Surcando las aguas del pantano en Soria

A.P.L.
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Descubre Pinares acerca en velero a 'El Día de Soria' a parajes como la playa del Caribe y la isla de los Colorines, además de la simbólica torre de La Muedra

Surcando las aguas del pantano en Soria - Foto: VALENTIN GUISANDE

Una de las propuestas de la empresa de ocio y aventura Descubre Pinares, de reciente creación, es un paseo en velero por el embalse de La Muedra o de la Cuerda del Pozo. Una experiencia espectacular que El Día de Soria ha podido gozar y que permite descubrir parajes que solo unos pocos ‘privilegiados’ conocen. Algo que no ocurre con Herreros y Playa Pita.

Junto al patrón del barco (tiene el título para embarcación básica y la licencia), Ángel Gálvez, nos disponemos a surcar las aguas del pantano a bordo de un velero Beneteau modelo First 20. Asegura que cuando lo compró y dijo que lo llevaba a Soria «sorprendió», pero él insiste en la idea de que «es un paraíso para la náutica, sin explotar en Soria, como los deportes de nieve». 

Partimos de la zona del Camping Urbión y nos dirigimos hacia la playa del Caribe, que solo unos pocos conocen y a la que se accede en coche por la carretera cortada de Cidones. Ya podemos contemplar imágenes espectaculares, de orillas vírgenes a las que los ciervos se acercan a beber agua y donde hay también patos (somormujos y antes cormoranes). Como no hay mucho viento en esta apacible tarde agosto, el patrón ha encendido el motor para avanzar mientras divisamos la cala de Herreros. 

«Es una experiencia de calidad y los que la prueban [llevan una decena de salidas de este tipo desde el inicio del verano] quedan muy  sorprendidos», explica mientras va aportando datos del pantano inaugurado en 1941 y con 2.176 hectáreas de extensión. Se nota que es un apasionado de este lugar, que comenzó a recorrer de joven en piragua y en el que ahora navega en velero. En ese tranquilo y extenso mar de agua dulce, de color verdinegro, apetece darse una zambullida. Pero el patrón advierte de la peligrosidad de tirarse de cabeza, por las rocas. 

paisajes únicos. En el recorrido, Gálvez insiste en que el pantano es un lugar ideal para la práctica de la vela, «es un diamante en bruto que está aún sin explotar. Tenía que haber al menos dos o tres escuelas municipales en cada orilla y se podrían organizar campeonatos de regatas cada fin de semana...  

A la vez, mientras disfrutamos del ritmo de la marcha sobre el agua y el aire puro de esta zona, nos va explicando las partes del barco mientras mantiene el rumbo con el timón. Además de la proa, la popa, babor y estribor, se detiene en las velas (una grande y otra pequeña), el mástil y la botavara (sostiene y guía la vela mayor), los cabos (cuerdas que se utilizan a bordo) y las drizas (para soltar y recoger velas). También nos muestra el cuadro de mandos, donde se marca la dirección y la velocidad del viento, la velocidad de la embarcación (4,3 nudos y 5,5 kilómetros por hora), que parece mayor que en un vehículo, y la profundidad (unos 10 metros).

Nos aproximamos a la playa del Caribe y la Isla de los Colorines (llamada así por los diversos matices de colores -amarillos, rosas, ocres...- y esculpida con la erosión), mientras observamos la playa de Herreros y Peña Gamella, la característica roca. El brazo de Herreros y el de Villaverde, zonas donde acuden helicópteros para tomar agua y extinguir incendios cercanos. A la playa del Caribe, comenta el patrón, se accede tan solo en barco y todoterreno. Hay unas 30 personas que disfrutan de una estupenda tarde de verano como si de una playa caribeña se trataba, con arena blanca y aguas más claras que en otras zonas. Se divisa el monte Berrún y la zona de la Sierra Cebollera, vistas espectaculares en «un pantano único». Nos cruzamos con piragüistas que hacen paradas en las muchas calas del pantano para tomar un tentempié y refrescarse en con un baño.

