8M: Científicas luchadoras, preparadas para dar batalla

Ana I. Pérez Marina
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Las cuatro investigadoras del Centro de los Alimentos cuentan cómo durante 12 años han hecho frente «al techo de cristal y al suelo de lodo»

8M: Científicas luchadoras, preparadas para dar batalla - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez.

Según el informe Mujeres Investigadoras 2019 del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) el techo de cristal [Glass Ceiling Index, GCI] es  un índice relativo que se  calcula comparando la proporción de mujeres en  tres categorías investigadoras respecto a la proporción de mujeres en el nivel de ‘Profesores de Investigación’. En 2018, el techo de cristal en la plantilla investigadora en CSIC era de 1,37. Un  índice 1 indicaría que no existe desigualdad, un índice mayor que 1 indica la existencia de un techo de cristal para las científicas.

«A nosotras nos ha tocado el techo de cristal y el suelo de lodo», asegura Eva Guillamón Fernández, una de las cuatro investigadoras del Centro para la Calidad de los Alimentos de Soria. La inestabilidad laboral de estas científicas y del propio centro han marcado distintos momentos de la historia de estas instalaciones dependientes del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (Inia) que se pusieron en marcha hace doce años.

A Eva Guillamón Fernández, Laura Mateo Vivaracho, Ana María García Lafuente y Matilde D’Arrigo Huapaya se les acaba el contrato el 11 de septiembre y no albergan esperanzas de continuación. Y eso que la Oferta de Empleo Público 2018-2019 del Inia ha publicado una plaza de científico titular con destino en Soria, tal y como anunció la exdelegada del Gobierno en Castilla y León, Mercedes Martín, el pasado septiembre.

 «Sacan una plaza para consolidar y no es del perfil ni del centro ni de ninguna de nosotras», explica Ana García Lafuente, que pone de relieve: «Somos tituladas superiores, doctores, y llevamos con un trabajo precario doce años, contratos encadenados con una especialización alta».

Las cuatro coinciden en que el hecho de ser mujer desde luego no les ha favorecido en su carrera científica.  Todo lo contrario. «Somos las chicas del laboratorio. Ellos son los cerebros y nosotras los floreros, cuando tenemos el mismo curriculum o mejor, en algunos casos», sostiene Eva Guillamón Fernández.

Por la plaza de científico titular para el Centro de los Alimentos compiten un hombre y cuatro mujeres. Cuentan las investigadoras que el Departamento de Tecnología de los Alimentos del INIA, al que pertenece el centro soriano, ha sacado otra plaza en Madrid. «Esa es justo sobre lo que hacemos aquí, en la que encajaríamos perfectamente las cuatro», sostiene Laura Mateo Vivaracho.

«Están diciendo que quieren trabajar con las industrias agroalimentarias y luego sacan para Soria una plaza con el título de ‘Recursos Naturales’, que no tiene que ver con lo que aquí se hace », puntualiza Ana García Lafuente. «Ni siquiera encajan la trufa o los frutos rojos porque son cultivos», añade Laura Mateo Vivaracho.

la duda está en el aire. Se aproxima el Día Internacional de la Mujer y hace menos de un mes se conmemoró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. En momentos tan señalados en pro de la igualdad y del reconocimiento femenino a todos los niveles, las investigadoras del Centro de los Alimentos  coinciden en subrayar un interrogante: «¿Si en vez de cuatro mujeres hubieran sido cuatro hombres la evolución de este centro hubiera sido la misma en estos doce años?». Dudan sobre si la cuestión de género ha influido en los vaivenes de estos años. «Nunca han apostado ni por el centro ni por nosotras. Solo nos han puesto cortapisas», abundan.

Ellas apostaron por este centro. Dejaron sus puestos de trabajo como investigadoras, atraídas por los proyectos que se plantearon inicialmente para estas dependencias, que iban a contar con «30 personas» trabajando. La vez que más dimensionada ha estado la plantilla han sido diez y cuatro becarios. «Y nos fuimos a la calle y dejaron a los becarios», recuerda Matilde D’Arrigo Huapaya.

Son «muy luchadoras». Lo han demostrado. Admiten que han dado «mucha guerra» para mantener sus puestos de trabajo y la actividad de este centro. Darán la batalla.