Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Fracasos que duelen, pero no tanto

12/06/2024

La dimisión de Yolanda Díaz al frente de la formación Sumar tras la debacle del partido en las recientes elecciones europeas no sólo alimenta la incertidumbre en el espacio político a la izquierda del PSOE, sino que pone en solfa los liderazgos súper personalistas al frente de coaliciones como la que nos ocupa. Sinceramente, se veía venir después de las derrotas consecutivas en las urnas, auténtica prueba del algodón para la convivencia orgánica de los partidos que, como Sumar, son una conglomeración de siglas. Las dudas sobre el futuro de una izquierda alternativa y de quién va a asumir a partir de ahora la cabeza visible están en el aire tras una andadura de tan solo un año desde aquel mitin en el polideportivo Antonio Magariños, cuando una exultante Yolanda Díaz se autoproclamó la única aspirante a ser la primera presidenta del Gobierno de España.

El cúmulo de errores, dando la espalda a Podemos y sus caras más visibles (Irene Montero e Ione Belarra), ha acabado por dar con ella en la lona que le tejían ya desde la sombra manipuladora de Pablo Iglesias y, de algún modo, hasta del embaucador aparato socialista. Es lo que tiene ir de sobrada cuando tu fuerza electoral hace aguas por los cuatro costados y sientes el aliento en la nuca de quienes esperan, sin disimulo, a que caigas por tu propio peso. Como así ha sido al final.

Ciertamente, tampoco llego a entender que quien fracasa en un proceso orgánico y en el liderazgo de un partido anuncie su huida sin hacer lo propio en los cargos públicos que ostenta merced a esa representación política.

La ética hace tiempo que no es el santo y seña de la política española, caracterizada por el narcicismo y el creciente apego al sillón. Yolanda Díaz es el 'penúltimo' ejemplo de ello, pero, lamentablemente, ha habido otros muchos más en estos últimos años y no sólo en el ámbito nacional. Ahí tienen el caso de Francisco Igea, que perdió aquellas primarias de Cs con Inés Arrimadas y al día siguiente, como si no hubiera pasado nada, seguía (y sigue) en el Parlamento de Castilla y León. ¿Qué tendrá eso de ostentar un cargo público para cogerle tanto vicio? Respóndanse cada cuál a sí mismo, aunque seguro que, al menos, en un par de motivaciones coincidiremos: el sueldo y el poder. A lo que se ve, hay fracasos que duelen, pero no tanto. ¿Verdad?