Soria está inmersa en una campaña de vacunación masiva contra el SARS-CoV-2, pero no ha sido la única vez. El Día de Soria se traslada a finales del siglo XIX y principios del XX para profundizar en la lucha con vacunas contra enfermedades infecciosas como la viruela, con alto riesgo de muerte y erradicada finalmente en 1980.
El papel del Marqués de Vadillo como propagador de la vacuna en Soria (1801) es el título de un estudio de José Luis Duro-Torrijos y José Tuells, del Grupo Balmis de Investigación en Salud Comunitaria e Historia de la Ciencia de la Universidad de Alicante. Explican que el método desarrollado por Edward Jenner para prevenir la viruela en 1798 se difundió con gran rapidez por Europa y las primeras vacunaciones en España en el año 1800 marcan el inicio de una práctica que fue promovida por la iniciativa particular de médicos y cirujanos.
Ignacio María Ruiz de Luzuriaga, secretario de la Real Academia de Medicina de Madrid, fue «una figura central» para extender el método, ya que creó una red espontánea de corresponsales a los que enviaba vacuna e información sobre cómo utilizarla. Esta correspondencia, conservada en un legajo de la Academia como Papeles de la vacuna, muestra la relación mantenida con otros facultativos y con miembros de la nobleza y burguesía que contribuyeron a impulsar la práctica. Este estudio analiza las cartas remitidas por Francisco González de Castejón, Marqués de Vadillo, interesado inicialmente por preservar de la viruela a su hija y que junto al médico Josef Ubis propagó la vacuna en la provincia de Soria y algunas localidades de Navarra entre agosto y diciembre de 1801.
El Marqués de Vadillo expresó su temor en 1801 ante la presencia de casos de viruela en la provincia de Soria y solicitó a la Marquesa de Santiago, su prima, que le hiciera llegar el nuevo remedio que recorría Europa, demostrando estar al corriente de las primeras vacunaciones en España a niños por parte de Ruiz de Luzuriaga. Este doctor puso a disposición del marqués y del médico Josef Ubis la vacuna, solicitando a cambio información sobre los resultados. Así comenzó la colaboración que facilitó las primeras vacunaciones de la historia en la provincia. Tras inocoluar a más de 200 personas en Soria se prosiguió en Pamplona, Berlanga, Santa Cecilia y Tudela. «Se asoció la sencillez de la técnica el éxito de la difusión», indica el estudio.
EVOLUCIÓN DE LA VACUNACIÓNA TRAVÉS DE PUBLICACIONES
En la hemeroteca digital de Prensa Histórica, del Ministerio de Cultura, hallamos numerosas noticias y normativa sobre la vacunación de viruela en Soria. El Avisador Numantino del 6 de junio de 1861 ya habla de que la viruela hacía estragos en Rusia, donde eran contrarios a la vacunación. En el Boletín Oficial de la Provincia (BOP) del 27 de abril de 1863 alertaban de que volvían a registrarse casos en la Soria, por lo que se animaban a la vacunación (la de personas acomodadas podrá hacerse en sus casas). Se exponían medidas como vigilar la limpieza de casas y el lavado de ropa, prohibir a enfermos salir de casa, no dejar ir a la escuela a alumnos no vacunados, que no se pernoctara en posadas y paradores, evitar reuniones numerosas en locales pequeños y mal ventilados, enviar informes...
Cinco años más tarde se insistía en el boletín en que los médicos debían hacer comprender a los cabezas de familia que los convalecientes no debían salir a la calle, ir a por agua a las fuentes para no coincidir con otros vecinos, mezclar ropa en lavaderos, blanquear con cal las casas donde hubiera viruela... La vacuna era «el mejor medio para impedir el desarrollo». Por esta publicación se sabe de la creación del Instituto Nacional de Vacunación, de las estadísticas que debían rellenar y enviar los alcaldes a la inspección y de la Ley de vacunación de viruela, con órdenes de los gobernadores en las épocas indicadas para ello (meses de más calor) que exhortan a alcaldes y juntas locales de sanidad a emplear todos los medios a su disposición para frenar la viruela.
La Propaganda animaba desde sus páginas a la vacunación, «el único medio que la ciencia reconoce como eficaz para evitar la viruela y oponerse a su marcha invasora». También El Oxomense, en 1892, hablaba de las ventajas de vacunarse ante el aumento de casos y alertaba de la «apatía de la población». «La viruela se nutre de la falta de limpieza y de la falta de vacuna», insistía apuntando que los resultados de la vacuna hablaban «más alto y mejor que nosotros». La prensa soriana insistía en los beneficios, al tiempo que informaba de las medidas para frenar la enfermedad y las multas a los que no permitieran la vacunación. La Provincia recogía el Decreto de Maura sobre vacunación obligatoria antes de los dos años y revacunación de 10 a 20 años, bajo la responsabilidad de los padres. Igualmente, se informaba de que el Consistorio vacunaba en sus dependencias. Había anuncios de venta de mapas de viruela y vacunación del Dr. Castañer en tela a 4 pesetas y de los servicios del Dr. Benito Ruiz Zalabardo en la calle Zapatería.
