El martes 15 de abril se cumplen 35 años de la muerte de Greta Garbo y TCM recordará a la actriz emitiendo ese día algunos de los largometrajes que la convirtieron en un mito único del cine. El especial incluye títulos destacados en su carrera, como La reina Cristina de Suecia, Margarita Gautier, Grand Hotel, Anna Karenina y Ninotchka.
Su vida y carrera es una de las más fascinantes. Lo es por su indudable calidad y lo es también por su enigmática personalidad y por su sorprendente retirada de las pantallas en plena madurez. Todo ello la convierte en un caso único y excepcional.
Se llamaba Greta Lovisa Gustafson y nació en 1905 en Estocolmo. Su padre falleció cuando ella tenía 14 años y ella tuvo que dejar la escuela para trabajar y ayudar a su madre y sus dos hermanos. Consiguió un empleo en unos almacenes y enseguida resultó elegida como modelo para protagonizar campañas publicitarias. Fue entonces cuando Mauritz Stiller, uno de los grandes maestros de la época muda del cine sueco, la descubrió en un cortometraje titulado Cómo no vestirse. Stiller fue perfeccionando su estilo y figura para convertirla en una estrella. Hizo que adelgazara, que fumase una marca de cigarrillos turcos y, sobre todo, le cambió su apellido: Garbo.
En 1924 Mauritz Stiller le dio su primera oportunidad con un papel en La leyenda de Gosta Berling. El éxito fue tal que Stiller recibió la llamada de Hollywood. El director impuso como condición para fichar por la Metro la contratación en el mismo paquete de su protegida, pero la suerte que corrieron los dos fue, sin embargo, muy distinta. Stiller regresó pronto a su país. Garbo, en cambio, debutó en EEUU en 1926 con El torrente, adaptación de una novela de Blasco Ibáñez. Un par de años después, otro gran director sueco, Victor Sjöström, la dirigió en La mujer divina, la película que le dio el apodo con el que, a partir de entonces, sería conocida en todo el mundo: la divina.
Y llegó el cine sonoro. El suspense se mantuvo los dos años que tardó en rodar su primera película sonora. «¡La Garbo habla!», decía en 1930 la publicidad de Ana Christie. Y hablaba con acento, sí, pero con una voz profunda que en absoluto disminuía su fascinación. Los éxitos se sucedieron uno tras otro: La reina Cristina de Suecia; Ana Karenina…
Con Ninotchka, el director Ernst Lubitsch tuvo que desplegar todo su encanto para persuadir a Greta Garbo de que protagonizara una comedia. Además, lejos de desear que se hablara de ella, como otras muchas estrellas, no acudía a fiestas ni concedía entrevistas.
Su siguiente incursión en la comedia, La mujer de las dos caras, fue un fracaso. Poco a poco el público americano le fue retirando su favor. Ante un futuro que solo podía ser de decadencia, la Garbo se retiró a los 36 años. A partir de entonces vivió apartada del mundo. Murió el 15 de abril de 1990. Pero su leyenda sigue viva y, 35 años después de su fallecimiento, los aficionados la siguen recordando como una de las más grandes. La divina.