Abuelos, un pilar de la crianza en la sombra

S.Ledesma
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Los abuelos canguro son más que niñeros: sus cuidados fomentan el vínculo emocional y el aprendizaje intergeneracional. Algunos de ellos comparten su experiencia con 'El Día de Soria'

Abuelos, un pilar de la crianza en la sombra - Foto: SERGIO_DE_MIGUEL

Los abuelos canguro son una solución para muchas familias a lo largo del año. Cuando termina el colegio, la conciliación se hace más difícil aún, así que durante el período estival los abuelos, siempre dispuestos a ayudar a sus hijos, son los encargados del cuidado de sus nietos a lo largo de casi todo el día. Los progenitores «están trabajando» y si no hay alguna solución de por medio, como campamentos o que los propios padres alternen sus vacaciones para el cuidado de los menores, el remedio está en quienes suelen ser, además del pilar familiar, un apoyo en la sombra en la crianza de los más pequeños para cubrir desde las necesidades básicas, «darles de desayunar, de comer, llevarles a alguna actividad o jugar con ellos para que no se aburran», hasta ofrecerles «consejos, a nuestra manera, pero al menos nos escuchan».    

Estos particulares niñeros son habituales en los parques infantiles, en las calles, de camino a algún lugar divertido para satisfacer los deseos de sus nietos, a las puertas de los centros de actividades infantiles… Son indispensables en la conciliación familiar y en la protección de la infancia. Según Aldeas Infantiles, dedican una media de 16 horas semanales al cuidado de los nietos. Una cifra alejada de lo que los propios abuelos sorianos, de forma anónima, comparten con El Día de Soria en plena Alameda de Cervantes de la capital, salpicada de personas mayores a cargo de niños, en general, de poca edad. 

«Me lo dejan a las ocho de la mañana y salen a las tres, así que como no hay guardería me hago cargo de él»;«lo traen a las siete de la mañana, le doy de desayunar y muchas veces hasta las nueve de la noche no pueden venir a por él porque están todo el día trabajando». Otra soriana señalaba que se encargaba de su nieta «todo el año» por motivos laborales de su hija, con lo que las horas que le dedicaba a la semana se multiplicaban notablemente porque, puntualizaba, «muchos fines de semana también me tengo que quedar con ella». 

conciliar. Los abuelos no sólo cuidan a sus nietos, sino que también proporcionan apoyo emocional, consejos y, no en pocas ocasiones, ayuda económica. Este mismo verano se ha anunciado que los abuelos suecos podían acogerse a la prestación parental retribuida para el cuidado de sus nietos por un máximo de tres meses durante el primer año de vida del menor. Pero en Soria, en España, eso parece, además de impensable, poco más que una aberración. «Quienes necesitan ayuda son nuestros hijos para conciliar; nosotros estamos para ayudarles en todo lo que podemos porque para nosotros es casi como una obligación, pero lo hacemos con satisfacción», indicaba una de estas abuelas de 75 años en el parque capitalino mientras atendía a una de sus nietas, de dos años; su otro nieto, de seis, estaba con su marido. 

Por su parte, un abuelo de 69 años permanecía a la sombra con su nieto «de un añito» mientras destacaba la necesidad de más apoyos para una conciliación efectiva. «Hay que ayudar a los hijos, pero debería ser el Gobierno el que dé más facilidades porque los abuelos ya hemos trabajado bastante y, aunque lo hacemos encantados, no es normal estar en esta situación; yo he cuidado a cuatro hijos y cada uno se apaña como puede», consideraba. A su lado, otro abuelo de 76 años reafirmaba la idea de que ya habían trabajado bastante con un «y en peores condiciones» mientras esperaba a que su nieta acabase para ir a buscarla a la piscina. 