Tierra Soriana informaba en 1907 de casos en Valdegeña y de la rápida inoculación a los vecinos. En 1909 El Avisador Numantino publicó la Real Orden de vacunación, que la obligaba en instituciones públicas, empresas de ferrocarril, grandes fábricas, centros docentes, asociaciones religiosas, alumnado de universidades, institucos, colegios...
irresponsabilidadCIRCULARES DE GOBERNADORES
Soria era de las provincias más solícitas para administrar vacunas, publicó El Defensor Escolar, pero era «altamente lamentable» la indiferencia de médicos y padres de familia. Se vacunaban niños de hasta dos años y se envíaban viales para niños pobres. En hospitales, hospicios, cárceles... había campañas en primavera y otoño cada año y se insistía en que no podían ir a la escuela los alumnos sin vacunar. El Avisador Numantino arremetió contra los antivacunas y publicó artículos de médicos reconocidos en su defensa. Tierra Soriana se hizo eco de las circulares de gobernadores dando «regias» para la vacunación y advirtiendo a los alcaldes y El Noticiero de Soria insistió en 1916 del esfuerzo de autoridades sanitarias y funcionarios para extender la vacunación, ante aumento de casos en Madrid y Zaragoza, que después llegaron a Soria. El Porvenir Castellano convencía de «una operación de cirujía elemental, un procedimiento sencillo con resultados beneficiosos» e incidía en el peligro que corrían los niños.
El BOP recogió en 1919 la circular del Gobierno Civil insistiendo en el cumplimiento del decreto de 1903 para lograr la «inmunidad», con vacunación obligatoria a niños de menos de seis meses y revacunación cada siete años. Los pueblos y la capital vacunaban en los salones municipales porque la solución, según recogió en 1923 La Voz de Soria, era «vacunar y vacunar» de manera «general e intensiva» en los años 7, 8 y 9 de cada decenio para alcanzar a todos los habitantes, especialmente a migrados y a adultos que no se habían revacunado desde la infancia. Se decía que desde 1875 la viruela no era endémica, con las últimas 71 muertes en 1898 frente a las 168 de 1882, aunque no desaparecía. Los políticos lamentaban que ante varios casos había pocas vacunaciones, a pesar de ser ya obligatorias desde 1921. El alcalde Eloy Sanz Villa invitó a vacunarse en los salones del Ayuntamiento, con la esperanza de que el pueblo respondiera.
La Voz de Soria arremetió contra los ciudadanos que no lo hacían: «En esto Soria, capital de provincia, que presume de culta, está a la altura de cualquier pueblo español de más bajo nivel de cultura y de ciudadanía». Así, en 1925 hubo un total de 54 multas a cabezas de familia. Hubo brotes en Lodares de Osma, Ventosa de la Sierra (al alcalde se le puso una multa de 500 pesetas por no dar cuenta antes de la epidemia), Ausejo y Portelrubio, pero la epidemia fue contenida finalmente con la vacunación y a pesar de gente «ignorante o apática». «En unos meses ha habido en la provincia más vacunaciones que en muchos años y la epidemia ha servido para que no quede ninguna persona sin vacunar», recogió La Voz de Soria.En esas fechas El Avisador Numantino elogió a las brigadas sanitarias de vacunación y Numancia Sanitaria publicó que durante esa epidemia de viruela en Soria se vacunó a más de 60.000 personas.
UN POCO DE HISTORIALA SOLUCIÓN A LAS EPIDEMIAS
Nunca ha habido una campaña de vacunación tan masiva, simultánea y extendida en la geografía mundial como la de la Covid-19, una enfermedad que ha causado ya más de dos millones de fallecimientos. Desde hace siglo y medio las vacunas han doblegado ciertas enfermedades, algunas de ellas ya olvidadas hoy en día. La única erradicada complemtamente ha sido la viruela, mientras que la poliomelitis y el sarampión están en las últimas. En los últimos años ha habido vacunaciones masivas en África.
A finales del siglo XVIII llegó la primera vacuna de la historia, contra la viruela, una enfermedad que todavía en el siglo XX se llevó la vida de 300 millones de personas antes de erradicarse. No fue acogida unánimemente como salvación pero se piensa que hasta el momento ha sido la más inyectada de la historia. La creó en 1796 el cirujano inglés Edward Jenner, que la probó en el hijo de su jardinero al que inoculó muestras de pus de una vaca infectada con el virus de la viruela bovina.
El chico salió adelante y quedó inmune. Dados los buenos resultados, Inglaterra aceleró la vacunación obligatoria y generalizada. España siempre ha sido un país receptivo con las vacunas, pero el retraso en el siglo XIX explica que la vacuna de la viruela no fuera obligatoria hasta 1921, muy tarde en comparación con Alemania, donde en 1874 ya lo era.
El siglo XIX fue el de los investigadores volcados en reducir las oleadas de enfermedades contagiosas que diezmaban la población. Descatan Luis Pasteur, el padre de la microbiología, y Robert Koch, quien descubrió el germen que provocaba la tuberculosis. En la segunda mitad del siglo apareció la industria farmacéutica como se conoce hoy en día, capaz de producir a gran escala (Pfizer, Bayer, Roche...), pero las epidemias empeoraron por la concentración de la población en grandes ciudades, la industrialización y el aumento de la movilidad. La Gran Guerra se cobró la vida de 15 millones de personas en cuatro años y la Gripe Española la de 40 millones, algo que se había olvidado hasta la aparición del coronavirus.
Ya en el siglo XX surgieron los institutos de salud con el fin de supervisar las vacunaciones y en 1948 se creó la Organización Mundial de la Salud (OMS) para unificar criterios. La organización comparte con UNICEF el objetivo de erradicar enfermedades. Las campañas de vacunación llegaron tras la II Guerra Mundial, como símbolo del estado del bienestar, para erradicar rubeola, sarampión, poliomelitis, tétanos, difteria, tosferina... En España la polio solo en 1959 causó 2.132 casos de parálisis permanente y en 1960 la muerte de 208 personas, muchas de ellas niños. Las campañas de vacunación llegaron a partir de 1963.