Abejar celebra el rito "único y exclusivo" de la Barrosa

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La fiesta ha logrado la declaración de Interés Turístico Regional y por ello, el Ayuntamiento ha homenajeado a todos los barroseros vivos

Abejar celebra el rito "único y exclusivo" de la Barrosa

La localidad soriana de Abejar revivió hoy su fiesta más ancestral, "única y exclusiva" que pone fin al Carnaval soriano: la Fiesta de la Barrosa, una celebración que por primera vez, además, se celebra bajo la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional. 

Daniel Corral e Iván Delso, los barroseros de 2025 fueron los encargados de dar vida a esta fiesta llena de simbolismo y tradición. Este año y con motivo de haber logrado la distinción autonómica, el Ayuntamiento quiso rendir tributo a todos los barroseros vivos. De este modo, homenajeó a todos los protagonistas de esta fiesta que están vivos, entre ellos, Atanasio y Samuel que fueron barroseros en 1954.

La alcaldesa de la localidad, Carolina Romero, subrayó que este año la Fiesta de la Barrosa es "más especial" si cabe al haber conseguido que se declare que la fiesta es "exclusiva y única". "Queremos homenajear a todos aquellas personas que habéis portado ese armazón de madera durante todos estos años, que habéis hecho posible que esta fiesta perviva hoy", resaltó.

Romero destacó que han sido los barroseros los que han logrado transmitir ese sentimiento y esa tradición a las generaciones venideras, y sentenció que fiestas "hay muchas" pero "Barrosa solo una".

Sobre las 10 horas de la mañana, Daniel e Iván comenzaron la ronda por las casas acompañados de La Barrosa: un armazón de madera cubierto por una sábana blanca a la que se le cosen cintas de colores y que en su proa lleva dibujada la cara de un toro con cuernos auténticos. 

Se trata de una estructura de madera de dos metros de largo por medio de ancho a la que se coloca una sábana y según el diseño del año se colocan las escarapelas, los cuernos y la cintas de colores. Los barroseros recorrieron las calles del pueblo durante todo el día pidiendo donativos y viandas para la cena, salvo en las casas donde haya fallecido algún familiar donde se guarda luto y no se hace sonar los cencerros colgantes.  

Los vecinos de Abejar les ofrecieron roscos, galletas, anís y moscatel para acompañar a los protagonistas de este ritual carnavalesco. Además, los barroseros sacudieron en el recorrido por el pueblo la estructura de madera de dos metros de largo por medio de ancho, que se conserva de tiempos remotos, para hacer sonar los cencerros colgantes.

Cuando la noche caiga, La Barrosa acudirá al salón donde tendrá que dar primero una vuelta, luego dos y luego tres. Tras ello cometerá sus últimas tropelías y entonces se fingirá darle muerte con unos disparos de fogueo. Su cadáver junto con los de los barroseros se dispondrá sobre un tapial, que es el lateral del tablamento de un carro y se le paseará con intensidad en forma de varias vueltas, por el Ayuntamiento. Después, la población beberá vino dulce, que simboliza la sangre de La Barrosa.

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