Peso pesado del PP y una de las voces más críticas en la actualidad con las políticas del Gobierno central, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, cumple hoy un lustro ejerciendo el bastón de mando en la región; cinco años en los que ha pasado de la mayoría simple a la absoluta, encarnando a la perfección el papel de política combativa y mordaz, con una trayectoria en la que muchos ven el futuro del partido que comanda Alberto Núñez Feijóo.
El que fuera líder de los populares, Pablo Casado, fue quién la postuló como candidata a la Presidencia madrileña en las elecciones autonómicas de 2019. Era, entonces, una cara poco conocida que, no obstante, con el paso del tiempo, ha ido avanzado hasta convertirse en la gran baronesa de la formación conservadora.
En aquellos primeros comicios logró 30 escaños -superada por el PSOE de Ángel Gabilondo con 37-, pero el pacto de investidura con los Ciudadanos de Ignacio Aguado y el Vox de Rocío Monasterio le permitió ser proclamada presidenta. Un jaque mate político que derivó ese 4 de mayo en una escalada electoral, que expulsó a los naranjas del Hemiciclo madrileño y le permitió lograr el poder gracias a un acuerdo con los derechistas.
Esta maniobra favoreció, de carambola, otro jaque más: el del entonces líder de Podemos y vicepresidente segundo del Ejecutivo de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, que cuando Ayuso convocó las elecciones anunció por sorpresa su intención de presentarse contra ella como candidato morado. Horas después de la cita con las urnas, Iglesias anunciaba su abandono de la política institucional y de todos sus cargos en Podemos. «España me debe una», aseguró en ese momento una exultante Ayuso.
Tras dos años de toma y daca con Vox, que le dificultó algunas decisiones, en los comicios autonómicos de 2023, la popular arrolló todo el espectro político -ahora también con los morados fuera de la Asamblea- y logró la mayoría absoluta con 71 escaños y, por tanto, cuatro años por delante para gobernar en solitario.
Así, en solo cinco años, quien fuera conocida por declaraciones como «Los atascos son una seña de identidad de Madrid», ahora es identificada por otros mensajes, como «Madrid es libertad».
Moncloa, en el foco
A pesar de que la presidenta madrileña ha reiterado en numerosas ocasiones que no tiene intenciones dar el salto a la política nacional porque su compromiso está en la Comunidad, su discurso la ha convertido a menudo en una de las voces más críticas del PP contra las políticas de los socialistas, sus socios independentistas y muy especialmente su líder, Pedro Sánchez.
La gestión de la pandemia del coronavirus -con un claro desmarque de las medidas aplicadas por el Ejecutivo central- fue el primer gran ariete de la Comunidad de Madrid contra el inquilino de la Moncloa; el primero de muchos.
La ley Celaá, el impuesto a las grandes fortunas, el reparto de los fondos europeos, la financiación autonómica, la ley de amnistía y, más recientemente, el cupo catalán, fueron después algunos de los temas con los que más beligeró con el Gobierno de Sánchez, terminando alguna de estas cuestiones convertidas en recursos en el Tribunal Constitucional.
Por todo ello, cinco años después de coronarse como la gran dirigente madrileña, la popular es hoy una de las principales piedras en el zapato del líder del PSOE. Una rivalidad que no tiene visos de solventarse y que ha trascendido el ámbito político, con cruces de acusaciones por las causas que en el ámbito judicial afectan a la mujer de Sánchez y al novio de Ayuso.