El rey siempre está en su sitio. Sí, Felipe de Borbón es un rey prudente, sensible, buen conocedor de la realidad social, y lo viene demostrando en todas sus intervenciones públicas. También, claro está, en su discurso de Navidad. Su defensa de la Constitución fue impecable y pienso que una inmensa mayoría de ciudadanos nos sentimos reconfortados al escucharle.
Don Felipe sabe elegir con cuidado cada palabra, cada frase, para decir con exactitud lo que quiere y no dar lugar a que otros le interpreten en sentido contrario.
La verdad es que no está teniendo fácil el oficio de rey. Desde el primer día se ha encontrado su reinado empedrado de problemas, con una crisis dentro de su propia Casa, amén de la crisis política que viene padeciendo el país por el comportamiento desleal de los partidos independentistas. Pero me atrevo a añadir algo más y es que también navega contra corriente porque este Gobierno formado por el PSOE,(que hasta la llegada de Pedro Sánchez era un partido pilar de la Constitución), y Podemos primero y Sumar después, que no ocultan no sólo su desafecto a la Monarquía, forma de Estado consagrada en la Constitución, sino que quieren derrumbar los pilares constitucionales y saben que uno de los principales escollos es precisamente el de la Corona, contra la que trabajan a destajo.
Si don Juan Carlos tuvo que lidiar con el fin del franquismo y apostar por la democracia, con intento de golpe de Estado de por medio, don Felipe ha tenido también que bregar contra otro intento de golpe de Estado este desde el independentismo catalán, y soportar, como viene soportando con estoicismo, todos los desprecios que desde la extrema izquierda y el independentismo le vienen haciendo.
En realidad los partidos que hacen bandera de despreciar y ningunear al Rey lo único que demuestran es que les cuesta ser demócratas, porque en democracia se respetan las instituciones, y sí, naturalmente las instituciones se pueden cambiar siempre que haya razones y consenso para llevarlas a cabo.
Don Felipe viene manteniendo una actitud irreprochable en el ejercicio de su función. Y lo hace con dignidad, aplomo, inteligencia y sensibilidad.
Siempre he estado más cerca de la idea de una República que la de una Monarquía, pero he de decir que después de la experiencia de estos últimos cuarenta años en que nuestra forma de Estado es una Monarquía parlamentaria, no veo razón para hacer experimentos ya que la Monarquía ha demostrado ser eficaz a la hora de "guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas" tal y como reza el artículo 61 de la Constitución.
Yo le diría a don Felipe que no está solo, que seguramente somos una inmensa mayoría los ciudadanos los que compartimos el respeto a la Constitución.
De manera que ¡Larga vida al Rey! Que hoy en día es tanto como decir ¡Larga vida a la Constitución! Y a la democracia y libertades que emanan de ella.
No, el Rey no está solo.