«No hay algas, pero sí nenúfares y otras plantas acuáticas», que pueden verse precisamente en la isla de los Colorines, que el patrón recuerda que deja de serlo y se convierte en península cuando baja el nivel del pantano, que esta semana se encontraba al 67 por ciento de capacidad. Una isla para contemplar desde la quietud del embalse, para admirar el resultado de la erosión del agua y el viento. Las raíces de los árboles quedan al descubierto. Un lugar idóneo para tomar las imágenes más espectaculares.En la experiencia es una de las paradas para el pícnic y darse un baño...

Proseguimos ahora hacia La Muedra, un destino que nos interesa especialmente por lo que significa, en el que latió la vida. «Cualquier día del verano es bueno para practicar vela en el pantano, donde el viento puede soplar a 35 kilómetros la hora y provocar olas de hasta un metro. La gente no lo conoce, claro, porque cuando hay mucho viento no están en la orilla», explica Ángel Gálvez. Para los que monten en un velero, sugiere como consejo, siempre hay que llevar gorro y gafas. El recorrido sigue entreteniendo y embelesando a todos los que participamos... Ahora nos muestra también Pico del Águila, sobre Molinos de Duero y Vinuesa, cerca de Urbión, donde nace el Duero del que se nutre este emblemático pantano.

la muedra. De camino hacia La Muedra saludamos a Manolo ‘el bombero’, «otro aventurero», que también navega en barco de vela junto a un grupo de amigos. «Una de las mejores fotografías se puede hacer con nubes, del contraste entre el cielo el agua y los pinos.Son espectaculares», añade el patrón. Se puede ver la antigua carretera de Vinuesa a Soria, la que había antes de hacer el pantano y nos muestra las playas de la carretera cortada de Molinos, por un lado, y de Vinuesa, por otro. Allí los coches pueden ir, evidentemente, hasta donde llega el asfalto.

Y señala la zona de los monolitos de los pontoneros, en la que estuvo el ejército de maniobras hace tiempo y dejó estas estatuas.Encontramos más gente en el recorrido, ahora son pescadores en una lancha. En el pantano se encuentran grandes luciopercas, que muchos degustan a la plancha. Y, cerca, está el campamento de náutica, en que hay un centenar de embarcaciones (piraguas, tablas de windsurf, barcos de vela...).Está señalizado con boyas. Se puede ver también la gran presa y en pantalán del Club Náutico. El 15 de julio se hacía antes de la pandemia (se retomará en cuanto se pueda) la romería de la Virgen del Carmen, con una misa en este lugar y una ruta en agua hacia donde se colocaba la virgen mientras se entonaba la Salve y se bendecían las embarcaciones. Por allí está también el brazo de la Fuente del Pontonero, que se instaló sobre un manantial.

El patrón va preparando la vela grande, de diez metros y dragon; y la pequeña, la génova, la pequeña. Mientras, ya se puede ver el cementerio de La Muedra que se conservó, a 500 metros; y la pista que llevaba al pueblo. En la parte superior quedarían parte de las ruinas de un castro celtíbero.

En ese momento, desde el barco, contemplamos ya la torre de la iglesia, que «luce espléndida por la mañana cuando le da el sol de lleno». Le preguntamos al patrón por lo que siente al acercarnos. «Es mi torre, me he criado aquí, la he escalado por dentro y por fuera.Es mi pantano, mi paraíso...», expresa emocionado. 

Cuando nos acercamos, el viento comienza a soplar a 14 kilómetros por hora y nos disponemos a vivir los momentos más trepidantes de la ruta, donde el patrón demuestra su habilidad. «Es más fácil navegar en el mar que aquí», asegura mientras opera de un lado a otro, «cuando el agua se oscurece es que se acerca una racha de viento». Extrema las precauciones porque hay numerosas rocas y es el lugar donde se estrecha el pantano. Vamos contra el viento, haciendo zetas y virajes... El patrón se centra en las maniobras para cambiar el rumbo, «hay que pensar y actuar muy rápido, cuando hay mucho viento no se permite ni un solo fallo. Cuanto más viento más precisión se requiere, hay que hacerlo todo a la perfección». 

De nuevo, insiste en que «la vela debe ser un imprescindible del verano en el embalse». De vuelta al punto de partida, nos cruzamos con dos lanchas. El patrón recoge las velas y las envuelve, también le hacemos posar a contraluz para captar las mejores imágenes de quien nos ha guiado en esta experiencia que ninguno de los tripulantes olvidaremos y cien por cien recomendable en estas fechas.