No se lo pensó dos veces. Lo decidió en ese mismo momento. Teresa Gonzalo, que había desempeñado la presidencia de la Asociación de Vecinos durante más de una década, renunció irrevocablemente a la reelección en la asamblea y le salió postularse de repente para el cargo. «Yo siempre he estado muy involucrada con la Asociación y con el barrio», reconoce Marta Tejero, desde finales del pasado mes de enero, nueva responsable de la Asociación de Vecinos del Calaverón. Su decidido paso al frente posibilitó el relevo en la presidencia, algo que actualmente no suele ser común en el movimiento asociativo soriano.
Uno de los retos que se plantea Tejero es, precisamente, incentivar la participación e «involucrar a la gente joven», que escasea, no sólo en el disfrute de las actividades lúdicas que se organizan periódicamente desde la agrupación, sino también en todo tipo de cuestiones que hagan prosperar al barrio. En un momento crucial para el Calaverón en el que el Ayuntamiento de Soria está perfilando el que será su futuro plan estratégico para su revitalización, Tejero busca dar continuidad al trabajo llevado a cabo por la entidad en estos años, «que ha sido mucho», para seguir mejorando la zona.
En este sentido, el legado y la labor de Teresa Gonzalo y la de su propio padre, Jesús Tejero, que fue también presidente de la agrupación entre 2002 y 2013, serán sus referentes en un cargo en el que, es consciente, asegura con sentido del humor, acaba «de aterrizar» y aún le falta ponerse al día.
Ignacio Gutiérrez hace ya mucho, 22 años, más los que ejerció anteriormente como vicepresidente y vocal de Juventud, que llegó a la presidencia de la Asociación de Vecinos de La Barriada, decana del movimiento vecinal soriana y a punto de cumplir el medio siglo de andadura. En estos años se ha luchado mucho por el barrio y conseguido logros, desde iluminación, a asfaltado, entre muchos otros. Pero desde el año 2014 lleva pidiendo el relevo en la presidencia de la agrupación vecinal consciente de que son necesarios nuevos bríos e ideas. Ha dimitido dos veces. La última, en 2022. «A los dos meses vinieron a buscarme a casa para que volviera», relata Gutiérrez... Y regresó. «Me arrepiento un poco», confiesa. A principios del próximo mes de marzo toca de nuevo renovar su cargo en la asamblea general. Conseguir que alguien quiera asumir la presidencia «lo veo muy difícil», afirma. Gutiérrez sigue sin entender bien cuál es la razón por la que resulta tan complicado encontrar voluntarios para el puesto o incluso para renovar el resto de los cargos que componen la junta directiva. Falta compromiso real, argumenta.
Pero también uno de los principales problemas, a su juicio, es que «la gente no tiene conocimiento de lo que es una asociación vecinal», expone. Mucho más allá de los cursos de ocio y tiempo libre y de las fiestas vecinales, Gutiérrez sigue reivindicando el movimiento vecinal como una herramienta esencial para mejorar los barrios y velar por el correcto mantenimiento de sus equipamientos y servicios.
Los propios estatutos de la Asociación de Vecinos de Los Royales, la más joven de las agrupaciones de este tipo en la capital, nacida en 2019, marcan, de hecho, su ámbito de actuación en la defensa «de los intereses de vecinos, consumidores y usuarios» con el ánimo de «fomentar y promover la participación de los ciudadanos en la vida pública» y «el fin de potenciar el bienestar social, mejorar la calidad de vida urbana y de preservar el medio ambiente urbano y natural» en materias tan diversas como el urbanismo, la vivienda, la movilidad y la accesibilidad urbana, la sanidad, la educación, la cultura o el deporte, entre otros.
Las décadas de lucha de las asociaciones de vecinos de la capital y de pedanías como Pedrajas, Oteruelos y Toledillo, especialmente entre los años 90 y los primeros años de la década del 2000, fueron claves para la consecución de básicos como asfaltado y mejora del adoquinado de calles, modernización del alumbrado e incluso la dotación de zonas de juegos infantiles o nuevas infraestructuras y equipamientos de uso ciudadano. Su voz y sus propuestas, además, consiguieron hacerse un hueco en los consejos sectoriales de Urbanismo, Cultura y demás áreas en las que el Consistorio de la capital suele solicitar la participación de los agentes sociales y continúan teniendo peso en los foros de participación ciudadano.
«Leyendo las actas de las reuniones de la asociación, vas viendo que se han conseguido muchas cosas» en estos años, reconoce Marta Tejero, en cuyo ánimo está seguir contribuyendo a ello. Llega a la agrupación vecinal del Calaverón con ganas y decidida a potenciar las actividades que se han convertido en emblemas del barrio como el Día de Castilla y León, el 23 de abril (la entidad sigue siendo la única de la provincia que celebra el día de la Comunidad Autónoma) o las fiestas en honor a Santiago. Pero busca aportar otro enfoque; «hacer algo similar, pero dándole una vuelta», detalla.
