El «enjambre sísmico» podría continuar en el Moncayo

S.Almoguera
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El Instituto Geográfico Nacional cree en podría haber alguna falla sin cartografíar en la zona

El «enjambre sísmico» podría continuar en el Moncayo

Fue un ruido brutal: «Booommm». Como si un edificio cercano se hubiese venido abajo, como un avión que hubiera roto la barrera del sonido. De hecho, Carmen Lapeña, alcaldesa de Beratón, se asomó pasados unos segundos, cuando toda su vivienda dejó de tambalearse de un lado a otro, para tratar de localizar en el aire la aeronave con la mirada. «¡Pero ese animal dónde va!», pensó. Pero no había ninguna en el cielo lo suficiente cerca como para provocar tal estruendo. Entonces, junto a su marido, comenzó a tratar de buscar explicación a aquello. ¿Un terremoto? «No». Casi lo descartaron de inmediato hasta que, 10 minutos después, llegó la confirmación oficial del Instituto Geográfico Nacional (IGN). El sismo, de 4,1 grados en la escala de Richter, había tenido lugar en el cercano término de Purujosa, ya en el Moncayo aragonés. Ese 26 de septiembre, martes, fue el primer día en el que los vecinos de Beratón sintieron temblar el suelo bajo sus pies. Desde entonces se han sucedido con epicentro en las cercanías del Moncayo ocho seísmos, de menor intensidad, dos de ellos en la propia localidad soriana. El último, con una escala de tres grados, el pasado 3 de octubre a las 12.38 horas.

¿Miedo? «No estamos intranquilos. Que sea lo que Dios quiera», señala Lapeña con risa un tanto nerviosa. Sobre todo, están sorprendidos, confiesa.

También en la sede del Instituto Geográfico Nacional la agitación sísmica del emblemático Moncayo ha generado bastante asombro. La provincia de Soria y, en general, todo el centro de la Península Ibérica, es una zona «muy estable» a nivel de placas tectónicas con una sismicidad «muy pequeña», señala el jefe de servicio del Instituto Geográfico Nacional, José Benito Bravo Monge. Eso no quita, advierte, que puedan producirse terremotos.

De hecho, desde 1847, el primer año del que se tienen registros históricos documentados de sismos, se han computado en la provincia 39 terremotos contando los dos últimos de hace unos días. Todos de baja intensidad, incluido el que, de momento, ostenta el récord, 4,4 grados en la escala de Richter, que se registró el 20 de diciembre del año 1951 en la localidad de Santa María de Huerta. Beratón, en este sentido, es tras Alconaba (cinco, el último el 7 de mayo de 2022) la localidad que ha padecido mayor número de terremotos. En esta población del Moncayo han tenido epicentro hasta la fecha cuatro: uno en 1987, otro más en febrero de 2013, y los dos últimos el pasado 29 de septiembre y el 3 de octubre, de 2,5 y tres grados, respectivamente.

Lo que extraña al Instituto Geográfico Nacional es que los más recientes se hayan sucedido con tan pocos días de margen y complementados con otros que han tenido como epicentro otros pequeños municipios a los pies de Moncayo aragonés como Añón del Moncayo (los días 28 de septiembre y 2 de octubre) o Purujosa. «Pensamos que puede tratarse de un enjambre de terremotos», explica el jefe de servicio del Instituto Geográfico Nacional. El mayor, el del día 26, con magnitud 4,1 grados, al que se han ido uniendo réplicas y otra serie de sismos de menor intensidad desde entonces.

empuje de fuerzas. Los terremotos, explica, ocurren cuando, por el movimiento de las fallas tectónicas se produce una fractura de la corteza terrestre que, hasta ese momento, estaba resistiendo los envites de la energía desatada por la fricción de éstas. Bien es cierto, insiste Bravo Monge, que Soria y el Moncayo se encuentran en una área alejada de las márgenes de las placas, aunque, insiste, pese a ello los terremotos «pueden ocurrir». A la espera de comprobar cómo se desarrollan los próximos días, desde el IGN adelantan que es probable que se puedan llegar a registrar más temblores en la zona «pero por lo que conocemos, no esperamos terremotos mucho mayores», apunta. Eso sí, con todas las precauciones, y atendiendo a los estudios de sismicidad histórica de la zona en los que no se tienen evidencias de que en los últimos siglos se hayan producido sismos de gran virulencia. Los seísmos podrían continuar aún en la zona del Moncayo, pero con tendencia, augura Bravo Monge, a ir remitiendo. «Hay modelos teóricos que señalan que pueden producirse hasta 10 terremotos de magnitud menor» tras el primer sismo, apunta el jefe de servicio del IGN.

Lo que sí se quiere comprobar desde el Instituto Geográfico Nacional es el mapa de fallas del entorno del Moncayo. «Debe haber algunas en esta zona que no están cartografiadas y puede que estén más fracturadas de lo que pensábamos», añade. La Red Sísmica Nacional sigue alerta y en caso de detectarse una «crisis sísmica» desplegaría un equipo en la zona con equipos portátiles para una toma de datos 'in situ'. «De momento parece que se está deteniendo la serie. Vamos a esperar», conmina.

