Franz Kafka, 100 años

Silvano Andrés de la Morena
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"Quien no ha leído a Kafka no se puede construir una idea completa de la literatura de los últimos cien años. Ya sé que puede parecer categórico pero apunta en la línea correcta"

Franz Kafka, 100 años

Permítanme, estimados lectores de EL DÍA DE SORIA, que empiece con una hipérbole personal: quien no ha leído a Kafka no se puede construir una idea completa de la literatura de los últimos cien años. Ya sé que puede parecer categórico pero apunta en la línea correcta. (H)ojeen 'La Metamorfosis', 'El proceso' o 'El castillo', tres obras que se leen bien, no son extensas y a nadie dejarán indiferente. Tras su lectura, seguro que algo cambia en la percepción personal sobre la realidad social y sobre nosotros mismos. E incluso me atrevo a sostener que, sin 'La Metamorfosis', nuestra apreciación cultural sería bastante distinta. Fue publicada en 1915 y cuenta la historia de una transformación: la de Gregor Samsa y, naturalmente, todo el drama familiar que se genera después de ese hecho. "Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregor Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto. Estaba echado de espaldas sobre un duro caparazón y, al alzar la cabeza, vio su vientre convexo y oscuro, surcado por curvadas callosidades, sobre el cual casi no se aguantaba la colcha, que estaba a punto de escurrirse hasta el suelo". Así empieza. Y es difícil olvidarlo, cuando se ha leído la obra. Sobre todo si uno se familiarizó con ella en su más temprana juventud. ¿Es la alegoría de la contienda y confrontación de los humanos contemporáneos ante una realidad social que los oprime y creen que los anula como individuos? ¡Qué más da! La clave está en la capacidad narrativa, en la sutil resolución de la trama, en un nuevo uso simbólico de la lengua y en la capacidad descriptiva de la realidad que novela. Eso ha de ser el arte: cosmos humano. Además, esa metamorfosis, es decir, la transformación del personaje, es un hecho fantástico que nos abre a la literatura del absurdo, grandiosa en su planteamiento artístico, que es lo que cuenta, porque la literatura es la otra realidad, construida artificialmente, es decir, humanamente. Por cierto, en castellano se publicó pronto, en 1925, en una edición de la Revista de Occidente, dirigida por Ortega y Gasset.

Franz Kafka nació en Praga en 1883. Escribió siempre en alemán. Era hijo de judíos y, en aquel contexto, como el lector sabe, nada fue fácil para los de esa cultura. Murió en 1924, hoy hace justamente cien años. Su obra, publicada en su mayoría después de su muerte, denunció los rasgos duros de la sociedad actual: la sutil y opresiva burocracia, la violencia física y psicológica, la alienación. Todos aquellos atributos del hombre contemporáneo, consciente de su pérdida en la búsqueda por construirse a sí mismo y encontrar un sentido a su existencia. Tanto, que abrió las puertas de forma predominante al expresionismo artístico, al existencialismo filosófico y al realismo mágico novelístico, tan importante en la literatura en español de Hispanoamérica. Kafka fue capaz de armar un peculiar estilo literario y reconstruir situaciones surrealistas en todas sus obras. Por lo que digo, se entiende que, entre los seguidores más incondicionales, haya habido autores de primera línea como Camus, Borges, García Márquez o el filósofo Jean Paul Sastre.

Por suerte, uno de sus grandes amigos le "traicionó". Se llamaba Max Brod. ¿Por qué? Kafka, que publicó una pequeña parte de su obra en vida, le pidió a Brod que se deshiciera de todo lo que había creado. "Mi última petición. Todo lo que dejo atrás (...) en forma de cuadernos, manuscritos, cartas, borradores, etcétera, deberá incinerarse sin leerse y hasta la última página", dejó anotado. Su amigo le "traicionó" por fidelidad y, no solo no las quemó sino que las conservó, supervisó y publicó, por suerte para todos. Casi lo mismo hizo la última compañera de Kafka, Dora Diamant. Conservó en secreto varios cuadernos y cartas, que luego la Gestapo confiscó, por lo que aún sigue buscándose una parte de su obra. El lector puede deducir de esto que la obra de Kafka es bastante más extensa que la citada arriba. Por muchas razones, sus escritos interesaron pronto al público, al tiempo que la crítica fue siempre muy favorable, con lo que su divulgación fue rápida

Para situarlo en su contexto histórico y cultural, anotar que parte de su vida transcurrió en plena irrupción de las vanguardias (Cubismo, Dadaísmo, Surrealismo), fue contemporánea del desarrollo del psicoanálisis de Freud y paralela al nacimiento de la Física cuántica y la Relatividad, nuevo modelo científico que superó todos los principios de la Física clásica. En este sentido, Kafka y su obra son icono de su tiempo. El realismo en Literatura ya era el pasado y en otras artes, también. Así se entiende, por ejemplo, el escándalo que produjo el estreno de 'La consagración de la primavera', de Stravinsky, en 1913.

Franz Kafka construyó un mundo narrativo nuevo y su extensión popular fue tal, por lectura personal o difusión crítica, que el adjetivo epónimo "kafkiano" logró convertirse en uno de los más populares y extensos. Sin duda, más que otros tan conocidos como quijotesco, dantesco o maquiavélico. Una situación kafkiana es aquella que… Me abstengo de definirla porque en la mente del lector está, incluso su carácter polisémico. Caló pronto y eso que es de los más cercanos en nuestra historia. Cuarenta y un años vivió y ha sido, sin duda, uno de los escritores que mejor entendió el siglo XX. De intensidad literaria. He ahí su obra, su legado y su repercusión, sus trabajos burocráticos, su eficiencia, su puntualidad, su pasión literaria, su epistolario, sus amantes (Felice Bauer, Milena Jesenská), su enfermedad, su amigo Max Brod… la breve e intensa vida de Kafka.

"No obstante, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que su canto: su silencio. Aún no ha ocurrido pero entra dentro de lo razonable que alguien pudiera salvarse ante su canto, lo que en ningún caso podría suceder ante su silencio. Nada en la tierra puede superar el sentimiento de haberlas vencido con las propias fuerzas, tampoco la arrogancia resultante de esa victoria, que todo lo arrebata", leemos en "El silencio de las sirenas".

Cómo no recordar, una vez más, la lectura juvenil por el empuje de algunos profesores del Instituto Machado y la labor de la SAAS, de Antonio Ruiz, en Avenida de Navarra con Fueros de Soria. ¡Qué charlas allí en tiempos decisivos! Antonio, Fidel Carazo (que traía frescas noticias de Madrid), Santos Bocigas, Ricardo, Ulises Blanco... Entre tantas lecturas en la Soria de entonces, las de Kafka, que supo describir la incertidumbre a través de sus antihéroes.

"K permaneció largo tiempo en el puente de madera que conducía desde la carretera principal al pueblo, elevando su mirada hacia un vacío aparente". Franz Kafka, 100 años, hoy.