Ser presidente de una asociación de vecinos no tiene por qué dar miedo, alega Ignacio Gutiérrez. Simplemente se necesitan dos premisas: compromiso y «patear el barrio».
Son las que Eliseo Gonzalo, responsable de la Asociación de Vecinos de San Pedro, lleva haciendo gala desde que, en el año 1991, se fundó este colectivo vecinal. Entró como tesorero en la primera junta directiva de la agrupación y pasados seis años, se postuló como presidente, cargo que, 28 años después, sigue ostentando. «Dan ganas de irse. Siempre me digo que cualquier día lo dejo, pero luego pienso en todo lo que hemos hecho y me da pena» que se pierda, alega Gonzalo. A sus más de 80 años de edad se suman problemas de salud y de movilidad que le impiden recorrer todas las calles como antaño y estar más al tanto del día a día en la entidad. «Ahora ya no podemos», insiste con pesar. Aún así, dentro de sus posibilidades, continúa haciendo llegar al equipo de Gobierno municipal las deficiencias que observa en el barrio. Como, por ejemplo, en el recién rehabilitado parque de La Arboleda en el que «hay cosas que se han roto y que no se han arreglado aún», reivindica.
Ahora mismo, confiesa Gonzalo, la agrupación de San Pedro no está en su momento más activo. «Está floja la cosa. Hacemos pocas actividades». Pero aún así, siguen organizando irrenunciablemente la llegada de los pajes de los Reyes Magos para los más pequeños en Navidad y las fiestas de San Lorenzo, dos emblemas del barrio. Y a pesar de que el número de socios va menguando año a año dado que su masa social principal la constituye gente de edad avanzada, la junta directiva sigue empeñada en, al menos, mantener al tanto a los vecinos de las novedades municipales y en estos días organizará una charla sobre la Agenda 2030. La realización de cursos de ocio y tiempo libre, de baile de sevillanas a yoga, pintura, música o costura, así como las fiestas y celebraciones son, en buena medida, el altavoz que este tipo de agrupaciones tiene para dar a conocer su actividad y seguir captando nuevos miembros. De ahí que muchas de ellas se afanen en ofertar un nutrido y variado ramillete de talleres de ocio.
En el caso de La Barriada, cuentan también con opción de servicios adicionales como peluquería, consulta de podología y bar. Es, apunta Ignacio Gutiérrez, una forma de apostar por el empleo a través de trabajadores autónomos. Para poder coordinar todo esto, no obstante, insiste el presidente esta entidad, es fundamental contar con un buen equipo, algo que, confiesa, lamentablemente ahora no existe en el caso de La Barriada. «Estar en una Junta Directiva no es sólo poder acercarse a la sede un par de horas un día», recalca Gutiérrez. Aunque ya no son aquellos tiempos en los que la Asociación de La Barriada gestionaba el programa de ayuda a domicilio del Ayuntamiento de Soria y ofertaba cursos formativos de Garantía Social teniendo a su cargo 60 trabajadores. Actualmente, la labor de los miembros de la Junta Directiva es ahora mucho más llevadera, recalca.
Aún así, «se necesita gente joven que entre con fuerza. Que esté al pie del cañón», apostilla Eliseo Gonzalo desde la Asociación de Vecinos de San Pedro. La avanzada edad y los problemas de salud de otros miembros de su junta directiva limita mucho la acción de la entidad. Pensando en el futuro, Gonzalo no se muestra optimista. «A veces entra alguien, pero están trabajando, tienen poco tiempo...», añade. Cuando 'los que tiran del carro' ya no estén, ¿qué será de la asociación?, se pregunta. «Después de «todo lo que hemos conseguido para el barrio», recalca.
Montserrat Cruz volvió el año pasado a la presidencia de la Asociación de Vecinos de Los Pajaritos tras un largo paréntesis. Fue una de las fundadoras de la entidad en torno al año 1997 y su primera responsable. Llegada la jubilación vio que podía dedicar «un poco más de tiempo» a la asociación y garantizar un cambio de directiva. En esta nueva etapa, no obstante, sí observa un cambio de tendencia. La gente, aduce, ahora es más individualista y, especialmente los jóvenes, «van más por libre». No es un problema que sólo aqueje al movimiento vecinal, sino que, en su opinión, se trata de un fenómeno a nivel global que «a afecta a todo tipo de entidades» por igual. «Esto es un compromiso sin ningún tipo de remuneración», insiste, y muy expuesto, además, más a las críticas que a los elogios. Desde fuera no se valora el trabajo que se emplea en organizar actividades y en realizar otras labores de la entidad. Cuesta que la gente se implique, añade Cruz. Pero no sólo en cargos de responsabilidad, también incluso en participación en las actividades propuestas «que no es tan buena como nos gustaría», declara. Han tenido que suspender excursiones por falta de interesados. «Antes había mayor cooperación», recalca. Las redes sociales se han convertido en sus nuevas 'armas' para animar a los vecinos a participar pero aún queda mucho por hacer y muchos colectivos sociales a los que llegar. Pero el objetivo sigue siendo el mismo de siempre: seguir mejorando el barrio.