez Pérez - Castejón es una vergüenza para España. Incluso una vergüenza para Europa, donde ya empiezan a analizar cómo pueden actuar las instituciones de la UE para impedir que un país miembro se salte el Tratado que recoge sus normas, aplique la amnistía a conveniencia y utilice mecanismos europeos, incluido los financieros, para someterse a unos personajes que actúan al margen de la ley. De hecho, a las pocas horas de conocerse el texto del acuerdo entre Junts y el gobierno, la ANC ha anunciado que pedirá al parlamento catalán que reactive la declaración de independencia.
¿Dónde están los socialistas? Felipe González grabó el miércoles una larga declaración en la que sin pronunciar el nombre de Sánchez expresaba su rechazo absoluto a lo que presumía que se iba a producir este jueves, y no acertó en su pronóstico: Sánchez ha ido mucho más allá de lo que imaginaba el expresidente, ha cedido en todo ante un Puigdemont que no ha hecho una sola concesión que aliviaría el intenso dolor que sentimos hoy millones de españoles ante un jefe de gobierno que ha engañado a sus votantes. Y que ha pactado con políticos fugados y condenados por la justicia lo que ningún político con un mínimo de moralidad, de respeto a sí mismo y a los demás, con un mínimo de dignidad, habría aceptado nunca.
¿Cómo es posible que no haya un solo ministro -entre ellos tres jueces- que no hayan rechazado taxativamente las imposiciones de Puigdemont? El socialismo de Sánchez se ha convertido en un partido de fanáticos abducidos por un dirigente que solo se mueve por su propio interés. Si hace falta matar, mata. De momento, ha matado al Estado de Derecho.