El debate de las posibles grabaciones ilegales de políticos catalanes supuestamente por servicios de inteligencia españoles, desde la época del Gobierno que presidía el popular Mariano Rajoy, ha destapado la caja de los truenos ante la posibilidad de que se vean vulnerados derechos fundamentales de los ciudadanos, siempre que no hubiera existido un mandamiento judicial para llevarlas a cabo, y que puede provocar un cambio de rumbo en la mesa de diálogo y en el apoyo al Ejecutivo.
Es cierto que algunos de los políticos que han aparecido en la lista de espiados plantearon un reto independentista, por el que fueron condenados judicialmente, y después indultados, por lo que se debían poner todos los medios al alcance del Estado, para tratar de cortar esta intentona, pero siempre desde el empleo de medios autorizados.
El último período del presidente González se conoció una llamada conspiración en la que no faltaron fichas robadas por el coronel Juan Alberto Perote en el antiguo CESID, ahora CNI.
Para definir la práctica se suele emplear la palabra cloacas. Esto requiere pedir a quien dirige a los profesionales que se dedican a la actividad de la seguridad que sean escrupulosos con los sistemas que emplean y comiencen por controlar a los suyos. La impresión es, a veces, de personajes de cómic.
El panorama político se ha enconado por esta cuestión, entrando en espiral. El Gobierno se aparta de cualquier responsabilidad y niega la mayor, Aragonés no descarta que «puede llegar a caer», al retirársele el apoyo de varios grupos como el suyo, ERC.
Pero, en el fondo, los republicanos, socialdemócratas, defienden por encima de todo mantener la mesa de diálogo, incluso Junqueras no compartió algunas medidas anunciadas en Bruselas por el huido Puigdemont, de Junts, aunque el presidente de la Generalitat estaba siendo hackeado cuando hablaba de la investidura con el jefe del Ejecutivo Pedro Sánchez.
El problema es que, a la vez que hay quien sigue confiando en la solución dialogada, los más radicales nadan felices entre este fango y preferirían un Gobierno PP-Vox, para crecer ellos, en línea de cuanto peor, mejor. No nos falta de nada en estos tiempos, tampoco a Europa ni al mundo en general, ni Pegaso, el caballo alado de Zeus.