No se puede hablar de agricultura sin mencionar la sostenibilidad medioambiental. Actualmente todas las políticas agrarias, ya sean comunitarias, nacionales e incluso regionales van encaminadas a conseguir una actividad más respetuosa con la naturaleza al mismo tiempo que se mantiene la rentabilidad o incluso se mejora en algunos casos. Las vías para conseguir este fin no siempre son fáciles, pero lo cierto es que hay una enorme cantidad dependiendo del tipo de cultivo, del terreno, del clima… de manera que cada agricultor puede plantearse alguna alternativa para dar un paso adelante en este sentido.
Una de esas múltiples opciones es el mantenimiento de cubiertas vegetales en cultivos leñosos, que además constituye uno de los eco-regímenes a través de los cuales los agricultores pueden acceder a una parte importante de las ayudas de la Política Agraria Común. Durante muchos años, olivares, viñedos o plantaciones de frutos secos y de hueso eran tierra limpia de la que solo emergían los pies productores. Pero eso va poco a poco cambiando porque las investigaciones están revelando que mantener una cubierta vegetal entre los árboles o las cepas puede ser beneficioso parra el medio ambiente y también para el agricultor.
La humanidad inventa el arado hacia el año 3500 antes de Cristo y con ello se produce la primera revolución agraria. Levantar y voltear la tierra permitió producir alimentos en una gran variedad de terrenos e incrementar la productividad de los cultivos. Sin embargo, ahora sabemos que la labranza tiene un precio en forma de erosión. Hoy sabemos que hay otro modo de producir, uno que, sin olvidar la rentabilidad, piensa en la protección del suelo como uno de los factores más importantes.
Cubierta vegetal contra el cambio climáticoY es que hay algo que evidente: los cultivos leñosos están en auge en España. En los últimos diez años, la superficie dedicada a estas plantaciones ha crecido un 9%, sobre todo en pistacho, almendro y olivar. Con más cultivos leñosos en nuestros campos, es indudable que es un reto de la agricultura española lograr la mayor sostenibilidad posible. Y en esa tarea las cubiertas vegetales tienen y tendrán un gran protagonismo.
Es cierto que la implantación de cubiertas vegetales en cultivos leñosos no es una práctica sencilla, por lo que es necesario realizar una gran labor de formación y asesoramiento para su puesta en marcha. Y ese es uno de los objetivos del proyecto Cubiwood, que arrancó hace unos meses y está coordinado por UPA con la financiación de la Fundación Biodiversidad (dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico) y la colaboración de la empresa Deoleo.
En España solo el 25% de los cultivos leñosos tiene cubierta vegetal. Un porcentaje que varía muchísimo de unos sectores a otros, desde el 76% de los frutales de pepita hasta el 5% del viñedo. David Erice es técnico de UPA y explica que la finalidad del proyecto no es otra que dar a conocer los beneficios de esta práctica y asesorar a aquellos agricultores que quieran incorporarla a sus explotaciones.
Cubiwood cuenta con la colaboración de profesionales que llevan tiempo utilizando estas cubiertas vegetales en sus cultivos y que están en condiciones de mostrar cuáles son sus ventajas, pero también cuáles son los obstáculos que aparecen en los comienzos. De hecho, UPA está creando una red de agricultores que llevan ya un tiempo probando, experimentando y avanzando en el tema de las cubiertas vegetales en cultivos leñosos. Se trata de un aspecto muy importante, porque, tal y como lamenta José Alfonso Gómez, participante en el proyecto por parte del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y uno de los mayores expertos de España en conservación de suelos, la transferencia de conocimiento al agricultor no siempre es la más adecuada. Porque muchas veces el profesional necesita ver con sus propios ojos que la iniciativa que va a emprender funciona, y qué mejor forma de conseguirlo que escuchar de primera mano la experiencia de alguien que lleva tiempo metido en ello y está contento con los resultados.
Parte científica.
Pero además de esa labor de divulgación realizada, digamos, a pie de campo, Cubiwood también cuenta con una parte más científica, cuya parte más visible es un comité que se ha creado recientemente y del que, precisamente, forma parte José Alfonso Gómez. Este miembro del CSIC cuenta que, en ciertas zonas de olivar, se lleva trabajando con cubiertas vegetales casi 45 años. Pero también admite que no en todos los sitios es igual de sencillo, refiriéndose a zonas con baja precipitación (menos de 350 litros anuales) e inviernos fríos, que coinciden con muchas áreas del interior peninsular en las que abundan almendros, manzanos, pistacheros, viñedos…
Lo que sí deja claro este científico del Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC es que las cubiertas vegetales tienen innegables y numerosos beneficios. En primer lugar, constituyen una gran herramienta para luchar con la erosión provocada por las lluvias, un problema cada vez más acuciante por la creciente intensidad de las precipitaciones, sobre todo en plantaciones con pendiente pronunciada. Además, ayudan a mejorar la infiltración de agua al subsuelo, que queda disponible para el cultivo en momentos de escasez; eso sí, admite que hay controlar la cubierta en las épocas de mucha evapotraspiración (primavera y verano). Y por si esto fuera poco, las cubiertas aumentan la cantidad de materia orgánica en el suelo, un factor beneficioso para cualquier cultivo.