En este sentido, la mujer de 75 años con dos nietos lamentaba la tesitura laboral actual y la comparaba con antaño:«Nosotros tendríamos menos, no nos iríamos de vacaciones hasta que las chicas fueron algo más mayores, pero era una vida más tranquila;ahora todo es un poco más caótico y me gustaría que pudieran tener más ayudas para cuidar de los niños». En cualquier caso, señalaba esta misma abuela, «los padres nos quitan de cuidar a los nietos todo lo que pueden; el niño ha estado en un campamento durante dos semanas; para nosotros también es una alegría tenerlos, no te voy a mentir». 

proactividad. En general, los abuelos sorianos, cuando hablan de la situación de sus hijos lo hacen con cierta amargura. Los expertos en sociología hablan de que en el plano laboral se pide una «proactividad y disponibilidad altísimas» durante los años de trabajo. Unas demandas laborales «incompatibles» con la crianza o con el cuidado de personas, independientemente de si son menores o adultas. Este ritmo de vida hace que si no hay nadie que pueda dedicarse al cuidado de personas se tire de la mano de obra cercana y no remunerada. Es decir, de los abuelos. 

«En otros países los gobiernos se encargan de dar ayudas para poder conciliar; aquí es imposible dejar de trabajar uno de los dos [padres] para poder dedicarse a la crianza de los hijos, hay que hacer malabares porque no llegas a fin de mes», se quejaba una de las madres en una zona de esparcimiento del parque. «Para quienes pueden, es una suerte poder contar con los padres; nosotros no los tenemos cerca y se echa en falta esa ayuda», concluía. 

Este amparo no siempre se busca de forma regular. También están los abuelos que se hacen cargo de los nietos «en ocasiones puntuales». Así lo explicaba Jesús, padre de dos niños de siete y diez años, quien aseguraba «no abusar» de sus padres. «Es importante tenerlos, pero nos encargamos nosotros de ellos porque los hijos son para los padres, no para los abuelos; no tiene que ser una norma que los cuiden los abuelos y  nosotros acudimos a ellos en momentos puntuales». Recordaba que este verano les habían apuntado a un campamento y después la pareja había alternado vacaciones para poder cuidarlos. «Intentamos cubrir sus vacaciones escolares sin tener que dejárselos a los abuelos», concluía. Por su parte, su madre indicaba la importancia de las relaciones con los nietos:«Los hijos saben que nos tienen para todo lo que necesiten, pero no nos hacemos cargo de los nietos continuamente. Para nosotros es vital estar con ellos porque también les podemos dar consejos y les aportamos experiencia». 

conexión especial. Y es que las personas mayores y la infancia siempre han tenido una conexión especial. Además, pasar tiempo juntos cuenta con múltiples beneficios para la salud de ambos, según los expertos. Por un lado, los nietos logran que sus abuelos recuperen la vitalidad, vean que tiene un sentido en la vida y se sientan útiles. Además, los mayores ven incrementada su autoestima porque, además de contar con ellos, se les tiene en cuenta y se les escucha, y es una manera de sentirse queridos y valorados. También es una forma de que los abuelos puedan entender mejor el momento que viven porque se relacionan con la realidad, como por ejemplo, con las nuevas tecnologías. En el caso de los nietos, los beneficios son muy importantes en valores y apego por el vínculo emocional y el aprendizaje intergeneracional. Y para ambos, grandes y pequeños, es una manera de estar en activo y contentos en buena compañía. 

En el parque de La Dehesa encontramos buenos ejemplos de esta felicidad. Para una abuela de 66 años ésta era la primera vez que le dejaban a su nieta de casi tres años toda una semana. «No me la han dejado antes porque es muy pequeña, pero yo ahora son la abuela más feliz del mundo», puntualizaba mientras columpiaba a la pequeña. Los padres de la niña viven en Madrid y tanto ella como su esposo se han desplazado «cuando ha estado malita o cuando nos han necesitado para poder echarles una mano; estamos disponibles cuando nos llaman». 

Por su parte, otra abuela de 79 años indicaba:«Me gusta estar con mi nieto, aunque a veces me hace enfadar. Intentamos que no se aburra, así que en vez de educarle, le maleducamos». Esto lo decía porque, como explicaba el pequeño, que en noviembre cumplirá nueve años, se lo pasa fenomenal «haciendo 'chilenas' en la cama del abuelo». Una nueva señal de que la diversión entre niños y abuelos siempre está servida.