Palomar y Rubén Sanz, los maestros sorianos

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'Soria por montera' recibe a dos invitados de excepción y referentes de la tauromaquia en Soria, que repasan desde sus inicios hasta los retos a los que se han enfrentado, con varias anécdotas

Palomar y Rubén Sanz, los maestros sorianos

El programa Soria por Montera, que emite cada viernes (17.15 y 21.30 horas) La 8 Soria y presentado por Pablo del Campo y Beatriz Ayllón, cuenta en una nueva entrega con dos invitados de excepción, los «maestros sorianos» José Luis Palomar, un referente histórico, y Rubén Sanz, el diestro forjado en la Escuela Taurina de Soria. Palomar comenzó hablando de su primer contacto con los toros en los años 60, en los festejos de San Juan y alguna corrida televisada. Poco a poco se fue aficionando, aunque los contactos y las dudas sobre i tenía o no cualidades eran claves. «La juventud y la ilusión eran fundamentales y eso no me faltaba», apuntó insistiendo en que «sabía que quería intentarlo pero no sabía dónde podía llegar». 

El diestro soriano hizo referencia a Manuel García, que llevaba varias plazas, y a ManoloSantaolalla, que le enseñó «a coger bien los 'trastos'», al tiempo que rememoró la primera vez que mató un novillo en Gómara, porque después «salieron más pueblos». Con un sinfín de anécdotas acumuladas durante años de dedicación al toreo, habló de «personajes» como Luis Miguel Dominguín, Antoñete o Paco Camino, así como los de su época, nombrando con cariño al Niño de la Capea o Manzanares. Palomar describió el mundo del toro relacionado con el del flamenco y «de pícaros». Igualmente, agradeció el apoyo que siempre le ha brindado Soria y localidades como Almazán. Pero ha tenido la oportunidad de torear en muchas capitales de provincia.En marzo de 1978, su sueño se hizo realidad al tomar la alternativa. En el programa, Palomar aseguró que las ganas de triunfar dependen del animal. «Si sale un toro con nobleza, es una obra de arte del ganadero», mientras que en los demás casos hay que esforzarse para entretener al público.

Admiración. Por su parte, Rubén Sanz confesó que su afición al toreo se debe, en gran parte, a la admiración que sentía por José Luis Palomar, el torero de Soria al que siguió desde que era un niño y que le abrió camino. El diestro explicó que, años después, les une que «los dos hemos sido toreros en Soria sin irnos de Soria». En su caso, la afición fue «innata», desde los tres o cuatro años, y no recuerda haber tenido dudas. Confesó una mayor presión al torear en casa, en Soria y El Burgo. «Quieres dar alegría a los que te quieren», manifestó.