La guerra entre gobierno y PP, entre PP y gobierno, es a muerte, y pueden salir escaldados unos y otros. Se trata de diferencias políticas, pero intervienen factores personales que inciden directamente en los planteamientos políticos, y la situación se envenena a pasos agigantados. Con tanta virulencia que es imposible hacer pronósticos sobre el alcance de las consecuencias.
Begoña Gómez ha acudido a la Asamblea de Madrid para comparecer ante la comisión parlamentaria que investiga la trastienda de sus cátedras extraordinarias en la Complutense. Como se suponía, la mujer del presidente se acogió a su derecho a no declarar. Antes de ponerse en modo silencio, leyó un par de hojas en las que se declaró víctima de una operación política. El argumento eterno, el de siempre. No hay sanchista que crea en las investigaciones judiciales cuando esas investigaciones les perjudican.
Todo ese espectáculo como preámbulo a la comparecencia que tendrá que hacer Begoña Gómez ante el juez en pocos días, tras aceptar su señoría al aplazamiento porque según la mujer del presidente tenía que realizar un "viaje oficial". Santa paciencia la del juez Peinado, al que desde el mismo momento que le asignaron el caso Begoña ha recibido toda clase de descalificaciones profesionales del sanchismo, incluso una recusación que el Tribunal Supremo no aceptó. A estas alturas, no hay político, ni juez, ni periodista, ni ciudadano de a pie, que no sepa ya que esto no va de investigaciones sobre posibles casos de corrupción, sino de una sesión continua de descalificaciones y exabruptos para intentar así que la bronca sea la noticia, más que los delitos que se hayan podido cometer.
En esta guerra a muerte entre los dos principales partidos, que empieza a parecerse a una pelea barriobajera, el descrédito de España empieza ser preocupante. Por la relevancia de las personas imputadas y por la manera de defenderse sacando el ventilador para trata de callar al adversario. Con Bruselas siguiendo minuto a minuto los acontecimientos porque afectan a la Comisión Europea, ya que el PPE, a instancias del PP, pone la proa a la ministra Ribera para que sea vicepresidenta de la Comisión.
La política española sale muy mal parada ante la ineficacia de las autoridades que han fracasado estrepitosamente en sus medidas para gestionar los efectos trágicas de la Dana en Valencia, que ahora golpea también con fuerza en otras regiones. Ante la hecatombe valenciana, en el que dan ejemplo de valor y trabajo incansable miles de ciudadanos que están colaborando para paliar los efectos de la tragedia, los políticos se empeñan en atacar de forma inmisericorde al adversario.
El gobierno ha perdido ya los papeles. Mazón no es ejemplo de presidente volcado desde el minuto uno en tomar decisiones inaplazables; pero Moncloa se burla de los ciudadanos cuando sigue afirmando que fue riguroso con el cumplimiento de sus responsabilidades.
Así no se cuida un país, así no se gobierna. Así, en la pelea, se desacreditan los políticos … y se deja desamparados a los españoles.