«Se han quedado sin nada. ¿Cómo no van a estar enfadados?»

Leticia Ortiz
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Soriana, y con orgullo, lleva un mes sin salir de la Comunidad Valenciana y durmiendo apenas cinco horas al día, pero seguirá así el tiempo que haga falta para ayudar a quienes lo necesiten tras una tragedia de una magnitud desconocida hasta ahora

«Se han quedado sin nada. ¿Cómo no van a estar enfadados?» - Foto: Juan Lazaro

Como le ocurrió a Salvador Illa, que tras ser nombrado ministro de Sanidad se encontró con una pandemia mundial, Virginia Barcones nunca esperó como Directora general de Protección Civil y Emergencias del Ministerio del Interior encontrarse con una tragedia de la magnitud de la DANA que ha devastado parte del Levante español. Con jornadas de «18 horas» coordina sobre el terreno (tiene su campamento base en Centro de Coordinación Operativa Integrado de la Comunidad Valenciana) a un equipo multidisclipinar que ahora solo mira al futuro.

¿Cuál sería la fotografía de la situación actual sobre el terreno?

Lo primero que hay que hacer es pedagogía para entender que esta catástrofe es una de las mayores de la historia reciente, no que haya sufrido España, sino que ha sufrido Europa. Y una catástrofe de esta magnitud va teniendo fases y necesidades nuevas. En este momento, la emergencia está centrada en dos cuestiones fundamentales: la extracción de los garajes, con todos los problemas de salud pública que eso puede generar; y después acabar de resolver la retirada de los vehículos que están a lo largo y ancho de todas las ciudades que han sido afectadas. Estamos hablando de una zona muy extensa territorialmente y con muchísima población.

Cuando llegaste a Valencia, ¿te sorprendió la magnitud de la tragedia? 

De alguna manera vas preparado para lo que te vas a encontrar, pero la sensación cuando llegas fue que aquí había caído una bomba. Resultaba casi hasta imposible pensar que esto lo haya podido hacer el agua por el nivel de destrucción absoluta. El escenario es de que se te corta la respiración cuando llegas.

Están siendo jornadas sin descanso para el personal de Emergencias. ¿Cómo están usted y los trabajadores? ¿Cómo se gestiona sobre todo la parte psicológica de todo esto?

Tú fijas tu mente en ser útil y en ayudar, y en concederte muy pocas licencias a nivel personal, porque tienes que gestionar todo el dolor que allí hay. Sabes que tu obligación es ser útil, ese es el objetivo desde las seis de la mañana que empiezas hasta la una de la madrugada que te vas a dormir. Por eso creo que nos hemos concedido, al menos en mi caso, muy pocas licencias a nivel personal. Sin embargo, y de esto hablamos mucho cuando nos preparamos para la gestión de catástrofes, sabemos que es importantísimo tener en cuenta la salud mental de todos los intervinientes. Me lo están diciendo mucho estos días, que también uno se tiene que cuidar y gestionar el dolor y el estrés, pero ese peso de la responsabilidad es el que manda. 

Yo no soy mucho de hablar de cosas personales, pero, por ejemplo, llevo casi un mes fuera de mi casa. Jamás había estado tanto tiempo sin ver a mi hijo. Ese paraguas emocional o ese abrazo de tu familia cuando llegas a casa no lo tienes y no lo puedes tener. Pero es que tienes que tirar para adelante sin pensar eso en ningún momento y tienes que aprender a gestionarlo, saber que es tu obligación y que es tu responsabilidad.

¿Hay algo positivo dentro de una tragedia de este calibre? 

A día de hoy si hay algo positivo, yo no lo encuentro. Esto te cambia para siempre, por lo menos a mí. 

Cuando los damnificados os dicen «nos sentimos solos», ¿desde las instituciones lo entendéis?

Tenemos sobre el terreno el mayor despliegue de efectivos en tiempos de paz a nivel de Fuerzas Armadas, de Policía, de Guardia Civil y de Protección Civil pero, a pesar de ello, este nivel de catástrofe es tan grande y tan difícil de abordar, que yo entiendo el sentimiento de los ciudadanos. Entiendo que estén enfadados, que estén desesperados, que estén cabreados... Cuando estás cada día yendo a los lugares que han estado afectados y llevas allí desde el primer día con la gente, en sus calles y en sus casas, entiendes perfectamente ese sentimiento porque esta catástrofe se ha llevado por delante vidas, familias, casas... Se ha llevado todo lo que tenían.

Es una anécdota. Quizá una tontería. Pero bueno. El otro día subí a una casa y había un niño de ocho años que llevaba un mes sin ir al colegio, y yo le decía que si tenía algún juguete. Y el niño me contestó que tenía un peluche y a su gato. Y mientras, su madre rota, destrozada, porque lo han perdido todo. Le dije al niño que le iba a traer algún juguete. Y el niño me decía que no pasaba nada, que si podía llevar algo, bien, pero que no pasaba nada porque tenía a su peluche y a su gato. Un niño que lleva un mes sin salir de casa, sin estar con sus amigos, viendo cómo el agua entraba por todos los sitios... De verdad te digo que eso a la vez que te rompe el alma, te da toda la fuerza para seguir trabajando 18 horas al día y hacer todo lo posible por ayudarles, por solucionar todos los problemas. 

