Víctor Arribas

VERDADES ARRIESGADAS

Víctor Arribas

Periodista


Acumular la incidencia

30/01/2022

La estadística es la ciencia que concluye, tras sesudos estudios empíricos, que si yo me como dos pollos y usted, apreciado lector, no se come ninguno, nos hemos comido un pollo cada uno. Aunque su estómago se haya quedado más vacío que el hemiciclo del Congreso durante el debate de las leyes segundonas. Es así desde los tiempos de Thomas Bayes, uno de los padres de la estadística moderna. Las cantidades se dividen entre los sujetos, y se establece una conclusión que no hay quien se crea, pero que es válida desde postulados relativos y porcentuales. Con una herramienta como esta, la humanidad afronta la sexta ola del virus, lo mismo que hizo con las cinco anteriores. No hemos aprendido en dos años lo suficiente como para relativizar el poder de la estadística en una enfermedad infectocontagiosa en la que la inmensa mayoría de los casos de infección presentan síntomas leves o cuadros clínicos exentos de síntomas: hemos enviado a su casa diez días a personas en perfectas condiciones para realizar una actividad normal, en su trabajo y en su vida diaria. Ni siquiera a la sexta hemos aprendido que el contagio ya no es el baremo lógico por el que debe medirse esta pandemia, porque los contagios proliferan por millones con un resultado cada vez menos letal y no han conseguido frenarse en los últimos dos meses ni con mascarillas hasta en la calle, ni con cierre de locales nocturnos, ni con cuarentenas, ni con pasaportes, ni mucho menos con toques de queda extemporáneos y a todas luces excesivos. No nos hemos percatado aún de que las claves de la enfermedad en este momento son la vacunación como solución y las hospitalizaciones como termómetro.

En un programa televisivo de los que te entretiene toda la tarde entrevistaron la otra tarde al alcalde de un pequeño pueblo en el que se había disparado la incidencia acumulada por encima de los cinco mil casos por cada cien mil habitantes. El hombre tenía cara de alucinado porque su pedanía apenas tiene treinta vecinos. Cuando la periodista le hablaba de miles de contagios, el regidor se empeñaba en explicar que en el pueblo había seis o siete casos, y que todos ellos estaban bien, con algo de tos y tomando analgésicos convencionales. No hubo forma. La estadística convertía el pueblecito en un foco demoníaco de Covid-19, en un villorrio infectado de forma apocalíptica del que había que salir huyendo paran no ser infectado, cuando la realidad era de una normalidad absoluta en sus calles y entre las familias que plácidamente se calentaban del invierno en sus hogares. Ahora que vamos a "gripalizar" el virus, conviene que también lo despojemos de la dictadura de la incidencia acumulada.