Relevo asegurado en la Semana Santa soriana

Ana Pilar Latorre
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Los hábitos pasan de generación en generación pero ahora también hace mucho el boca a boca. Tanto en las filas como en los pasos, los niños se van abriendo paso en la Semana Santa de Soria

Relevo asegurado en la Semana Santa soriana - Foto: E.G.M

La procesión de La Borriquilla de la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén cuenta con una gran participación infantil históricamente, con representación de todas las cofradías de la Semana Santa de Soria. Pero cada hermandad cuenta con un nutrido grupo de niños y jóvenes que supone el relevo garantizado para el futuro de esta celebración religiosa que aspira a la Declaración de Interés Turístico Nacional. En la mayoría de los casos, los más pequeños llegan a las cofradías por tradición familiar, pero cada vez funciona más el boca a boca y muchos se apuntan por allegados y conocidos a formar parte de las filas o incluso a las bandas.

Este año también había mucha ilusión por parte de los jóvenes cofrades por salir en las diferentes procesiones, según confiesan cuatro de ellos a El Día de Soria, una manera de enseñarles los valores nazarenos desde pequeños y la función que cada cofrade desempeña en las ocho hermandades penitenciales de la Semana Santa de Soria. Muchos muestran su admiración por los pasos o los descalzos y quieren formar parte de esta celebración.

Claudia Ibáñez Larrubia, de 12 años, es cofrade de Las Caídas por tradición familiar, concretamente, por su abuelo Narciso. Cuando éste llegó del pueblo, Viana de Duero, al barrio de San Pedro de la capital, donde se creó esta hermandad, decidió integrarse «hace ya más de 60 años». «Ahora salen mis dos hijos y mis cuatro nietas: Claudia tocando el tambor, otra la trompeta y las otras dos en fila. No hubo que obligarles ni nada, querían salir», comenta satisfecho de que hayan querido continuar la tradición. «Dos de mis nietas viven en Madrid pero no se lo pierden ningún año», añade incidiendo en que, además de las procesiones de Jueves Santo, Viernes Santo, Domingo de Ramos (las niñas) y Domingo de Resurrección, los siete asisten a todos los actos a los que se les convoca.

Claudia tiene la lección bien aprendida y nos dice que «las cofradías de Soria transmitimos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús en orden», siendo los pasos de su cofradía los que hablan del camino al Calvario y las lágrimas de la Verónica. Aunque a ella también le gusta bastante el paso de la Oración del Huerto y no se pierde las demás procesiones a las que acude con sus familiares y amigas. Desde hace años forma parte de la banda de Las Caídas, una de las más potentes de Soria, tocando el tambor, y no falta a ningún ensayo. «Nos sabemos 24 marchas, contando el himno, aunque no da tiempo de tocar todas en las procesiones del jueves y el viernes. El repertorio lo tenemos en un PDF para repasarlo», indica esperando ilusionada los actos.

También de la cofradía de Las Caídas forma parte Olivia Rodrigo Martínez, de seis años. «Teníamos un amigo que tocaba el tambor y mi marido se animó a inscribirse en esta cofradía con sede en San Pedro, sumándose después nuestra hija mayor», comenta la madre, Ana, que se incorporará al año que viene con el pequeño de la casa, «porque es muy movido y hay que esperar un poco...». La ilusión de Olivia, según nos cuenta la pequeña, es tocar el tambor en los desfiles para marcar el paso, así que se va a apuntar a la banda para 2026. Aunque hay que ir «serios y formales» y haga frío o llueva, para ella resulta muy emocionante. Padre e hija acuden a todos los actos, también los que se organizan en otras fechas al margen de la Semana Santa.

«desde que nació».  Víctor Llorente García, de seis años, es cofrade «desde que nació» de Las Siete Palabras de Cristo en la Cruz -él mismo nos dice el nombre completo, para que no haya dudas- como su abuelo, sus padres  y sus tíos. «Es una tradición familiar muy valiosa para nosotros, porque mi padre, Lucio García, formó parte de esta hermandad desde que era un chavalillo junto a su grupo de amigos, aunque antes estuvo en el Santo Entierro y La Flagelación porque la nuestra aún no existía como tal. Mi hermano José Manuel lleva las cornetas y yo animé a mi marido, Raúl, y a mi cuñada», detalla Laura, la madre de este pequeño cofrade. Para ellos, la continuidad en la cofradía también es un motivo de alegría porque mantienen el legado.

Laura asegura que Víctor vive la Semana Santa «con ilusión pero con algo de nerviosismo», algo que el pequeño confirma, por los preparativos de los hábitos, capas, capirotes, cíngulo, guantes, cirial... «Hasta entender su significado bien todavía le queda un poquito...», indica su madre. Como el resto de familias, acuden a todos los actos religiosos de Semana Santa y de su cofradía, como la fiesta de la Exaltación de la Cruz el 14 de septiembre. A Víctor le gusta ser cofrade «para rezar a Jesús» y «porque se viste casi toda mi familia». «Hay que ir así [se 'cuadra' casi como un soldado], en silencio y con brazos cruzados. No se puede ir saludando», añade explicándonos la situación con interés. Su procesión es la más larga, de 12 a 15 horas el viernes pero adelanta que no se cansará y volverá a salir por la tarde en la del Santo Entierro. «El año pasado fue su primer año y con la lluvia se suspendió la procesión, pero él estuvo en la predicación en El Salvador y se portó muy bien», comenta su madre.

Andrés Nájera Montejo, a sus seis años, es también integrante de la Cofradía de las Siete Palabras, como su abuelo, Fernando Montejo, y su madre, Laura. «Estamos las tres generaciones. Mi padre llevaba una palabra [una de las siete cruces en la parte central de la procesión] y ahora la compartimos. Y Andrés se ha apuntado ahora a la banda de tambores», indica mientras su hijo confiesa que va a todos los ensayos y se le da bastante bien seguir el ritmo de las marchas procesionales. Además, «ha hecho nuevos amigos» y está deseando que llegue el Viernes Santo para salir, aunque la meteorología lo dirá... «Poco a poco, se va dando cuenta de más detalles» de lo que supone pertenecer a una cofradía y de la Semana Santa, expresa complacida la madre.

Precisamente esta hermandad es una de las que más trabaja en la incorporación de los más pequeños y ha creado una banda infantil, además de preparar trajes cada año para los nuevos 'fichajes', ya que algunas veces quieren probar un año y después continuar si siguen y no y hay que tener en cuenta que son prendas que cuestan un dinero... «Aunque influye el boca a boca, la tradición familiar es lo más importante. Hay ocasiones en las que el padre trae al hijo, evidentemente, pero ahora también se da al contrario, que el hijo trae al padre o le hace volver», indica Ricardo Guerrero, cargo de esta cofradía, que intenta nutrirse también de la colaboración con el colegio cercano a la parroquia del Salvador, el de las Escolapias.