La Semana Santa de Burgos puede presumir de relevo generacional. Desde 2018, la Procesión Infantil del Amor y la Esperanza da todo el protagonismo a los más pequeños, que se convierten en los encargados de portar a hombros la imagen de la Virgen del Socorro, y recorrer con ella las calles del centro de la capital burgalesa. Esta procesión, organizada por la parroquia de San Gil y la Real Hermandad de la Sangre de Cristo de Burgos y Nuestra Señora de los Dolores, reúne a más de un centenar de niños, y están invitados a participar en ella todos los menores de Cofradías de Burgos.
El miembro de la Junta directiva de la Cofradía y uno de los encargados de organizar esta procesión cada año, Jorge Sáez, explica que la idea de llevar a cabo esta procesión surgió con el objetivo de "dejar una herencia" a los más pequeños, y animarles así a vivir más de cerca la Semana Santa.
Además, les permite convertirse en protagonistas por un día, ya que son los encargados de sacar adelante esta procesión. Doce niños de entre 12 y 17 años asumen el papel de costaleros durante la jornada del Sábado de Pasión y asumen el reto de pasear la imagen de la Virgen del Socorro por las calles de la ciudad.
"A los niños les hace muchísima ilusión ser los únicos protagonistas en una procesión entera, donde tienen la mirada de todas las personas", explica Sáez que asegura que aunque los niños viven este día con muchos nervios, impera la ilusión y la expectación.
Es el caso de Mencía Castañeda, que participa por primera vez en esta procesión y lo hará siendo una de las costaleras encargadas de portar la imagen de la Virgen del Socorro. En un principio, cuando decidió apuntarse a la Cofradía lo hizo con la intención de formar parte de la banda, y aunque no descarta hacerlo en un futuro, se dio cuenta que era difícil compaginarlo con el resto de actividades que tiene.
Finalmente, optó por hacerse costalera y este año será la primera vez que lleve a hombros la imagen de la Virgen junto a otros compañeros de la Hermandad. "Lo que más ilusión me hace es poder sacar a la Virgen y experimentar esta nueva experiencia con mis amigas", asegura Mencía Castañeda, que pone en valor que exista una procesión donde los más jóvenes asuman el protagonismo durante la Semana Santa.
Además, señala que no es lo mismo disfrutar y vivir esta tradición desde fuera que desde dentro. "Veía como algo muy duro lo de ser costalera, pero con los ensayos lo he visto de otra manera y me parece una actividad muy divertida", afirma.
Algo más de experiencia tiene Pablo Echave, de 14 años, que participa en la precesión prácticamente desde sus inicios, y aunque este año no puede portar la imagen por su altura, tiene especial cariño a esta procesión, de la que ha formado parte desde los nueve años.
El padre de Pablo, Juan Carlos Echave, explica que muchos de los niños que salen en la procesión infantil tienen padres costaleros, y han crecido viendo a sus progenitores asumir esta responsabilidad. Eso, les animó a querer ser ellos también protagonistas por un día de la Semana Santa de Burgos. "Somos los que más les hemos enseñado los pasos que hay que hacer y se ha ido pasando de una generación a otra", explica Echave.
Asegura además que fue el propio Pablo quien le pidió formar parte de la Cofradía, aunque también hay familias que apuntan a sus hijos desde pequeños o incluso cuando nacen. "Le dimos la oportunidad de ser él quien decidiese y lo tenía muy claro desde bien pequeño", recuerda el progenitor.
No fue hasta los doce que ocupó el cargo de uno de los costaleros, y destaca lo especial que es poder formar parte de este desfile, que además prepara a los más jóvenes para, en un futuro, ser costaleros de otras procesiones que ahora están reservadas para mayores de 18.
De hecho, Pablo Echave está deseando poder participar también como costalero en lo que él denomina las "procesiones de los mayores", y poder seguir formando parte de la Semana Santa burgalesa.
Relevo generacional
"Sin duda vamos a tener relevo y habrá continuidad de la Semana Santa", afirma Sáez, que asegura que esto lo pueden ver en su propia hermandad, donde son cerca de 500 cofrades y cada vez se apuntan más niños. "Cada año estamos aumentando el número de cofrades nuevos y vemos que muchos son niños y jóvenes", afirma.
Señala así la presencia de familias que se apuntan con sus hijos, aunque también de grupos de amigos que se unen a su cofradía. "En nuestra hermandad veo futuro, y en otras más cercanas también veo que ocurre lo mismo. Hay mucha gente joven, padres y madres jóvenes que están dentro e invitan a sus hijos a entrar.", añade.
Tanto Pablo Echave como Mencía Castañeda coinciden en esto, y ambos se muestran convencidos en la continuidad generacional de la Semana Santa burgalesa, ya que tanto ellos como muchos de sus amigos y compañeros están deseando seguir adelante con esta tradición y formar parte de las cofradías durante muchos años más.