Irán e Israel, dos viejos enemigos

Agencias-SPC
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El lanzamiento por parte de Teherán de una oleada de proyectiles contra el territorio hebreo, en un episodio inédito, es el último incidente de un conflicto entre ambas partes que perdura desde hace décadas

Irán e Israel, dos viejos enemigos - Foto: ABEDIN TAHERKENAREH

¡Durante décadas, Israel e Irán han librado una guerra encubierta con ciberataques, asesinatos, sabotajes y golpes indirectos. Pero una nueva etapa se abre ahora en Oriente Próximo tras el ataque sin precedentes de Teherán contra el territorio hebreo, que ha prometido una respuesta que podría acabar de dinamitar la estabilidad de una región ya frágil de por sí.

El lanzamiento de más de 300 drones y misiles contra el Estado judío es el último incidente de un conflicto entre las partes prolongado en el tiempo, si bien es cierto que ambas naciones han protagonizado una tensa diplomacia llena de altibajos, pasando incluso de ser aliados a enemigos jurados. 

Para entender los hechos es necesario remontarse a 1948, cuando se llevó a cabo la creación de Israel como nación, algo que reconoció Irán dos años después. Ambos iniciaron así una estrecha relación... hasta que el cambio llegó en 1979 con la instauración de la República Islámica, que decidió cortar lazos con su viejo aliado. La Primera guerra del Líbano tensó aún más la cuerda con la creación del grupo chiita Hizbulá gracias a la ayuda de la Guardia Revolucionaria iraní, en un momento en el que el país hebreo aseguraba ser víctima de numerosos ataques palestinos.

El entonces presidente Hashemi Rafsanyani evidenció su intención de ampliar contactos con todo el mundo, excepto con EEUU e Israel, al tiempo que reiteró su apoyo a movimientos islamistas como Hizbulá y Hamás, enzarzados en su lucha contra la comunidad hebrea.

Con el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, la tensión escaló un nivel más después de que este sentenciase que la destrucción del Estado judío es la única solución para poner fin al sufrimiento del pueblo palestino.

La amenaza nuclear

Por si fuera poco, la retórica nuclear entró en escena en 1998. El Jerusalem Post desveló que Teherán tiene desde principios de los 90 al menos cuatro ojivas atómicas de la URSS, tal y como reflejan documentos considerados auténticos por expertos del Congreso estadounidense, aunque este aspecto no se ha podido comprobar por ahora.

Según The Guardian, Tel Aviv habría pedido luz verde a Washington para bombardear las instalaciones nucleares iraníes durante la Presidencia de George Bush, si bien este se lo negó. Poco después, el régimen persa advirtió de las graves consecuencias ante un eventual ataque contra sus municiones, además de afirmar que el arsenal del que dispone su enemigo es «la mayor amenaza para la paz global y regional».

Ambos países han intercambiado en Viena desde entonces duras acusaciones por sus respectivas actividades en el marco de la Conferencia General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) e, incluso, Israel rechazó el acuerdo de 2015 para limitar la cantidad de uranio enriquecido de Teherán -rubricado en su día por el régimen islámico junto con EEUU, Rusia, China, Francia, el Reino Unido y Alemania-, asegurando que hará lo posible para impedir que Irán tenga en su poder armamento de este tipo.

La preocupación hizo que el Ejército israelí comenzara a desplegar en 2011 el sistema antimisiles conocido como la Cúpula de Hierro para protegerse, especialmente de los cohetes lanzados desde Gaza. A ello le siguió ocho años después el despliegue estadounidense de un escudo aéreo. Precisamente, fueron esos complejos sistemas de Defensa los que permitieron interceptar hace una semana el 99 por ciento de los proyectiles lanzados desde Teherán.

Una guerra en las sombras

Mientras, la retórica fue dando poco a poco paso a la acción, si bien no de manera directa -al menos, hasta hace unos días-, con numerosas víctimas en los territorios fronterizos fruto de acciones encubiertas en las que ninguna de las partes ha admitido su culpabilidad.

En 2015, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, atribuyó a Irán la responsabilidad por la muerte de dos de sus soldados en un ataque llevado a cabo por Hizbulá. Los desencuentros también se extendieron hasta la vecina Siria, donde las fuerzas del Tel Aviv lanzaron un bombardeo sobre unas instalaciones en la ciudad de Palmira tras derribar un dron iraní en su espacio aéreo, además de asaltar en varias ocasiones objetivos en Damasco.

Los acontecimientos se precipitaron el pasado 7 de octubre con el inicio de la guerra que sacude la Franja de Gaza, momento en el que Israel acusó a su enemigo de ayudar «directamente» a Hamás en el ataque terrorista que dejó miles de muertos y más de 200 secuestrados.

Si bien el régimen de los ayatolás negó su implicación, su tono fue in crescendo desde entonces, amenazando al Gobierno de Netanyahu con tomar medidas si no cesaba sus acciones en el enclave.

Teherán encontró la excusa perfecta para actuar el pasado 1 de abril: un nuevo ataque israelí en Siria, esta vez contra el consulado iraní en Damasco, en el que murieron siete miembros de la Guardia Revolucionaria -tres de ellos generales-, acabó de sentar las bases de un conflicto que llevaba tiempo aguardando cualquier chispa. E Irán prometió venganza.

El secuestro de la semana pasada en el estrecho de Ormuz, en el golfo Pérsico, de un carguero vinculado con un empresario hebreo fue toda una declaración de intenciones y las alarmas se encendieron. Lo que pocos esperaban es que, pocas horas después, la República Islámica iba a ejecutar su prometida respuesta, situando a Oriente Próximo al borde del abismo.