El González Sainz más crítico en 'Por así decirlo'

S.Almoguera
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El soriano reflexiona sobre el «nihilismo rampante» en la sociedad actual en su último libro, 'Por así decirlo'

El González Sainz más crítico en 'Por así decirlo' - Foto: E.G.M

Es el mejor de los tiempos, es el peor de los tiempos. «Vivimos», asegura el escritor soriano J.A. González Sainz, «una época difícil que se nos puede ir de las manos» y que puede abocar «a cosas graves». El resurgir de las ideologías, con los populismos a la cabeza, y ese «nihilismo permanente», «rampante», instalado dócilmente en una sociedad que encaja con la misma apatía la verdad o la falta de ella, son algunos de sus síntomas, expone. «Las grandes catástrofes han sido primero lingüísticas, del lenguaje», avanza el autor, que explora todas estas cuestiones en su nuevo libro, Por así decirlo, un capricho literario lleno de reflexión, algo de disparate y también, como las populares e irónicas estampas con las que el pintor Francisco de Goya retrató los males, las contradicciones e hipocresías de su época, un poso de amargura, «sin duda». 

A lo largo de cuatro historias cortas, González Sainz trata de espolear y alertar al lector sobre «la falta de preocupación» con la que la ciudadanía encaja el devenir actual. El poder, la mentira, el conformismo campan a sus anchas sin dejar espacio al pensamiento crítico. «Parece que da igual una cosa que la contraria. Mentir que no mentir; dar el dato o no darlo. Parece que no sepamos distinguir entre la verdad y la falsedad y que a la gente no le importa. Eso es grave», insiste González Sainz. Esta actitud es, de hecho, tanto o más peligrosa que los intentos de los populismos, de uno y otro signo, por volver a instalarse en el poder. Y en este sentido, Por así decirlo intenta «arrojar luz desde el punto de vista de la ficción» a esa intensa banalización de la existencia, aunque, en mucho sentido, se haga humorísticamente. Nada como el humor, tercia el autor de Volver al mundo o La vida pequeña. El arte de la fuga, «para contar cosas serias».

En este sentido, sus historias siempre van ligadas a «un trasfondo meditativo». Cada libro, en este aspecto, también es «un desafío distinto». Por así decirlo continúa la línea de trabajo de Un mundo exasperado (1995) y transita entre lo onírico, la fábula y el disparate siendo palpable en la obra la huella del licenciado Vidriera de Cervantes, de Kafka y de su admirado Luigi Pirandello. «Probablemente sea mi libro más sencillo», asegura. En él es cada lector el que debe sacar sus propias conclusiones. De hecho, es una publicación con muchas capas que remiten «a muchos niveles» de interpretación, añade el autor. 

El propio título, Por así decirlo, propone ya de inicio toda una reflexión sobre las palabras, las distintas formas de narrar las cosas y cómo se cuentan finalmente. «Sobre la maravilla que es el lenguaje, pero también lo pernicioso que puede llegar a ser», indica. Esta idea, de hecho, constituye una constante indagación a lo largo de su obra. «Puede ser el mejor consuelo. Puede comunicarte belleza como la gran literatura, pero también te lleva a Hitler y a Stalin», advierte. El lenguaje «no es inocente», es un arma que, cargada, «puede hacer el mayor daño», sostiene. Por ello, recalca, controlarlo siempre ha sido y es un objetivo estratégico del poder.

El primero de estos cuatro divertimentos, de hecho, analiza la naturaleza del poder «y cómo el súbdito se hace súbdito a sí mismo. El que aplaude, lo hace por algo», incide. Es una historia, confiesa, cuyo detonante surgió de un pequeño detalle observado durante un concierto en Soria. Evidentemente, afirma, el lector soriano visualizará rápidamente la plaza Mayor de la capital soriana. Aunque, recalca, se trata de una fábula, en principio, enmarcada en un tiempo, pero también de un carácter «intemporal».

volver. El reflejo de la ciudad se cuela en las líneas de este relato aunque, si hay entre su producción literaria un libro soriano éste es Volver al mundo, en el que aparecen retratados Valdeavellano de Tera y el valle del río Razón, Garagüeta, Soria, sus caminos, sus árboles, aunque no se nombren enteramente expresamente. Es, destaca, «mi libro más importante, más denso» y el que muchos años después de su primera edición, en 2003, continúa dándole muchas alegrías. La última, hace apenas una semana, cuando dos grupos de personas se desplazaron hasta el Valle para conocer y recorrer los lugares reales que aparecen en la novela. «Una vez, alguien de la zona me dijo: 'Has retratado perfectamente cómo es esto' y yo le dije: 'No, no es así [ríe]'», relata. Los elementos reales, los espacios y lugares «a mí me sirven para crear una ficción de corte mítico», puntualiza. En cada libro, no obstante, necesita cambiar, plantear nuevos temas, investigar «otras cosas».