Los terremotos acaecidos en la zona tienen en común que se han producido a baja profundidad, en torno a un kilómetro. Un indicativo de ello es el gran estruendo que   produjo el sismo del 26 de septiembre. 

la vida continúa. La vida, pese al rugido y temblor del Moncayo, no se ha detenido en Beratón ni en otras localidades que, como Cueva de Ágreda, también han sentido estos días los sismos o sus respectivas réplicas. De hecho, la alcaldesa de Beratón señala que algunos de ellos apenas se han percibido en el municipio con la excepción del registrado el pasado 3 de octubre, el último hasta el momento, con tres grados en la escala de Richter y desatado también a un kilómetro de profundidad. «Vino también con ruido como el primero del 26 de septiembre, pero fue menos intenso», explica Carmen Lapeña. En ese momento, las 12.38 horas del mediodía, se encontraba en la sede del Ayuntamiento de Beratón atendiendo unos asuntos. «Vi también cómo se movía el edificio, que es un edificio nuevo», recalca. «Fueron también unos segundos». A diferencia del primero, el del gran estruendo, el ruido emanado de la tierra fue menos brusco e intenso, «como una vibración», similar al sonido que generan los vehículos de obras que allanan las carreteras. 

Pero aquella vez le quedó muy claro que era un terremoto. Ya no había dudas. 

En esa ocasión, la tercera en apenas siete días tampoco sintió miedo. «Es todo muy rápido. No te da tiempo a pensar. Son unos segundos», añade la primera edil de Beratón. Al margen de ser tema de conversación de los vecinos en el bar de la localidad, todo continúa igual, aunque muchos veraneantes hijos del pueblo ya han regresado a sus lugares habituales de residencia. También han tenido ocasión hablar con habitantes de otras localidades cercanas afectados por este enjambre de terremotos. «En Purujosa no se enteraron del ruido del primer terremoto, estaba más cerca de nuestro término municipal», señala Carmen Lapeña. 

Aunque Soria está enclavada en una zona sísmicamente poca activa, los terremotos que se generan en su superficie se explican por el choque entre las placa tectónica europea y la africana. Andalucía y la costa Este española son las zonas con mayor riesgo de padecer seísmos en el país, pero todo el centro peninsular está sometido a una serie de esfuerzos sísmicos de dirección noroeste y sureste lo que provoca que la zona de la Meseta se vaya arrugando, algo que explica su singular orografía de valles y montañas que se va sucediendo en su extensa geografía. 

La zona del Moncayo (en Ágreda se registraron tres terremotos en marzo de 2004), también de Tierras Altas, especialmente en las localidades de San Pedro Manrique (hasta el momento se han computado tres sismos) o Santa Cruz de Yanguas; incluso la zona de Ribera, con El Burgo de Osma como la localidades en la que ha tenido lugar cuatro terremotos de baja intensidad en el período comprendido entre años 1993 y 2002 han sufrido las consecuencias sísmicas de la fricción en las fallas tectónicas, pero otras localidades como Soria capital tampoco se han librado del temblor de la corteza terrestre. En la ciudad se documentó un sismo de escala cuatro (baremo anterior a la más moderna clasificación de la escala de Richter) en el año 1914. Sin embargo, la cercana Alconaba ha sufrido desde el cambio de milenio cuatro seísmos en apenas dos años, entre 2021 y 2022. A ellos se sumó uno más en el año 1999. Todos ellos, sin embargo, no llegaron a alcanzar los tres grados.  

La energía sísmica liberada crece de forma exponencial en función de cómo suben sus grados. Cada punto de aumento puede significar una energía 10 o más veces mayor. De hecho, explican los expertos, una magnitud cuatro no significa el doble de otro terremoto de dos grados, sino 100 veces mayor que éste. Dentro de la escala de Richter, se considera un gran terremoto, cuyas consecuencias pueden ser fatales y catastróficas, a partir de ocho grados, aunque ya los que superan los cinco pueden ir aparejados de daños materiales. De hecho, el seísmo que asoló la localidad murciana de Lorca hace 12 años alcanzó un 5,1 en la escala Richter.

«no acostumbrados». Desde el Instituto Geográfico Nacional se reitera que aunque son pocos y de baja intensidad, evidentemente, «no estamos acostumbrados a ellos» y más en una provincia como Soria que, en principio, tiene una actividad sísmica muy reducida. Pero éstos pueden ocurrir. 

Ante un movimiento sísmico lo mejor es salir del edificio cuanto antes. Si no es posible, se aconseja buscar cobijo debajo de mesas o muebles similares. Los marcos de las puertas también son lugares seguros. Es recomendable no utilizar el ascensor ni moverse por tramos de escaleras mientras dure el temblor. Hay que evitar situarse en balcones, junto a ventanas o chimeneas. 

De momento, en la localidad de Beratón están tranquilos, aunque expectantes por si la tierra volviera a temblar de nuevo y atentos al calendario porque «los días fatídicos son los martes», añade la alcaldesa de la población aludiendo al hecho de que los sismos que más se han sentido tuvieron lugar en esa jornada de la semana.