Javier Del Pino encara la hora del adiós

Patxi Irigoyen
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Numantino desde hace casi once años, tiene claro que Soria será su residencia cuando finalice su etapa futbolística

Llegó a Soria, por equivocación en el GPS de su coche, un verano que vino a ver la Laguna Negra con su novia –hoy esposa- Patricia. Por aquel entonces, terminó visitando la capital de Soria al no saber enlazar la comarca de Pinares con la zona de San Esteban de Gormaz, de vuelta a Madrid de donde venía.
Y dos meses después (julio de 2005), cuando ni él lo esperaba, recala en el Numancia con un primer contrato de dos temporadas. Al término del mismo, tres años más con uno opcional, otros cuatro años más y, esta última temporada, una de renovación que le pone en un total de 11 temporadas: el jugador de modo continuado que más ha vestido la elástica del Numancia.
Ha sido capaz de forjarse una carrera deportiva con su esfuerzo, y otra carrera de estudios y personalidad basada en no desperdiciar un solo minuto de su tiempo libre: estudió empresariales en la UNED-Soria y al término de la misma realizó el máster en RSC y Sostenibilidad. Compaginó los mismos con la Escuela Oficial de Idiomas, en la que confiesa le falta presentarse al B-2, y actualmente cursa un máster en Gestión Deportiva en Madrid, del que manifiesta estar aprendiendo mucho: «Tengo unos ponentes muy buenos, y estoy sacando grandes conclusiones. Cuesta un poco desplazarme a Madrid los jueves tras el entreno, pero me está mereciendo la pena». El caso es que Javier del Pino, hoy, es un futbolista profesional de los pocos que ha sabido organizar su tiempo para completar su formación académica.
«Han sido unos años magníficos para mí. He encontrado en Soria un lugar para una vida perfecta: con mi esposa, mis hijos  y mis amigos, de los que estoy orgullosísimo, porque he encontrado gente magnífica». Javier del Pino se siente muy afortunado de su trayectoria deportiva: «Llegué a un club del que solo puedo hablar maravillas. Venía de Xerez, donde todo fue complicadísimo, hasta el punto de saltar todo por los aires; llegué al Numancia donde todos se implican para que el jugador tenga lo necesario, e incluso algo más. Todo en el Numancia se hace para que estemos a gusto, y esto se nota». 
Javier Del Pino habla bien de todos los estamentos del club: «Desde el primero hasta el último de los trabajadores del club se afanan por nuestra inmejorable estancia, y esto se nota. Es el comentario que se conoce en todos los equipos de la liga profesional».
Deportivamente, lo mejor que ha vivido Del Pino es el ascenso: «Fue una temporada impecable, y aunque hasta el final no puedes cantarlo, cuando lo consigues tienes  tiempo suficiente para vivirlo. Es la mejor de mis experiencias deportivas. No se olvida». Pero también hay que hacer sitio a los malos momentos: «Las lesiones y, por supuesto, la de enero de 2014 en Éibar. La rotura de mi ligamento anterior en la rodilla fue muy complicada y me dejó K.O. en un momento en que es complicado porque la edad no pasa en balde. Me costó recuperarme, pero también noté el apoyo que todo el mundo que me rodeaba me prestó».
 
toda experiencia suma. Arconada en los conceptos y Unzué en el trato humano son los entrenadores que le han marcado; Julio Álvarez, con Nagore y Barkero, son los jugadores con quien, al lado, más ha visto la diferencia del fútbol. Para el jugador madrileño, «he tenido enormes compañeros, pero si hablamos del ámbito del juego únicamente, puede que sean, a bote pronto, los tres que más me han demostrado».
Del 1 al 10, la afición del Numancia tiene un 10: «Ni el frío, ni la edad de los aficionados, ni el juego del equipo, a veces flojito, hace que la afición aminore su apoyo al equipo. Son increíbles, y se merecen la máxima nota».
Del Numancia, Javier del Pino tiene una opinión curiosa: «El club merece un 11 entre el 1 y 10; en mi caso, todas las renovaciones que he hecho han sido mirando la gestión del club, el trato que nos daba …. solo la forma de actuar del Numancia con sus jugadores invita a renovar. Toda la gestión del club merece un sombrerazo».
 
amigos y recuerdos de fútbol. Mantiene contactos con Mario Martínez, Txomin Nagore, Egoitz Jaio o Juan Carlos Moreno, con el que se ve frecuentemente en Soria. Pero no esconde que sus tres amigos, con los que empezó, son los de siempre: Lozano, Povedano e Iván Hernández, hasta hace poco en activo en el Sporting de Gijón. El mejor encuentro en el recuerdo de la trayectoria de Del Pino es Anoeta: «Ganamos 0-1 y conseguimos hacer un partido enorme. Ha habido muchos, pero quizá ese es al que más grato recuerdo le guardo».
Patricia, su mujer, ha supuesto todo en su carrera: «La familia da estabilidad. Solo he tenido una novia: soy de los románticos y Patricia es la mujer de mi vida. Mis hijos, Alejandro (5 años) y Adriana (1), son el global de una vida que va a ser en Soria muchos años más, porque yo me quedo aquí. Para mí es fundamental la calidad de vida de la que gozamos aquí».