Bibliotecas, obras al encuentro de los lectores en la calle

Sonia Almoguera
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En localidades como Soria, Sarnago y Almazán los libros están disponibles en los lugares más insólitos desde antiguos lavaderos a buzones en los parques, piscinas o edificios emblemáticos

Bibliotecas, obras al encuentro de los lectores en la calle - Foto: Eugenio Gutiérrez

Es un objeto con alma capaz de insuflar vida a quien se aventura a pasear los ojos por sus páginas. Es bálsamo de soledad y compañía sin fin. Nave a través de la que se puede viajar a lugares y épocas lejanas sin moverse del espacio-tiempo. Refugio y generador de conocimiento, entretenimiento, risas e incluso alguna lágrima. Siempre hay un buen motivo para coger un libro y, por supuesto, disfrutarlo. Habitan en librerías y, con libre acceso, en las bibliotecas (en la de la capital soriana, se registraron a lo largo de 2024 un total de 141.192 préstamos), pero también, sin la rigidez de una ficha y un carné, saltan al encuentro de los lectores en los lugares más insospechados de la provincia. Incluso en un antiguo lavadero de Tierras Altas.

En verano hará ya dos años que se puso en marcha esta iniciativa en esta antigua infraestructura de  Sarnago. Fue, asegura José María Carrascosa, presidente de la Asociación de Amigos de esta localidad, que puso en marcha esta singular biblioteca, fruto de la necesidad de un mayor espacio. Las estanterías de la antigua Casa Consistorial se habían quedado pequeñas y, paradójicamente, no hacían más que recibir más y más donaciones de libros. Fue entonces cuando se pensó en reutilizar este lugar en el que antaño las mujeres lavaban la ropa para solaz de los lectores colocando unas estanterías.

Encontrar una biblioteca en este lavadero suele provocar una sensación bastante extraña en quienes visitan por primera vez esta población que lucha por volver a estar habitada. «Al verla mucha gente tiene un pequeño shock», comenta con sentido del humor Carrascosa. De hecho, es un contenido que han divulgado ya algunos 'youtubers' a la caza de curiosidades originales.

Abierta 24 horas y todos los días del año, es un punto de lectura en constante renovación de sus fondos porque quien se deja caer por ella, puede tomar los ejemplares que desee durante tiempo ilimitado (devolviéndolos posteriormente) o dejando en su lugar otros de su propiedad. El perfil de los usuarios es de lo más variado y va desde «gente que viene en verano y se pone a leer en la era, a trabajadores de parques eólicos cercanos que se los llevan y los devuelven después», explica Carrascosa.

También con el espíritu de salir al encuentro de los lectores y propiciar un espacio de intercambio de libros nacieron también en verano de 2023 los buzones bibliófilos que el Ayuntamiento de la capital instaló en cuatro puntos de la ciudad, dos en el céntrico parque de La Dehesa y otros dos en las poéticas márgenes del Duero, en el Soto Playa. Fue la idea ganadora en los presupuestos participativos del Consistorio soriano de aquel año guiada por la filosofía de que no hay nada más valioso que compartir y crear lazos anónimos de afición por la lectura siguiendo los pasos de las primeras iniciativas de 'bookcrossing' que surgieron en la ciudad avanzada ya la primera década del segundo milenio. También en este caso la dinámica de uso es tan sencilla como la de coger un libro y dejar otro en su lugar.

todo tipo de lectores. Los buzones fueron concebidos en dos tamaños diferentes, porque uno de ellos, más pequeño, está adaptado a la estatura de los niños, para los que imaginar qué libros podrán encontrar en su interior es ya toda una aventura llena de sorpresas.

Y precisamente sorprender, quizá con un poco de atrevimiento pero también con «esa cosita romántica» de poder encontrar el libro de tu vida donde menos lo esperas, nació Almateca en la villa adnamantina.  Este singular cajero de libros ubicado en el porche exterior del Centro Cultural Tirso de Molina comenzó a operar el pasado mes de marzo y, hasta la fecha, asegura Teresa Ágreda, concejala de Urbanismo, Medio Ambiente, Turismo y Comunicación en el Ayuntamiento de Almazán, está generando «buenas» sensaciones.

Inspirado en las bibliotecas callejeras, Almazán ya cuenta en verano con un (refrescante) servicio itinerante de su biblioteca en la piscina municipal. «Es un carrito en el que los usuarios pueden sacar en préstamo obras», explica Ágreda, pero para ello es necesario contar con el carné de lector y formalizar el préstamo. Almateca es otra cosa, un espacio bibliófilo libre, abierto a 'dejarse tentar', en el que la selección de libros la van configurando los propios usuarios y en el que se pueden encontrar obras para todas las edades y de diferentes géneros literarios.

antivandalismo. El vandalismo está ahí, añade la concejala de Almazán, pero no condiciona o, al menos, no se quiere que condicione la continuidad de este tipo de iniciativas culturales. Como señala con sentido del humor José María Carrascosa: «El que roba no lee y el que lee no roba». En este sentido, en Almazán cuentan con cámaras de seguridad y vigilancia del propio Centro Cultural Tirso de Molina y la estructura de Almateca ha sido diseñada especialmente con materiales resistentes que dificultan los ataques vandálicos. Aunque han desaparecido libros, no se han detectado hasta ahora destrozos en los ejemplares, añade Teresa Ágreda.

En la biblioteca-lavadero de Sarnago los daños vienen determinados más bien por las condiciones meteorológicas adversas. Aunque el lavadero está protegido contra el viento norte, se encuentra al aire libre. Buscar un sistema de cerramiento para proteger mejor los libros sería complicado, insiste Carrascosa, y también restaría algo de encanto a esta curiosa biblioteca que, desde su inauguración a cargo del periodista soriano Jesús Cintora en verano de 2023, ha ampliado sus estanterías gracias a la donación de un establecimiento comercial de la ciudad de Soria. Tienen tantas donaciones de volúmenes que, sin embargo, éstas ya se «están quedando pequeñas», insiste el presidente de la Asociación de Amigos de Sarnago. Ampliar la biblioteca-lavadero es inviable, alega.

Pero en Almazán, a la espera de ver «cómo funciona», se valorará crear una Almateca itinerante en verano «que es cuando más gente hay», insiste Teresa Ágreda, e incluso llevarla a los parques y zonas verdes de la localidad. Pocas cosas tan «sencillas», insiste la concejala adnamantina, hacen felices a tanta gente amante de las buenas historias. Por ello el objetivo es dar continuidad a estas bibliotecas callejeras.