Después de varios meses de negociaciones, los ministros de Economía y Finanzas de la UE han llegado este pasado miércoles a un acuerdo político para establecer las nuevas reglas fiscales post pandemia. Y así ha sido gracias, fundamentalmente, a la insistencia de Alemania, que llevaba tiempo reiterando la urgente necesidad de llegar a un pacto sobre la reforma de la gobernanza para retornar a una disciplina que implique una reducción de deuda y de déficit sobre todo en los países del sur de Europa, entre los que se encuentra España. Aunque deberá ser ratificado por la Eurocámara, el Consejo de Asuntos Económicos y Financieros (Ecofin) acuerda un déficit estructural, es decir, una excepción para los países más endeudados, del 0,4 por ciento y un periodo transitorio hasta 2027 para descontar los intereses de la deuda pública, ya que la subida de tipos ha incrementado este coste presupuestario. Prácticamente se ha dado luz verde a las exigencias de Berlín, que insta a los países que superen el umbral de deuda del 60 por ciento sobre el PIB a establecer ahorro fiscal con el que hacer frente a imprevistos e inopinados golpes económicos. De esta forma se fija un objetivo de déficit del 1,5 por ciento, por debajo del límite máximo del tres por ciento sobre el PIB.
Pero el acuerdo político también contenta a Francia, pues se fija un ritmo de ajuste estructural primario para estos países con alta deuda del 0,4 por ciento del PIB anual, por debajo del 0,5 por ciento que fijaban las reglas fiscales anteriores, en aras de conceder espacio a las inversiones. Además, podrá reducirse al 0,25 por ciento en el caso de que el plan de ajuste se extienda de cuatro a siete años. Se pretende que estas nuevas reglas económicas vuelvan a estar vigentes en 2024, para ponerlas en práctica en 2025.
Todo lo anterior será la verdadera prueba de fuego para el Gobierno de Sánchez, porque el calendario de vuelta a las medidas de ajuste supondrá un punto de inflexión en la ausencia de control fiscal y presupuestario que caracteriza a La Moncloa desde junio de 2018, lo que ha supuesto para España un alto nivel de endeudamiento acumulado. Y eso a pesar de que la riada de millones procedente de los fondos europeos por la pandemia ha dulcificado la gestión fiscal.
Alguien dirá, con razón, que en estos años se han cruzado auténticos desafíos como la crisis sanitaria, la guerra en Ucrania y el conflicto bélico entre Israel y Gaza, amén de otras serias adversidades. Sin embargo, es ahora, cuando está a punto de cerrarse la 'barra libre', el momento de la auténtica prueba del nueve para el Ejecutivo nacional y su capacidad de gestión económica eficiente. Veremos las cartas boca arriba y si hay o no plata como en Argentina.