Teatro. Cabaré. Cine. Esto es lo que vi hace unos días en la obra 'Una noche con ella', protagonizada por la actriz Loles León. Con sus más de setenta primaveras, cuenta al público momentos amargos de su vida y, también, los más alegres. Echa la vista atrás y se atreve a realizar un recorrido por los últimos cincuenta años de nuestra historia, incluida su Barcelona natal y la Movida madrileña. En este relato, trufado de momentos desternillantes, hay hueco para reivindicar la profesión de actriz y lo duro que era dedicarse en aquellos tiempos a la interpretación, a la farándula o a ser un titiritero. Esta realidad pretérita, relatada por una de las chicas Almodóvar, me zambulló de lleno en mis recuerdos. Comencé a pensar en mis abuelos Emilio Menéndez y María Luisa del Valle. Fueron actores durante los años 30, 40, 50, 60 llegando hasta los principios de los 70. Como es imaginable, se trataba de una profesión que se veía con cierta desconfianza. Tuvieron la suerte de trabajar en diversidad de compañías teatrales de reconocido prestigio. Eran compañeros de Federico García Lorca, Enrique Jardiel Poncela, Irene Alba, Aurora Bautista, Conchita Montes y de los hermanos Machado.
El desparpajo y exuberancia de Loles sobre las tablas del Teatro La Latina, en Madrid, parecía encubrir los momentos dramáticos derivados de su carrera artística vividos en aquel entonces, según explicaba. Y yo, mientras tanto, reflexionaba entre número y número de 'music hall'. Sentado en mi butaca, echaba en falta no haber tenido más edad para preguntar en profundidad a mis abuelos por su experiencia en el teatro y en el cine, así como la manera de vivir tan fascinante de aquella época. Viajaban por todo el mundo haciendo giras teatrales. Aunque solo conviví con ellos durante mis años de infancia, sin duda, ese aspecto artístico me influyó. Loles León rememoró sus inicios en el cine y cómo conoció a Pedro Almodóvar. Y esa referencia me llevó a pensar que el próximo fin de semana estaré en Valencia, en la Gala de los Premios Goya. Fui encadenando sentimientos e ideas, unas tras otras, como si se trataran de un tren con varios vagones. La música del cabaré se transformó en mi cabeza en una melodía meliflua. Es entonces cuando me sentí orgulloso de pertenecer al mundo de la cultura, del cine español, de la gente que dedica su vida a este arte, orgulloso de mis abuelos, de mantener una tradición que, hoy en día, tiene reconocimiento internacional y que es un oficio como otro cualquiera, muy respetable. Por eso, en la 36ª edición de los Premios Goya lo celebraré con mi gente. Porque tengo que recordar que nuestros profesionales del cine son muchos más que las caras famosas que pisan una alfombra roja. Son miles de personas que trabajan dignamente como técnicos y que ganan un sueldo; actores y actrices que están atados de pies y manos a la inestabilidad y a la intermitencia de los proyectos que les van surgiendo.
Este año optaban a los Goya un total de 160 películas españolas estrenadas durante el 2021. También concurrieron 110 cortometrajes de los cuales treinta y cinco fueron preseleccionados por la Academia y solo cuatro nominados a mejor cortometraje de ficción, entre ellos, 'Mindanao'. Y lo destaco porque el montaje es obra del soriano Alberto del Campo. ¿Volverá a recibir un Goya, esta vez en la categoría de cortometraje? Ojalá. Mi elucubración cinematográfica se vio cercenada bruscamente con los aplausos finales y me devolvió a la realidad de la sala del teatro. Aunque pueda parecer que no me enganchara "Una noche con ella", sí lo consiguió. Me divirtió y logró conectarme con mi yo más íntimo.