Hace casi un año, cuando se confirmó que Kylian Mbappé llegaría finalmente al Real Madrid, el debate se sirvió solo: «¿Cómo encajaría en el ataque del equipo cuando tanto Vinícius como Rodrygo ofrecen su mejor nivel en la izquierda, como el francés?». Seis meses después de vestirse de blanco por primera vez, el '9' de Chamartín parece haber encontrado su esencia. Han sido semanas de deambular por el campo, de hacer autocrítica, de primar el bien colectivo al individual, hasta explotar, como confirmó el pasado sábado ante el Valladolid, con un 'hat-trick' que le puso el sello a su gran momento de forma.
«Yo pensaba mucho durante mi mal momento. Pensaba en cómo moverme, en cómo ir al espacio y fue un momento que cuando piensas mucho no juegas bien». De esta forma confirmó Mbappé antes del duelo contra el Salzburgo, saldado con una contundente victoria merengue por 5-1, que el último medio año no ha sido sencillo para él.
Encajar al atacante más completo de Europa en el mejor equipo del Viejo Continente puede parecer una tarea sencilla, pero Carlo Ancelotti ha dado muchos palos de ciego hasta ahora. ¿La solución que el italiano ha encontrado? Tiempo. Partidos y más partidos para encontrar su esencia, eso es lo que le otorgó el transalpino a Mbappé, sabedor de que, con su mejor versión sobre el terreno de juego, difícilmente habrá algún rival que resista las acometidas conjuntas del galo, Vinícius y Bellingham.
Y es precisamente ese último eslabón de la cadena el que parece haber ensamblado todas las piezas. El retoque táctico de Ancelotti para disparar a Mbappé ha sido el encontrarle el hábitat ideal al inglés, que, con libertad por detrás del ataque, resguardado con dos centrocampistas de más sacrificio por detrás, actúa de muelle para que los delanteros den su mejor cara.
Y el galo lo está logrando. Se le ve muy suelto, acompasado con los movimientos del equipo, cayendo a banda cuando la situación lo requiere, dejando libre el carril central, tirando ese desmarque que reclama la jugada y, sobre todo, siendo inclemente delante del portero.
Ya se atisbó la sombra de ese galopante delantero en la Supercopa de España, ya que, aunque el Real Madrid cayó con contundencia ante el Barcelona (2-5), él abrió el marcador y fue la única esperanza ofensiva de los suyos durante mucho rato.
Desde ese fatídico día, siete tantos. Uno al Celta en la Copa, otros dos a Las Palmas en LaLiga, uno más al Salzburgo en la Champions y tres más en Zorrilla en la competición doméstica.
Por delante, los principales retos de la temporada, toda vez que ya ha levantado dos entorchados de tres posibles vistiendo de blanco, la Supercopa de Europa y la Intercontinental. Si su mejor versión se corresponde con la del Madrid habitualmente, a partir de enero, su techo aún está por descubrir.