Las posturas sobre la tributación del salario mínimo interprofesional siguen distantes, a pesar de los abrazos entre las dos vicepresidentas, María Jesús Montero y Yolanda Díaz, en un acto organizado por RTVE para presentar su documental La conquista de la democracia. Tan lejanos están los dos socios del Gobierno de España que las proposiciones de ley presentadas por Sumar, Podemos y PP, a las que se pueden sumar las de otros grupos parlamentarios, amenazan con salir adelante en el Congreso, algo que ahondaría la división entre los firmantes del pacto de investidura y que debilitaría aún más a un Ejecutivo que hace aguas por todas partes y que se mantiene a flote solamente por la ambición de poder de un Pedro Sánchez que no quiere abandonar la Moncloa hasta que no le echen.
La ministra portavoz, Pilar Alegría, insistió ayer en que el Gobierno asume por completo el informe de los expertos, es decir tanto la subida propuesta del salario mínimo como su tributación fiscal, aunque no quiso desvelar si vetarán las proposiciones de ley, algo que también podría rechazar la mesa del Congreso si unen sus votos los dos miembros del Partido Popular y el representante de Sumar. Esta situación, bastante rocambolesca, vuelve a amenazar con un choque político que puede dar de nuevo un revolcón al PSOE y al Gobierno. Seguramente ya no sorprendería a casi nadie en estos momentos, aunque no deja de llamar la atención que los dos partidos que conforman un Gobierno en minoría no sean capaces de llegar a un acuerdo interno que luego abra la posibilidad de incorporar nuevos actores para conseguir una mayoría parlamentaria.
Los dirigentes de Sumar aún confían como "primer escenario" un acuerdo con los socialistas dentro del Ejecutivo de coalición para revertir la decisión del Ministerio de Hacienda y que el nuevo salario mínimo interprofesional quede sin tributación. El PP también está en esta pelea y, aunque parezca mentira, se ha convertido en un aliado de Yolanda Díaz, dispuestos a unir sus votos con los de los izquierdistas Podemos y Sumar o con partidos independentistas como ERC y BNG. Los socialistas vuelven a caminar casi en soledad con este asunto y nuevamente tendrán que dar su brazo a torcer, aunque probablemente no lo hagan hasta el último minuto y, seguramente, a cambio de nuevas concesiones.
Este Gobierno atraviesa una legislatura que se hubiera acabado ya en cualquier otro país europeo o si no debería hacerlo cuanto antes. No tiene más apoyos claros que los socialistas, que se encuentran en una minoría que no les permite sacar adelante la mayoría de las propuestas que llegan al Congreso de los Diputados y las que son aprobadas lo hacen a cambio de cesiones a grupos independentistas o terroristas. La dignidad de un país merece un respeto por parte de sus gobernantes.