Repito, es verdad que sabemos que se ha hecho el mayor despliegue en tiempos de paz, que se ha movilizado todo lo habido y por haber, que no ha habido horas para estar cada día trabajando, pero es que esa gente se ha quedado sin nada, es que esa gente tiene a su hijo desde hace un mes entre la humedad. ¿Cómo no van a estar enfadados? ¿Cómo no van a estar desesperados?

En el resto del país también hay cierto sentimiento de desapego y descrédito con las instituciones. ¿Cómo convencemos a la ciudadanía de que no vivimos en un estado fallido viendo lo que se está viendo? 

El Estado no ha fallado. Las instituciones no han fallado. Se han utilizado todas las capacidades y todos los recursos para ayudar. Nunca ha habido una movilización de esta envergadura porque jamás nos hemos tenido que enfrentar en la historia reciente a una catástrofe de esta magnitud.  Y pensar que vivimos en un Estado fallido porque algunos, pocos, intenten utilizar una desgracia para otras cosas... Es que me parece tan deshonesto y tan desleal con los propios afectados intentar utilizar esto para otra cosa. Me parece mezquino intentar utilizar la desgracia y el sufrimiento para otras cosas.

Relacionado con este descrédito está la cuestión de la desinformación, que se hablado mucho durante esta crisis. ¿Cómo afecta esa desinformación a la labor de Emergencias? 

Al final, la desinformación y los bulos son peligrosos para todo. Porque si una cuestión que es fundamental, como es la información de servicio público, se p mediante bulos para otros fines es muy peligroso. Porque ante una emergencia y también ante la recuperación es importante que llegue información cierta y veraz a la ciudadanía. Por ejemplo, si a la ciudadanía se le dice que las ayudas hay que devolverlas, lo que estás provocando es que mucha gente no las pida, aunque tienen derecho a ellas y las necesitan. Y a quien se hace daño con los bulos y con la desinformación no es a un partido o a una institución, es a la gente.

¿Alguna vez piensa en quién y en qué se falló durante la jornada del 29 de octubre?

Es que yo creo que ese momento ya llegará y que ahora no podemos perder un instante de la energía en pensar en lo que pasó. Hay que centrar todas las fuerzas y todos los esfuerzos en gestionar, en intentar solventar esta situación lo antes posible, en no dejar a nadie por el camino y en ser capaces de abarcar todas las necesidades que se producen. Cuando acabe la emergencia en sí misma y pasemos a una fase ya de recuperación habrá que abordar todo ese proceso que, además, es un proceso complejo del sistema, de las capacidades que tenemos y de cómo lo tenemos todo estructurado. Es decir, de esto tienen que salir profundas reflexiones, profundos estudios y profundos análisis, pero en este momento no nos podemos permitir perder un segundo en algo que ya llegará. 

¿Tampoco es el momento entonces de hablar de dimisiones o de responsabilidades políticas?

No sé. Aquí cada Administración y cada institución ha hecho lo que ha considerado. La Generalitat Valenciana, por ejemplo, ya ha cambiado el organigrama y ha hecho nombramientos. Cada uno sabrá el momento en el que está. Desde luego que la Administración a la que yo pertenezco, que es el Gobierno de España, está al cien por cien en la gestión, en abordar la emergencia, en la recuperación y en cada día hacer frente a todos los retos y desafíos que una cuestión tan compleja como esta pone encima de la mesa. Vosotros lo habéis visto en directo (la entrevista se tuvo que interrumpir y la visita a las zonas afectados se realizó sin ella por el derrumbamiento de un colegio en Massanasa, que se cobró una víctima moral y que obligó a la directora de a la directora general de Protección Civil y Emergencias en el Ministerio del Interior a acudir de inmediato al lugar de los hechos). Porque tú empiezas a las seis de la mañana y puedes saber a qué hora tienes una reunión u otra, pero al final la emergencia es de un calibre y tan cambiante que vas con la mochila todo el día y abordando lo que toca.

¿Es posible poner un plazo para volver más o menos a la normalidad? 

Es complicado, pero sí que sería deseable ir teniendo un cronograma de todas las actuaciones que tenemos que ir abarcando en las distintas fases. Pero ahora mismo yo no soy capaz, ni me corresponde, el poder determinar en qué momento cada fase va a ser capaz de irse abordando.

¿Cuál es el mensaje de futuro o de esperanza que se puede mandar desde Emergencias tanto a los damnificados como también a la ciudadanía del resto de España?

 Yo resumiría un poco la situación como empecé la entrevista. Nos estamos enfrentando a una catástrofe de una magnitud desconocida en la historia reciente de nuestro país y de toda Europa. Todos los intervinientes a nivel internacional coinciden en eso. Y una crisis tan compleja va pasando por distintas fases. En la parte que me toca, y como Gobierno de España, hay que repetir que todas las capacidades del Estado han estado, están y estarán al servicio de recuperar todo aquello que es recuperable a nivel material. Evidentemente hay una parte que no se puede recuperar, que es todas las vidas que se han perdido con esta terrible catástrofe. Pero el Gobierno de España ha estado, está y estará aquí hasta la completa recuperación de Valencia.