Napoleón recomendaba no distraer al enemigo cuando se equivocaba. Para el caso, a los adversarios políticos cuando solitos se meten ellos mismos en jardines de los que les cuesta luego salir. Basta con analizar la tranquilidad con la que Pedro Sánchez -reconvertido para la ocasión en entrevistador de televisión- ha sustituido los mítines por el plató amigo de Ferraz para entender que está siguiendo la recomendación del Gran Corso observando como el Partido Popular se lía en las negociaciones con Vox.
Los medios no hablan de otra cosa. Solo falta un mes para las elecciones y el PP está desperdiciando el viento de cola que impulsaba la victoria en los comicios de mayo. La precipitación con la que han culminado pactos con Vox en algunas comunidades (Valencia, Baleares) y determinadas concesiones a este partido están en el centro de la polémica porque desbordan el marco centrista en el que se sitúa ideológicamente Alberto Núñez Feijóo.
Dado el escenario de bloques que define el escenario de la política española, el PP, a diferencia del PSOE, dispone de un margen muy limitado para pactar porque salvo el caso de Vox las fuerzas de su entorno (Coalición Canaria, Partido Regionalista de Cantabria, el PAR o Teruel Existe) son minoritarias. Núñez Feijóo insiste en que su ideal sería alcanzar una mayoría suficiente que, llegado el caso, les permitiera gobernar sin depender de nadie. Pero los hechos son lo que son y, salvo un cambio del electorado que retire su apoyo al partido que preside Santiago Abascal, será con ellos con quienes tendrá que contar. Ni que decir tiene que no al precio de renunciar a los principios de un partido como el popular que se reclama de centro-derecha liberal.
La celeridad con la que se conformó el acuerdo que permitirá a los populares gobernar la Comunidad Valenciana, envalentonó a Vox. Como se ha visto en Extremadura, les ha llevado a tensar la cuerda hasta el límite de perder la presidencia de la cámara regional y, probablemente, conseguir que el socialista Guillermo Fernández Vara siga siendo el presidente de esta comunidad.
Al dejar que los barones regionales decidieran las líneas de los pactos con Vox, la dirección nacional del PP se ha visto sobrepasada y hasta cierto punto desconcertada. No quieren romper con Vox porque piensan en qué pasará el día 24 de julio, tras conocer los resultados de las elecciones, pero al mismo tiempo son conscientes de que todo este lío está dando ventaja a un Pedro Sánchez que fue el gran derrotado el 28 de Mayo. En este escenario dan qué pensar las palabras de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, señalando a Vox como "el verdadero colchón de Sánchez".