¿De la Celtiberia o de la CeltiSoria? No tiene por qué engendrar duda esta magnífica obra de Hernán Ruiz, publicada por la editorial Prames, de Zaragoza, territorio actual que también abarca una parte de la Celtiberia única. La Soria de hoy fue delimitada territorialmente en 1833, como todas las provincias españolas actuales, en el Real Decreto de 30 de noviembre, con Javier de Burgos de actor. La Soria previa llevaba unos cuantos siglos existiendo pero la Celtiberia nunca fue ni definida ni demarcada por reales decretos. Sin embargo, la historia sostiene que existió y puede amojonarse geográfica, humana y hasta sentimentalmente. Lo sostiene la historia, sí, el historiador y más gente del común, incluidas asociaciones constituidas para ello, que, junto a instituciones diversas, reivindican objetivos. Su mapa rompe lindes provinciales y autonómicos, entre Aragón y las dos Castillas. Incluso algunos defensores empiezan a trazar literatura, como hace con fuerza el libro que comentamos.
Helos ahí, estos "Relatos de la Celtiberia", ofreciendo al lector, desde variadas perspectivas y situados narrativamente en distintos periodos, una recreación de aquella realidad, en este caso no histórica sino literaria y testimonial. ¿Realista, costumbrista, fantástica? Tal vez no importe pues la clave está en la reconstrucción mesurada que ha armado, como diría un argentino, el autor, que controla relato, estilo y creación artística, donde el lector enseguida, si tiene una edad algo provecta o un interés en Celtiberia, apreciará el placer de la lectura con mirada propia. Pero aquí se junta relato, crónica de lo mamado y manifiesto o proclama, que dirían algunos. Autor/narrador es el personaje testigo, el que camina desde "ya se van los pastores" hasta el Epílogo, el que quiere dar fe, al tiempo que reconstruye una realidad entre imaginada y deseada. Evocar un mundo que tal vez fue o pudo ser, desde antes de la llegada romana. Pero ahí queda hecha ya realidad en la palabra, manejada con pericia y arte, por este autor nacido en Molinos de Duero. Todo muy de acuerdo a los valores contemporáneos, como ha de ser una historia literaria, una percepción del tiempo del relator. Empezando así ya en la primera estampa, donde las mujeres mantienen la realidad en el largo frío invernal mientras los hombres, no menos valerosos, van al Sur a preservar el sustento con y de la merina, cuya carne era despensa y su lana, reales. "Ya se queda la sierra/ triste y oscura".
De los 24 relatos, divididos en tres significativas partes, el segundo, "Celtiberia libre", es una especie de manifiesto entre hiperbólico, seudocrónica y paródico de los movimientos modernos radicales pero situado en pleno desierto vecinal. Y el último, "El enigma de la Celtiberia", es la puerta que cierra todo un testimonio voluntarista y casi de militancia y acción, donde el enigma Rebeka sobrevuela la palabra. En medio, otros veinte relatos ante los que ustedes no quedarán indiferentes. Pruébenlo. Unos percibirán rabia; otros, dudas; algunos, puertas de descubrimiento y los demás, tal vez indiferencia. Es lo que tiene la literatura de militancia. O tal vez la ironía, instrumento verbal de la inteligencia, lleve a un nuevo Macondo por todo el Sistema Ibérico (¿o Celtibérico?).
Más el Epílogo, que define la Celtiberia, "áspera belleza". Pero lo hace de una forma sutil. Con lo que se llama escritura automática o fluir de conciencia, método mediante el cual el autor deja que fluya sin freno la palabra, de ahí la ausencia de signos gráficos limitadores desde las comas a los puntos. De ese fluir, se vierte la última palabra del libro, y no es gratuito, que renace con mayúsculas: CELTIBERIA.
"El paisaje es imaginación en la memoria… Los relatos mandan, marcan, fluyen; los relatos nos poseen". Relatos de la Celtiberia, de Hernán Ruiz, que conoce bien el terreno de Soria y que vio aumentar poco a poco su pasión por este territorio prerromano (de pelendones, arévacos o beleyelos), como queda de manifiesto su compromiso en otras publicaciones y en su papel en la Asociación del mismo nombre.