El futuro de la Junta de Castilla y León ya está disipado tras semanas de reuniones con cruces de exigencias y demandas, aunque finalmente la aritmética parlamentaria impuso su autoridad. Veinticuatro días después de los comicios autonómicos del 13-F, Partido Popular y Vox cerraron ayer sobre la bocina un acuerdo programático y de legislatura para lograr un gobierno «fuerte, estable y sólido» que evita una repetición electoral. Alfonso Fernández Mañueco y Juan García-Gallardo rubricaron ayer un documento de 11 ejes y 32 acciones que sirve para que los de Santiago Abascal entren por primera vez en su historia en un Gobierno autonómico. «Esperemos que este día sirva de punto de partida para la entrada de Vox en las instituciones», celebraba el futuro vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, que ha logrado que el Partido Popular sucumba a todas las exigencias de cargos, que no programáticas, que habían puesto sobre la mesa desde el día después de las elecciones.
La presidencia de las Cortes, la vicepresidencia de la Junta y tres de las diez consejerías son el botín que Vox ha logrado arrancar a Alfonso Fernández Mañueco con sus trece procuradores autonómicos. Los populares se quedan con las siete restantes, la portavocía del Ejecutivo y, obviamente, la presidencia del mismo. No obstante, ninguno de los dos quiso detallar el reparto de carteras y emplazaron a las negociaciones que tendrán en los días posteriores para determinar a qué responsabilidades accede cada uno. «Hemos firmado el acuerdo diez minutos antes del Pleno y no hemos podido acordar las consejerías que tendrá cada uno, pero desde luego no quiero la portavocía», reconocía entre risas García-Gallardo.
Tan ajustado fue el acuerdo que apenas unos minutos antes del inicio de la sesión constitutiva de las Cortes, García-Gallardo todavía seguía dentro del despacho del presidente de la Junta negociando los términos y acuerdos. Un tuit de Fernández Mañueco, al igual que ocurrió con el adelanto electoral, sirvió para anunciar el pacto logrado poco antes de que sonaran las sirenas de las Cortes que anuncian el inicio de la sesión.
Puntos del acuerdo de Legislatura de PP y Vox. - Foto: FS ICALPrograma sin sillones
Fernández Mañueco y García-Gallardo, que durante su comparecencia se han llamado mutuamente por sus nombres de pila, han exhibido durante la firma del acuerdo una gran sintonía, alejada de aquel «matrimonio sin amor» que suscribió con Francisco Igea en 2019. Ambos insistieron en que este pacto se ha cerrado en torno al programa y sin hablar de sillones. «El objetivo era un acuerdo programático para todas las personas de Castilla y León», apuntóel popular, que asumió que esta unión «sirve para dar la estabilidad política que prometí» y aleja el fantasma de la repetición electoral. Extremo este último que repitió durante varias ocasiones en su intervención. Además, presidente y vicepresidente de la Junta también confluyeron en la idea que el pacto suscrito ayer «es un éxito para la gente de Castilla y León».
«Más allá de intereses partidarios o personales, ponemos por encima los intereses de los ciudadanos, con este acuerdo garantizamos la estabilidad política en Castilla y León y desterramos cualquier fantasma de repetición electoral», zanjó Fernández Mañueco, a lo que García-Gallardo añadió que este pacto es un «muy bueno» para la Comunidad. «Estoy entusiasmado», aseguró el líder de la formación de Abascal, convencido de que su entrada por primera vez en un ejecutivo regional servirá como ejemplo «de todo lo bueno que pueden hacer juntos PP y Vox».
Fernández Mañueco(d) habla con García-Gallardo. - Foto: Eduardo Margareto ICALEscoltados ambos por numerosos procuradores de sus respectivas formaciones durante la rueda de prensa, los firmantes pidieron a la ciudadanía «tranquilidad, confianza y esperanza en el futuro». En este sentido, defendieron el programa pactado e insistieron en que este acuerdo asegura la «estabilidad y la solidez», al tiempo que avanza en una «gestión eficaz» en un momento en el que se vislumbran «tiempos complejos y turbulentos» desde el punto de vista tanto económico.
