El sector del vino atraviesa una situación de ajustes provocada por muchos factores. Entre los más importantes destacan el aumento de la oferta, la evolución a la baja de la demanda (menos personas mayores que eran los mayores demandantes y más jóvenes que se inclinan más por el consumo de cerveza), los cambios en los gustos de los consumidores, la pérdida de peso de los vinos tintos de alta graduación o la demanda de caldos más jóvenes y, sobre todo, de los vinos blancos varietales del año. La reducción en el consumo de vino ha supuesto una advertencia al sector para que adecúe su oferta a este nuevo escenario y ya ha pasado factura para que se pongan en marcha planes encaminados a la reducción de superficies con arranques subvencionados, plantaciones o replantaciones.
Desde la perspectiva de la oferta en el campo, en los últimos años el sector del vino ha experimentado un proceso abandonos del cultivo, con o sin subvenciones, pasando la superficie de casi un millón de hectáreas a las actuales 928.000, con nuevas variedades y mayores rendimientos en secanos y además con más superficies en regadío. En el caso de las denominaciones de origen se fijaron unas producciones máximas de 20.000 kilos de uva en blancos de 18.000 en tintos y un rendimiento en bodega del 74%.
En base a esas superficies y condiciones, España ha tenido unas producciones medias de unos 40 millones de hectolitros, con picos hace una década de hasta 50 millones, 36 millones en la campaña actual y, en la parte baja, los 32,8 millones de la campaña anterior.
Frente a esas cifras, la demanda interior cayó por debajo de los 10 millones de hectolitros y las exportaciones, aunque se mantienen elevadas gracias especialmente a los graneles baratos, han bajado en los últimos años de 23 a unos 19 millones de hectolitros. Con esos datos en la mano, la realidad es que sobra vino, aunque el consultor en el sector Rafael del Rey, anterior responsable del viejo Observatorio Español del Mercado del Vino, hoy integrado en la interprofesional, señala que no se puede hablar sobre vino en general, sino sobre tipos de vinos y en determinados territorios. Hoy, mientras sobra vino en algunas zonas del centro y La Rioja o tienen problemas los vinos de más calidad en los tintos, se ha disparado la demanda de los vinos blancos, especialmente los elaborados en Galicia, por lo que respuestas como los arranques deben estar en función de cada uno de los problemas existentes.
En este contexto, lo cierto es que el sector se enfrenta a la necesidad de ajustes y cambios desde la producción al consumo. En la parte de la producción, a la cabeza se halla la posición coincidente, con algunos matices diferenciados de las organizaciones agrarias, apoyando los arranques subvencionados para bajar el nivel productivo, las limitaciones de producción por hectárea o los cambios en los rendimientos en bodega.
El recurso de los arranques no es una novedad. En las últimas tres décadas, por arranques subvencionados o simplemente por abandonos de personas de edad avanza, falta de relevo, sequías o por falta de rentabilidad, el sector ha pasado de más de un millón de hectáreas a las 928.00 actuales, entre las que ya hay un elevado volumen de superficies en regadío. En España ya se llevó cabo una acción similar en el inicio de la década de los noventa que supuso el arranque de unas 130.000 hectáreas por los mismos problemas. Treinta años más tarde, este tipo de medidas no se plantean solamente en España sino también en otros países comunitarios grandes productores como Francia, donde existen planes para eliminar entre 30.000 y 60.000 hectáreas con un coste de 120 millones.
En la parte de la producción en el campo, destaca la necesidad de articular ayudas financieras para los arranques por parte de cada país miembro, en España también a cargo de las Comunidades Autónomas, así como la modificación de los mecanismos sobre replantaciones o reducción de las autorizaciones sobre nuevas plantaciones.
Ayudas.
En esta situación de desajuste entre la oferta y la demanda, desde las organizaciones agrarias ASAJA, COAG, UPA y Unión de Uniones, con diferentes matices, se reclama a las Administraciones la puesta en marcha de planes de arranque con ayudas públicas para reducción del potencial productivo. Se recuerda la existencia de un Plan de Intervención en el Sector Vitivinícola con más de 200 millones de euros cada ejercicio para diferentes fines. Hoy, mientras sobra vino en territorios grandes productores del centro y La Rioja o tienen problemas los vinos de más calidad en los tintos, se ha disparado la demanda de los vinos blancos, sobre todo los elaborados en Galicia o Rueda, por lo que respuestas como los arranques deben estar en función de cada uno de los problemas.
Frente a esta posición de las organizaciones agrarias, el ministro Luis Planas descartaba recientemente que España fuera a llevar a cabo arranques porque cada país tiene su propia problemática y sus propias soluciones, aunque por debajo de esta posición se hallaría la falta de decisión política del Gobierno para poner un euro para estos fines y por el seguidismo del ministro con Moncloa, quien el sector acusa de no dar la cara.
El sector del vino ha sido objeto de análisis en el denominado Grupo de Alto Nivel sobre la política vitivinícola, que agrupa a todo el sector en el marco de la UE, además de a la propia Comisión. Existe unanimidad en las causas del problema e igualmente en las posibles salidas.
Desde la parte de la producción las potenciales medidas, según las conclusiones de ese Grupo, se concretarían básicamente en la reducción de superficies con programas de arranque y limitación de rendimientos, las reconversiones varietales y reestructuraciones, la eliminación de replantaciones o la aplicación de intervenciones sectoriales excepcionales en casos de perturbaciones de los mercados para ajustar la oferta. El vino se enfrenta, con carácter general, a un aumento de las políticas encaminadas a la reducción del consumo de alcohol, espacio donde desde el sector de la cerveza se han dado respuestas que han supuesto evitar la caída de la demanda, algo que no se ha logrado en el sector del vino.
Además de los ajustes en la producción, la salida para el sector se deberá librar, además de en España, en los mercados exteriores (UE y terceros países) con una oferta dirigida a sus demandas, desde la elección entre graneles o envasados hasta los tipos de envases (botella tradicional o bolsa de varios litros).