Ya desde la mañana están presentes «esas mariposas» que justo a las 20.00 horas de ese Miércoles Santo, a punto de salir en procesión desde la iglesia de Santo Domingo, se convierten en una emoción indescriptible, asegura David Romera Sevillano, uno de los cofrades y miembros de la Junta Directiva de la Hermandad Penitencial del Ecce Homo en la capital soriana. Pero este año, si cabe, será aún mayor. La Cofradía celebra este año su 75º aniversario, un lapso de tiempo en el que, asegura su hermano mayor, Jesús Ángel Fernández, la agrupación de Semana Santa ha ido evolucionando y acompasándose al devenir de los tiempos, pero siempre conservando «su esencia» y manteniendo su «espíritu franciscano». La hermandad tiene su origen en la iniciativa de varios miembros de la Juventud Antoniana del Colegio de los Padres Franciscanos. Rondaba el año 1950 y la Semana Santa soriana estaba resurgiendo tras un período de decadencia a principios del siglo XX. El Colegio San José, que cerró sus puertas en 2017, sigue siendo al mismo tiempo «la raíz» y el referente de esta hermandad que ronda actualmente los 250 miembros.
De alguna manera, indica su hermano mayor, sienten que tienen la misión de preservar ese vínculo como el único nexo de unión de la ciudad y su importante tradición franciscana. Aún mantienen un contacto muy cercano con el padre Paco, que fue el capellán de la Hermandad. Aunque este año, en conmemoración del 75º aniversario de la creación de la cofradía, se quiere reforzar más si cabe ese lazo incorporando a su cortejo sacro un nuevo objeto procesional: la Cruz de los Ausentes. Se trata de un elemento de grandes dimensiones que será portada por cuatro cofrades.
Elaborada en madera de abeto, su diseño se inspira en la tau franciscana, algo que se refuerza con el tallado a ambos lados, en castellano y en latín, de uno de los principales lemas de esta congregación: Pax y bonum (paz y bien). Será, además, una pieza muy especial para la cofradía porque a esa cruz se irán incorporando los nombres de los cofrades ya fallecidos «para que siempre nos puedan acompañar» en las procesiones, explica Fernández.
La nueva cruz, junto a la réplica milimétrica y exacta de la talla del Ecce Homo, de estilo romanista y fechada por los expertos en el siglo XVII, que también se estrenará este año serán los dos grandes estrenos de la cofradía este año. La reproducción del paso principal del Ecce Homo tiene como objetivo preservar la conservación del paso origen, de gran valor. Será el que procesione este año por las calles de Soria desde la iglesia de Santo Domingo y, tras alcanzar la concatedral de San Pedro, se encaminará guiada por los cofrades hacia la ermita de San Saturio.
La del Miércoles Santo es, sin duda, la procesión más extensa de la Semana Santa soriana y, en palabras de su hermano mayor, una de las más bellas, especialmente en su etapa de vía crucis por la orilla izquierda del Duero «a la luz de las velas». Aunque, precisa con sentido del humor Fernández, «cuando hace frío...».
Tanto la réplica como la cruz tau pueden contemplarse hasta el próximo 31 de marzo en una exposición conmemorativa con la que el Ecce Homo celebra sus tres cuartos de siglo de historia. Fotografías antiguas, los distintos hábitos (desde el más antiguo totalmente negro, al que incluyó la capa azul en honor a las Concepcionistas hasta el actual, más acorde con el hábito franciscano marrón), estandartes, recortes de prensa o instrumentos musicales como las carracas.
David Romera Sevillano lleva desde el año 2004 formando parte del Ecce Homo, como su padre. En Soria, señala con una sonrisa, ese componente familiar «es algo que se hereda». «La gente que procesiona lleva toda la vida, desde pequeños. Para nosotros es un sentimiento muy especial», agrega Jesús Ángel Fernández.
Romera Sevillano lo corrobora. Él se recuerda siendo muy niño con la ilusión de «salir en la procesión del Viernes Santo», un sentir que hoy, algo más de dos décadas después y con responsabilidades en la junta directiva de la Cofradía, sigue manteniendo vivo como muchos otros miembros de la hermandad penitencial. Porque el Ecce Homo ha cumplido 75 años, pero tiene un gran futuro por delante, asegura su hermano mayor. «Gracias a Dios, estamos teniendo un número de altas bastante importante en los últimos años», certifica Fernández.
Algo que también se traduce en la participación en la agrupación musical de tambores y cornetas, donde hay una perfecta simetría entre «veteranos y gente joven». «Nos hace ver que estamos en un punto bueno», indica el responsable de la cofradía.
El desfile de Palmas, el Domingo de Ramos, marca el calendario procesional del Ecce Homo. Es, sin duda, un cortejo sacro muy especial, quizá porque «es el primero que se hace en la capital», señala Fernández, y porque acaba, desde la iglesia de los franciscanos en la plaza de Bernardo Robles, con la entrega de la palma a la abadesa de Santo Domingo, el templo que custodia su paso titular.
Tras la procesión principal del Miércoles Santo y la participación en la general del Santo Entierro y la del Encuentro, el Domingo de Resurrección, del Cristo y la Virgen de la Alegría, concluye para los cofrades del Ecce Homo una Semana Santa que se vive casi sin poder asimilar todas las sensaciones, «toda la emoción y la pasión que se refleja en todo», insiste Romera Sevillano. Es más tarde cuando se es consciente de «ese sentimiento que te acompaña todo el año». Porque, asegura, «uno es cofrade todo el año».