En un mundo en el que las dietas, los suplementos alimenticios y el ejercicio en ayunas se han colado en nuestras rutinas deportivas, Marcos García y Sergio Sánchez han unido sus dos pasiones, la gastronomía y la bicicleta, para mostrar otro lado del ejercicio unido a un menú de alta cocina cuyo protagonista es el producto de la tierra.
Marcos lleva más de 20 años en las cocinas. Por su parte, Sergio ha estado durante 15 años organizando experiencias deportivas de máximo nivel y en el mundo del ciclismo. Tras «mucho tiempo y muchos cafés», como ambos indican entre risas, nace la aventura de Gastrogravel. «Llevamos cuatro o cinco años intentando sacar esto adelante», explica Sergio. «Ha salido ahora. Hemos dado el empujón que necesitaba el proyecto. Sobre el papel todo estaba muy bien, muy chulo, pero había que plasmarlo en una ruta para poder llevarlo a cabo y que fuese algo realista». Ambos quisieron crear algo diferente, atractivo y que no se pudiese encontrar en otro sitio. «Queríamos unir nuestros dos trabajos y nuestras aficiones. Juntarlos en algo diferente. Ahora se lleva mucho la marcha cicloturista. Son cosas que están muy de moda y son muy multitudinarias. Por eso mismo queríamos darle una vuelta, hacer una cosa más reducida y enfocada en un cicloturismo de calidad. Atraer a gente de fuera de la provincia y mostrarle los puntos más atractivos. También queríamos dar un servicio premium de gastronomía y promocionar los productos sorianos», señala el cocinero.
Todo ello en un momento en el que el deporte y el buen comer parecen no ser muy buenos compañeros. «Ahí es donde queríamos darle el punto diferencial. Hay un público muy amplio que disfruta de un circuito en bici y también reclama el pararse a tomar algo. Hemos madurado mucho la idea y, salvo nosotros, no hay nadie que ofrezca algo parecido», confirma el creador de Markocinando.
El circuito puede realizarse en distintas modalidades: gravel, BTT o con bicicleta eléctrica. Una vez escogido, y partiendo desde el Hotel Alfonso VIII, comienza la aventura. En tramos totalmente accesibles de asfalto o grava se inicia el circuito hasta llegar al monte Valonsadero. Desde este punto se recorren parajes incomparables como el que lleva hasta Pedrajas, pasando por el embalse de la Cuerda del Pozo para llegar hasta Vinuesa y Molinos del Duero. «El proyecto piloto lo hicimos en otoño, cuando la gama cromática de colores hace del paisaje algo alucinante», destaca el ciclista.
Una vez en el punto de encuentro situado en Molinos, los usuarios pueden disfrutar de un almuerzo preparado por el chef, suplantando la comida. «La idea nuestra es hacer un horario un poco europeo. Un almuerzo no muy temprano y luego hacer una cena a las 8 de la tarde. Nos saltamos la comida porque es verdad que en el almuerzo hacemos gala de lo que es Soria; torreznos, cecina de la zona, embutidos de aquí y algún otro producto de marca Soria».
Tras esta parada gastronómica y haber disfrutado de uno de los recorridos más bonitos que tiene la provincia, el excursionista puede decidir volver sin necesidad de pedalear. Gastrogravel cuenta con asistencia de un coche de apoyo que acompaña en todo momento. «Se trata de que el cliente lo disfrute. Que diga 'hasta aquí puedo llegar, he disfrutado de la ruta, almuerzo y quiero volver en coche tranquilamente para luego disfrutar de la experiencia gastronómica de la noche en el laboratorio'. Es un poco una experiencia a la carta y al gusto del consumidor», relata el fundador de Mad Chain.
En resumen, este nuevo proyecto cuenta con un producto «de calidad» y de temporada. Una ruta adaptada de 60 o 105 kilómetros, adaptable al turista. Grupos reducidos de máximo 10 personas para crear una experiencia exclusiva. Y una cata de los productos de más alto prestigio de Soria. Así se presenta Gastrogravel, dando un giro de cómo hacer deporte y disfrutar de una buena comida por tierras sorianas.