Expulsado de su tierra natal por el decreto del monarca Alfonso VI, Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como 'El Cid' se ve forzado a dejar atrás los dominios de Castilla. Con astucia y sigilo, bajo el manto de la oscuridad nocturna, decide adentrarse en las tierras previamente gobernadas por la antigua taifa de Toledo, con la finalidad de evitar ser detectado o reconocido por quienes pudieran ser sus enemigos. Es aquí, en lo que hoy es el parque natural de la Sierra Norte de Guadalajara, donde la ruta inicia su camino por las diferentes localidades de Castilla-La Mancha. Una experiencia que te permite recorrer la misma senda que El Cid, con vehículo motorizado, bicicleta o caminando, disfrutando de la belleza del camino.
Atienza, la primera parada, una zona de frontera entre los reinos cristianos del norte y los reinos musulmanes del sur. Denomina en el Cantar de Mío Cid: «una peña muy fuerte». Una población con un rico patrimonio. Siempre dominada por su castillo, que imponente se alza sobre una vasta extensión de roca caliza, extendiendo su influencia varios kilómetros a la redonda. Este castillo es un claro ejemplo de cómo una fortaleza se adapta de forma estratégica a una alargada y puntiaguda colina rocosa.
Pasado Atienza la ruta nos lleva a La Miñosa y a Robledo de Corpes donde predominan las construcciones de pizarra. Tras 28 kilómetros recorridos espera Hiendelaencina. Un paraje salvaje de jaras y prados, encinas y robles, perteneciente a los pueblos de la Arquitectura Negra.
Castillo de Atienza, siglos XI y XII. - Foto: Javier PozoTercera parada, 25 kilómetros, Jadraque. Lugar para disfrutar de la buena mesa del Cid. Puedes probar los asados de cordero y de cabrito. El símbolo de esta localidad es su castillo, llamado del Cid. Una fortaleza del Siglo XV, que se alza imponente sobre el valle.
Hoy en día los habitantes de Jadraque son los dueños del castillo, que adquirieron en el siglo XIX, en estado de deterioro, de manos de los duques de Osuna. Además, la panorámica desde este lugar es particularmente impresionante en primavera.
Sus cimientos se asientan sobre una fortaleza de origen califal, y fue la primera plaza musulmana que el Cid y los suyos conquistaron.
La ruta continúa su camino, y a 20 kilómetros espera Mandayona. Antes, en Bujalaro, junto la ermita de la Soledad encontraremos una bonita fuente donde poder refrescarnos y reponer fuerzas. O en Villaseca de Henares, contemplar su iglesia románica del siglo XIII.
Mandayona se encuentra a los pies del Parque Natural del Barranco del Río Dulce. En ella, un castillo que dio origen al principal asentamiento. Aún pueden verse vestigios e intuir algunas señales del antiguo foso y ciertos subterráneos que, con el tiempo, se utilizaron como bodegas.
La cuarta etapa del Camino del Cid tiene parada en Sigüenza. Un recorrido de 22 kilómetros que nos lleva a a localidad de Pelegrina, en la loma de un cerro, su castillo roquero.
Después de que los cristianos conquistaran Sigüenza en 1124, erigieron el castillo de Pelegrina como una residencia secundaria y un lugar de esparcimiento para los obispos de Sigüenza. El pueblo de Pelegrina creció en torno a esta fortaleza.
Una de las joyas de la ruta es, sin duda, Sigüenza. Declarada por la OMTeste mes de octubre uno de los mejores pueblos del mundo 'Best villages of the world', ofrece numerosas posibilidades. Una de ellas, sentarse en la mesa a disfrutar en el primer restaurante en Guadalajara en conseguir una estrella Michelin, 'El Doncel'. Al frente, el chef Enrique Pérez, ofreciendo una cocina creativa con el sabor de los productos de la tierra.
'El Molino de Alcuneza' es otra escapada perfecta. En su restaurante podremos disfrutar de la propuesta gastronómica de Samuel Moreno, que este 2023 ha logrado su primera estrella Michelin.
Situado en la Casa del Doncel de Sigüenza, en la plaza San Vicente, nos encontramos con 'Nöla'. Un espacio gastronómico a cargo del chef Jorge Maestro. En sus fogones, la reinvención de platos tradicionales.
Sigüenza combina toques de alta gastronomía con un patrimonio único. Por ejemplo, su castillo, hoy convertido en Parador de Turismo, es otro de los grandes monumentos defensivos del Camino del Cid. Durante casi siete siglos sirvió de palacio-residencia-fortaleza a los obispos que gobernaron la ciudad. El patio de armas con el pozo de agua, la puerta de la muralla, los miradores almenados, o los dos cubos con matacanes son de visita obligatoria para todos los que quieran empaparse de historia.
Avanza la ruta, 19 kilómetros, hasta Alcolea del Pinar. En la quinta etapa el camino que cruza las localidades de Barbatona, Jodra del Pinar y Estriégana. Precisamente, en Barbatona, aún se pueden ver vestigios de lo que pudo ser un torreón defensivo de origen medieval.
En Alcolea del Pinar, su origen musulmán hace referencia a un castillejo o fortificación. Un punto destacado es, sin duda, la casa de piedra. Una impresionante residencia esculpida a mano en una gigantesca roca gracias al esfuerzo de un residente humilde, Lino Ventura, a principios del Siglo XX.
La última y sexta parada transcurre por las poblaciones de Garbajosa, Aguilar de Anguita con el dolmen del Portillo de las Cortes, uno de los más antiguos de España. En Aguilar de Anguita, 'La Torremocha', un antiguo torreón de orígenes islámicos o la torre de la cigüeña; y en Luzón, la torre de los moros son de visita obligada. Y de aventura en aventura llegamos a Maranchón. Tras esta localidad, el camino cruza a tierras castellano y leonesas.
Maranchón, en el siglo XVIII, era un punto clave en la trata de ganado, especialmente el mular. Un recorrido por sus calles nos hace disfrutar de sus impresionantes casonas con patios, jardines y portones, hasta llegar a los lugares más destacados del municipio, como son la plaza del mercado o la del Ayuntamiento con su gran torre, y la iglesia de la Asunción, del siglo XVI.