#FUTUROVERDE Transición energética y descarbonización

Nuria Zaragoza
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En el último medio siglo la temperatura ha crecido más de un grado en Soria. El planeta nos está avisando, es necesario avanzar en un cambio de la matriz energética

#FUTUROVERDE Transición energética y descarbonización - Foto: Eugenio Gutiérrez

Transición energética, economía circular, descarbonización, renovables, hibridación, sostenibilidad… son conceptos que se han colado en nuestro lenguaje. Pero, ¿sabemos realmente a qué se refieren? ¿Y cómo afectan en nuestro día a día? 

Promecal Soria, en colaboración con Solarig, ha iniciado esta semana Futuro Verde, una serie de podcast  dedicados a la sostenibilidad y a la energía verde, donde se tratará de dar respuesta a estas preguntas. 

El punto de partida, como no puede ser de otra manera, es saber de dónde venimos. Porque la huella que dejamos en el planeta marca nuestro presente y futuro. «En los últimos 50-60 años la temperatura media ha aumentado más de un grado en todas las zonas de Soria y eso afecta claramente a los seres vivos, a los bosques, a los animales, a las personas...», alerta el jefe del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León en Soria, José Antonio Lucas. 

Han bastado apenas dos siglos para modificar el equilibrio climático. Las cantidades de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera se han incrementado en los dos últimos siglos en niveles nunca vistos en tres millones de años. Y la ciencia avisa: si no reducimos rápidamente las emisiones, el cambio climático tendrá efectos cada vez más destructivos e irreversibles en la vida en la Tierra. 

Ante esta tesitura, el camino hacia el que avanzar es claro: «Hay que trabajar para tener en la sociedad y en la economía un sistema productivo que minimice el daño al planeta, y esto se hace utilizando de manera eficiente los recursos de los que disponemos, haciendo un uso adecuado de esos recursos, reduciendo las emisiones de efecto invernadero, promoviendo las industrias de economía circular...», explica el director del Centro de Desarrollo de Energías Renovables (CEDER) de Lubia, Luis Cano.

Avanzar en ese camino supone hablar de transición energética. Para mitigar el cambio climático pero, también, para buscar alternativas a unos combustibles que son finitos. La directora de Sostenibilidad de Solarig, Blanca Andrés, explica el concepto: «Transición es transformación. Transición energética es el cambio del sistema energético que tenemos actualmente implantado y que está basado principalmente en fuentes de energía no renovable (petróleo, gas natural o carbón). Esta transformación quiere cambiar ese sistema hacia uno más sostenible y limpio basado en energías renovables. Pero no son solo las energías renovables más tradicionales -como la solar, la eólica o hidráulica- sino también otras que van de la mano del desarrollo  tecnológico, como el biometano y los combustibles sostenibles. Y, al final, lo que tenemos que lograr en este cambio es una hibridación entre todas esas energías».

Esa transición energética incluye diferentes «aspectos clave», según explica Andrés:«La descarbonización (reducción de la dependencia de combustibles fósiles para reducir las emisiones de CO2); la diversificación de fuentes de energía;la electrificación de los sectores clave;la eficiencia energética y el desarrollo de las infraestructuras;y, ya fuera de la parte más técnica, esa transición energética se debe basar también en la transmisión de conocimientos y en la concienciación de todos». 

planeta finito. Pasar a la acción ya no es una decisión, sino una necesidad. Y los gobiernos lo saben. Precisamente para abordar el cambio climático y sus impactos negativos, los líderes mundiales alcanzaron el Acuerdo de París 2015 durante la edición número 21 de la Conferencia sobre Cambio Climático (COP 21). Se trata de un tratado internacional jurídicamente vinculante donde cerca de 200 países, entre ellos España, fijaron como objetivo limitar el calentamiento mundial muy por debajo de 2 grados, preferiblemente a 1,5 grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales. La responsable de Sostenibilidad de Solarig recuerda que «el 86% de las emisiones de dióxido de carbono proceden de la quema de combustibles para la producción de energía y materiales, que al final es lo que conforma nuestras economías», por tanto, insiste, hay que pasar a la acción con la descarbonización de nuestra economía, lo que, en síntesis, significa una «transformación de la manera de producción y de consumir hacia un modelo que tenga en cuenta las energías renovables y las energías de bajas emisiones. Este cambio tiene que ser de una forma sostenible y justa siempre otorgando a la economía una competitividad y sin dejar de lado a ningún colectivo», advierte.

El primer paso, por tanto, pasa por descarbonizar nuestras economías. «Es importante descarbonizar, primero, porque esos combustibles fósiles son una fuente de contaminación y contribuyen al cambio climático. Esos gases de efecto invernadero se acumulan en la atmósfera y estamos haciendo que cada día tengamos un calentamiento global más pronunciado y esto genera efectos en la naturaleza indeseados como huracanes, incendios, la DANA que hemos vistos ahora... Pero, además, son unos recursos limitados y los combustibles fósiles tarde o temprano se van a agotar. Por contra, las energías renovables son abundantes, sostenibles, ilimitadas de alguna forma, y más limpias que los combustibles fósiles. Además, son más estables geopolíticamente. No estamos tan expuestos a crisis energéticas como hemos visto en los últimos años», destaca el director de Escuela Universitaria de Ingeniería de la Industria Forestal, Agronómica y de la Bioenergía (EiFAB), del Campus Duques de Soria en la Universidad de Valladolid (Uva), Francisco Rodríguez.

Avanzar en el camino de la sostenibilidad, de las energías renovables, hacia un futuro verde, ya no es una prioridad, sino una obligación. Y es un camino al que no podemos seguir de espaldas, como advierte Luis Cano. «A un porcentaje elevado de la población lo que les interesa es que no les cueste mucho dinero y puedan poner la tele, la lavadora o coger el coche, y no han pensado en la parte que hay detrás de todo eso, cómo llega la gasolina al coche o cómo llega la electricidad a la lavadora. La principal baza es la educación y que las generaciones que vengan tengan en la cabeza que es mejor reutilizar que tirar, que es importante reciclar, el uso responsable del transporte...». Educar es la base. Porque, como sociedad, todos podemos aportar nuestro granito de arena.  «Cada uno a su nivel tenemos que contribuir, desde las empresas hasta los usuarios finales. Todos podemos reducir nuestro consumo energético. Y desde los gobiernos se tienen que apoyar políticas para ayudar en esa transición energética», sentencia el profesor universitario Francisco Rodríguez.