La estadística oficial de este campeonato sitúa al Barça como el equipo que más puntos ha salvado en el último cuarto de hora del partido: 24 a partir del minuto 75. Una salvajada. También es el combinado de esta Liga con más tantos anotados en el descuento (cinco). Lewandowski, desde el punto de penalti y con suspense, porque había fallado el primero -se repitió porque Guaita, portero del Celta, se había adelantado-, rescató los tres puntos en el 96:48. Todo en este conjunto azulgrana parece cogido con pinzas: su economía, su fútbol, su momento actual… y, sin embargo, todavía tiene espíritu para seguir remando hasta el borde del precipicio, negándose a su suerte. El aficionado culé medio piensa hoy, despojándose mínimamente de la habitual depresión del curso, que, sin haber hecho el ridículo ante Villarreal y Granada en casa, hoy estaría a solo tres puntos del Real Madrid.
Resistencia
A este cuadro merengue de los récords defensivos y de los goles como churros, el mismo que le hizo cuatro al Girona (el mejor visitante del campeonato), le detuvo el Rayo. Un equipo que se ha ido desdibujando desde la salida de Iraola pero que este curso ha puesto pie en pared con la inercia ganadora de los blancos: son el único bloque que había dejado la puerta a cero contra el Madrid este año (en la primera vuelta, en el Bernabéu) y el que ha detenido la racha de victorias consecutivas que catapultaban a los merengues hacia el título. No está mal recordarse de vez en cuando que los triunfos no provienen de la inercia.
El gol
Las batallas tácticas, ahora que se analiza todo al detalle, están bien… pero el gol es otra cosa. De hecho, es lo que lo mueve todo: los aplausos a la Real Sociedad, a su forma de posicionarse, defender, atacar, etcétera, están justificados. Pero llevaba casi 10 horas de fútbol (567 minutos) sin marcar. Imanol habría firmado menos alabanzas a cambio de alguna celebración.