«Hemos cedido todos»
Ni Fernández Mañueco ni García-Gallardo han querido entrar al detalle sobre quien de los dos ha cedido después de que este miércoles, Vox acusase al PP de no querer cerrar un acuerdo y llegasen a la constitución de las Cortes sin un pacto. «Este acuerdo facilita un Gobierno, se han hecho cesiones y se ha contribuido en positivo», manifestó Fernández Mañueco, sin entrar en las posibles concesiones, ya que antepuso el pacto y que haya un Ejecutivo estable y fuerte por encima de las diferencias. «Aquí hemos cedido todos, ya se lo puedo asegurar», añadía a renglón seguidoGarcía-Gallardo. Sin embargo, Vox ha logrado todos los cargos que reclamaba desde la jornada después de las elecciones del 13-F, aunque algunas de sus exigencias más polémicas –derogación del decreto de Memoria Histórica, de la Ley autonómica de Violencia de Género, o supresión de las ayudas a sindicatos– se han quedado fuera del acuerdo programático. No obstante, el texto suscrito entre ambos, cuyo contenido no trascendió a la prensa hasta finalizar su comparecencia, señala puntos como la aprobación de una ley de violencia intrafamiliar, promover una inmigración ordenada, consolidar un modelo educativo «libre de adoctrinamiento ideológico» o combatir la ocupación ilegal de viviendas.
En este sentido, ambos eludieron entrar al detalle sobre estas materias, y se remitieron al acuerdo como única respuesta. «Este Gobierno va a ser respetuoso y va a minar a las víctimas de topo tipo de violencia», concluyó Fernández Mañueco.Ahora, PP y Vox, sobre la base del acuerdo, seguirán negociando para cerrar la conformación del nuevo Gobierno autonómico.
Un pacto que levanta dudas entre los dirigentes populares
El acuerdo alcanzado entre PP y Vox para gobernar en coalición enCastilla y León deja un sabor agridulce en las filas populares, que por una parte celebran seguir al frente del Ejecutivo autonómico, pero recelan de las consecuencias de dar entrada a los de Santiago Abascal dentro del Consejo de Gobierno. El futuro presidente del PP nacional, Alberto Núñez Feijóo, se desentendía del acuerdo y aseguraba que no tenía conocimiento del pacto. «Si me pregunta si conozco con exactitud ese pacto, la respuesta es que no. No conozco con exactitud qué es lo que se ha pactado ni consejerías», apostilló el gallego, que culpó al PSOE de «no dejar otra opción» al no querer abstenerse. A su entender, se trata de un paso «perfectamente legítimo» porque «en el ejercicio de sus responsabilidades» ha adoptado esta decisión.
En un tono mucho más duro se expresó el presidente del Partido Popular Europeo (PPE), Donald Tusk, que rechazó de pleno el pacto entre el PP y Vox y señaló que espera que sea un «accidente» y no sea la norma en España. «Espero que sea solo una accidente y no una tendencia en la política española», aseguró el expresidente del Consejo Europeo, para que el que este pacto representa una «capitulación». «Esto es una señal fuerte de que tenemos que luchar contra estos deseos y construir un poder más grande, pero al final del día significa una capitulación», resumió, al tiempo que recordó que «Pablo Casado era una garantía personal de mantener al PP en el centro derecha evitando este tipo de coqueteos con los radicales de extrema derecha como Vox».
Minutos después de conocerse el acuerdo, y en referencia a Andalucía, el presidente autonómico Juanma Moreno, se cuestionó: «cómo va a ser fuerte un gobierno de Vox que no cree» en la UE y el Estatuto de Autonomía, respuesta a una pregunta de los de Abascal en el Parlamento andaluz.
Por el contrario, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, afirmó que Fernández Mañueco ha demostrado con el pacto que «la confianza que se le dio desde el PP ha merecido la pena» porque ha conseguido para Castilla y León un Gobierno «estable».Igualmente, el expresidente Mariano Rajoy bendijo el pacto convencido de que será un «gobierno estable y adulto» que respetará la Constitución.