Más del 85% de la población dependiente en España recibe atención familiar para los cuidados personales y las actividades básicas (comer, asearse, acostarse...) e instrumentales (tomar medicación, salir a la calle, preparar comidas, hacer la compra...) del día a día, un tema de especial relevancia desde el punto de vista social. En Soria, con 6.215 personas con dependencia (por avanzada edad, enfermedad crónica, discapacidad, falta de autonomía), la Junta de Castilla yLeón contabiliza 1.296 cuidadores no profesionales (uno de cada cinco dependientes), de los que 922 son mujeres y 374 hombres y el doble de 2016, cuando se registraban tan sólo 656. Del total, 518 cuidadores asisten a personas cercanas con dependencia moderada de Grado I (la autonomía personal se ve limitada y se necesita asistencia puntual en algunas actividades diarias), 473 a personas con dependencia severa de Grado II (no se necesita asistencia constante pero sí en varios momentos del día) y 305 a personas con gran dependencia de Grado III (se requiere asistencia constante para las actividades básicas).
En España, según el INE, el 29,36% de los cuidadores de personas con discapacidad de más de seis años es el cónyuge o pareja, el 25,56% la hija, el 12,56% el hijo, el 10,11% otro familiar, el 8,97% la madre, el 6,64% una persona empleada del hogar, el 2,15% personal sociosanitario, el 1,62% el padre, el 1,63% otra persona y el 1,40% un asistente personal.
Cuidar de una persona dependiente, indudablemente, se hace desde el cariño y el amor para procurar su bienestar y mejorar su calidad de vida. Pero no siempre es una tarea fácil porque en algunas ocasiones se presentan dificultades que afectan a la salud física y mental, además de que implica renunciar a muchos aspectos, como el autocuidado. Agotamiento, estrés, incapacidad para la conciliación o falta de tiempo personal son los efectos que recoge el informe 'Evaluación de calidad de vida de las personas cuidadoras'.
El estudio 'Cuidadores', de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, indica que esta tarea supone un cambio en la vida diaria para el 54,5% de los encuestados. Al 57,5% le afecta en la salud física (cansancio, estrés, dolores de espalda y articulares, insomnio...) y al 49,5% e n la salud mental (frustración e impotencia, ansiedad, irritabilidad y enfado, depresión y tristeza...); y sólo el 41,5% consulta al médico o psiquiatra. Sus deseos son, según el citado estudio, tener tiempo para cuidarse (59,5%) y poder hacer ejercicios y técnicas de relajación (56%); al tiempo que necesitan reconocimiento y apoyo social (50,5%), ayuda económica (45%) y apoyo psicológico (41%), que podrían llegar de familiares (29,5%), amigos (12%) y vecinos (4,5%).
Ante esta situación, ¿quién cuida al cuidador? y ¿cómo recibe la formación y el apoyo necesario para determinadas situaciones y para afrontar los mementos más difíciles? Autocuidado, compartir las tareas, apoyarse en las personas del entorno, no olvidar el resto de la familia, valorar y aceptar la ayuda recibida y escuchar las señales de alarma son algunos de los principales consejos.
PROGRAMA
Conscientes de las necesidades de estos cuidadores, el Centro de Referencia Estatal para la Atención Sociosanitaria de Personas en Situación de Dependencia (Credef), dependiente del Imserso y ubicado en Soria, desarrolla de abril a octubre un programa formativo innovador para familiares, cuidadores y acompañantes que imparte Asovica. En torno a la idea de 'Cuidarse para cuidar' y en doce sesiones, se aborda la llegada de la discapacidad a la familia, las habilidades para el cuidado, la autonomía personal, el acompañamiento emocional, el ocio y la búsqueda de nuevos intereses, los recursos y prestaciones sociales y la importancia del autocuidado. De los 20 inscritos, la mitad son usuarios del Credef, que atiende a personas sin necesidad de tener reconocida la dependencia y que investiga y evalúa resultados sobre la autonomía personal.
Silvia Oliva, la directora del centro, hace referencia a la Estrategia Europea del Cuidado (publicada en 2022) para garantizar los servicios asistenciales de calidad asequibles y accesibles y mejorar las condiciones los cuidadores profesionales y no profesionales y, por supuesto, de las personas que necesitan cuidados de larga duración. El documento marca las pautas para que cada país adopte medidas y dos aspectos fundamentales son la implantación del modelo de atención centrado en la persona y la desinstitucionalización. «Supone un cambio de paradigma para la sociedad, porque se parte de un modelo asistencialista a ayudar a la persona a que tome sus propias decisiones», indica. La UE financia estas acciones del apartado de Derechos Sociales con el Fondo Social Europeo Plus (FSE+), que cubre parcialmente este curso del Credef.
Es el Objetivo K de Inclusión Social del FSE+ el que aborda la formación a cuidadores profesionales y no profesionales. Por ello, el objetivo de la actividad es «proporcionar herramientas a las personas cuidadoras para mejorar su calidad de vida y, con ello, la de las personas a las que cuidan» y «dotarles de herramientas para afrontar la situación de discapacidad, que muchas veces llega a una familia de forma sobrevenida y supone un shock». Igualmente, se promueve que la persona pueda estar en su entorno habitual «el máximo tiempo posible», proporcionando a los familiares las herramientas necesarias para facilitar la permanencia.
Por su parte, María Rupérez, jefa de la Sección de Gestión del Conocimiento, destaca la importancia de abordar «la llegada de la discapacidad a la familia por incapacidad sobrevenida, por diagnóstico médico de enfermedad o por patología que va a repercutir en cuidados de larga duración y va a suponer un deterioro progresivo», lo que conlleva el duelo de la aceptación, reajustar los roles familiares y manejar la incertidumbre y miedo al futuro... Los participantes aprenden o refuerzan habilidades para el cuidado físico (higiene, cambios posturales, movilizaciones, prevención de úlceras, curas básicas, primeros auxilios...) y pautas para la alimentación sana y equilibrada.
María Rupérez hace hincapié en potenciar la autonomía personal y reconocer el derecho de autodeterminación de las personas en situación de dependencia, «de poner en valor sus decisiones y su capacidad para seguir tomándolas». Y, si tienen esta capacidad «más mermada», los familiares cuidadores tendrán en cuenta sus preferencias, valores e ideas que siempre haya tenido «para ajustar los apoyos que necesita según su proyecto de vida».
CUIDAR AL CUIDADOR
Rupérez insiste en el autocuidado, que beneficia a la calidad de vida de la otra persona. Así, se incluyen pautas como «saber pedir ayuda, aprovechar los recursos que hay en la comunidad y de centros como el Credef, donde una de las labores es atender a las familias tras escuchar sus necesidades y poderles formar en cuestiones como inmovilizaciones, posturas, productos de apoyo que repercuten en la autonomía y en el propio cuidado de los cuidadores (grúas, cinturones, asideros, agarradores...)». Una red de apoyo es fundamental, tanto de otros familiares, amigos y entorno, como de personas que están en la misma situación «para saber que uno no está solo».Es algo que se valora desde el Credef, «que las familias puedan conocerse y participar en las actividades porque beneficia a todos». La idea es ir sumando y ampliando la oferta del centro, que en febrero de 2024 inauguró el gabinete de accesibilidad, para ayudar a las personas con dependencia y a sus familias.