Otro punto a su favor es el aumento de la biodiversidad que se registra en las parcelas. Antonio Conde, ingeniero agrónomo y olivarero en Jaén, emplea las cubiertas vegetales desde hace años y asegura que la flora y la fauna que albergan las calles entre los árboles ayudan a combatir plagas y enfermedades del cultivo. En esto está de acuerdo Lorenzo Ramos, secretario general de UPA: «Llevo muchos años haciendo cubierta vegetal. Nos costó trabajo cuando empezamos, pero desde entonces lo único que tenemos son ventajas», señala. Ha puesto como ejemplo plagas como el trip, que pueden afectar a la floración de los frutales: «Si tienes una buena cubierta vegetal, el trip se queda en el suelo y no sube al árbol. Tienes biodiversidad en el campo y tienes frescura», ha destacado. «Ahora mismo estamos cogiendo melocotón, nectarina y ciruela, y los trabajadores trabajan más cómodos y más a gusto sobre una cubierta».
Antonio Conde incide además en que, con cubierta vegetal, «el olivar está más verde, más saludable, y el aceite que obtenemos es de mejor calidad». Y es que, aunque el aumento de rendimiento no es uno de los objetivos del proyecto Cubiwood, la mejora puede llegar en las cualidades del fruto: con un ecosistema equilibrado y los árboles o las cepas en buenas condiciones, estos estarán en mejores condiciones para dar frutos de calidad óptima.
Conde insiste en que, además de eso, los costes se reducen porque hacen falta menos pasadas de tractor y se ahorra mucho en combustible. No es comparable el manejo que necesita una cubierta vegetal con las acciones necesarias para mantener el suelo libre de vegetación durante todo el año.
José Manuel Delgado, miembro del Gabinete Técnico de UPA y coordinador del proyecto, anunció hace unos días en rueda de prensa algunas de las trece acciones que forman parte de Cubiwood, como su página web (cubiwood.es) que, con más de un centenar de documentos, se convierte en la mayor revisión bibliográfica sobre este asunto; o un nuevo episodio de La Tierra Podcast que se puede encontrar en upa.es y se dedica al tema de las cubiertas vegetales en cultivos leñosos. Próximamente, UPA publicará también una guía de manejo de las cubiertas vegetales en viñedo, olivar y frutos secos. Todos estos trabajos se desarrollan con la colaboración del comité científico recién constituido.
José Antonio Bonache, director de Asuntos Corporativos de Deoleo, empresa que colabora con el proyecto, ha enmarcado la colaboración de la entidad líder en producción de aceite de oliva en su lema 'Cuidamos lo que te cuida'. «El aceite de oliva tiene una gran importancia social y medioambiental. El olivar es una barrera indispensable frente a la desertificación y la responsabilidad de la empresa es cuidar toda la cadena de producción del producto. Ahí es donde entra nuestra preocupación por proteger los suelos con las cubiertas vegetales», ha resumido.
El comité científico del proyecto Cubiwood trabajará durante los próximos meses analizando distintos aspectos como la incidencia de las cubiertas en las emisiones y la captura de carbono, en la humedad de los suelos -con la instalación de sondas- o en la riqueza de la biodiversidad.
No solo Cubiwood.
Las cubiertas vegetales son una herramienta de gestión de cultivos leñosos que está generando un creciente interés por los múltiples beneficios que acarrea en determinadas circunstancias. Prueba de ello es que Cubiwwod no es la única iniciativa que trata de destacar su importancia y potencial. Por ejemplo, CoverOlive es un proyecto estratégico e innovador que desarrolla un sistema de asesoramiento en la gestión de las explotaciones agrarias que sirve como herramienta para la toma de decisiones en lo relativo al manejo del suelo. Este proyecto defiende que el empleo de cubiertas vegetales para proteger al suelo frente a la erosión aporta una gran cantidad de carbono orgánico. Las mejoras en la fertilidad y contenido de carbono orgánico derivadas de estas cubiertas vegetales disminuyen las necesidades de fertilización y generan un ecosistema más biodiverso, con nichos ecológicos más ricos y con más zonas de refugio. Además, la utilización de tecnologías de la información y comunicación (TIC) para evaluar la erosión en las fincas y la implantación de aquellas cubiertas que mejor se adapten a cada una de las condicionantes de la explotación favorecerá que se optimicen los beneficios agroambientales de estas medidas.
En su momento, el Grupo Operativo Leñosost dedicó su trabajo a investigar la protección con cubiertas vegetales de suelos degradados en cultivos leñosos. Esta iniciativa hacía hincapié en que, en este tipo de plantaciones, la tasa de degradación del suelo está por encima de la recomendada para que se renueve, lo que significa que se está perdiendo más suelo fértil del que se está formando. Ello significa que en «10, 20 o 40 años ese suelo no va a estar», indicaba una de sus responsables.